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 domingo, 29 de enero de 2006  
Con las palabras de los demás
Fabián Polosecki creó una forma propia de contar historias. Su vida y su producción son ahora los temas de un libro

Toda una paradoja. Mientras relucían los 90, cuando el brillo empañaba cualquier pantalla, Fabián Polosecki (Polo) lanzó "El otro lado", un programa que se emitió por ATC (la de Gerardo Sofovich) donde impulsó la irrupción calma de personas simples. Y marcó un estilo. "El buscador: Polo" (editorial Catálogos, $25) es el título del libro que se presenta a modo de biografía pero que avanza sobre los modos creativos de Polosecki. Fue escrito por dos periodistas que lo admiraron, Hugo Montero e Ignacio Portela, y el prólogo es del escritor Pablo de Santis, quien trabajó con Polo.

Polosecki logró no sólo mostrar lo que nadie quería ver (en la tele y en la realidad) sino que mezcló géneros y técnicas. Algo de documental, cine, narraciones cercanas al policial negro, historietas, crónica periodística y por supuesto televisión marcaron un estilo que, un tanto desmembrado y tristemente reciclado, hoy más de uno intenta imitar.

Previo al debut de "El otro lado", el 19 de abril de 1993, Polo había trabajado en unos micros, insertados en el programa "Rebelde sin causa", que conducía Roberto Pettinato, donde despuntó su particular estilo de entrevistador con historias sombrías, protagonizadas por personajes marginales.

En esos micros, comienza también a perfilar su rol de entrevistador-personaje, "otra de sus marcas personales, que nunca a pesar de sus propios esfuerzos pudo abandonar", advierte Hugo Montero.

En "El otro lado", Polo realizaba reportajes, donde incluía la entrevista, pero también la crónica de ambiente y de personajes. Su participación llamaba la atención, pero porque sus intervenciones eran mínimas, aunque claves. Sin dudas, y él mismo lo reconoció, eran horas de filmación para seis o siete minutos que se mostraban, pero el secreto era dejar que el otro hablara y sobre todo que sintiera que tenía la palabra.

"Sorprendía cómo Polo entrevistaba a la gente, esa facilidad que tenía ya de fábrica de sentarse a escuchar, el interés por el otro y el respeto por el entrevistado que se ha perdido en el periodismo televisivo", dice Ignacio Portela.

"No iba en búsqueda de nada en particular -agrega Portela-. Necesitaba estar ahí para romper la cáscara de la impostura que a veces impone la televisión, esperaba largos minutos en silencio y terminaba por descubrir el corazón de la gente. Fue toda una novedad".


Desde el márgen
Para el libro, los autores realizaron una investigación donde rastrearon testimonios de amigos, familiares y compañeros de trabajo. Así trazaron una mirada sobre la vida y la muerte de Polosecki, que se suicidó arrojándose debajo de un tren en diciembre de 1996. Pero la propuesta no es sólo una búsqueda biográfica, ya que también se detiene en el análisis de su producción televisiva.

"Al ver todos los programas se notan cambios importantes. En el comienzo más allá de la inexperiencia televisiva, hay un trabajo colectivo con una idea esencial -la entrevista- y ciertas intenciones artísticas que luego se desdibujan", apunta Montero.

El interés por lo marginal "se va perdiendo y pasa a importar más lo cotidiano, la historia del carnicero, del jugador, del vendedor ambulante. Personajes de la calle que uno se cruza todos los días".

Según Montero, "con el tiempo se genera una especie de cansancio en Polo de su papel de entrevistador y esto también tiene que ver con la carga que le dejaban los personajes, como él mismo reconoció. Era un tipo sensible y todas esas historias lo fueron desgastando".

En junio de 1994, Polo recibió un Martín Fierro como la revelación de la temporada y "El otro lado" fue elegido como el mejor programa periodístico del año. Después vino "El visitante", una propuesta similar a la anterior pero con variantes hacia lo ficcional, pero "no le fue muy bien y volvió a apostar a la entrevista en una nueva etapa, que comenzó el viernes 25 de agosto de 1995".

Problemas con el equipo de trabajo y con el canal impactaron en Polosecki, quien sin embargo realizó dos nuevos intentos valiosos, "Saavedra" y "Tigre". No había nada preparado, "la cámara estaba súper disimulada, ninguno de los que hablaba estaba afectado por ella y eso es muy difícil de hacer en un barrio. Es evidente que había una nueva búsqueda", dicen Montero y Portela.

Polosecki logró no sólo innovar desde el margen sino que lo plasmó nada menos que en el canal estatal en plena década menemista. Antes había trabajado en la revista Fierro pero también en Radiolandia, además de militar en la Federación Juvenil Comunista y estudiar un tiempo Sociología. Eligió contar historias, y para hacerlo no impuso sus palabras sino que dejó que los demás hablaran.
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Un café y un cigarrillo bastaban para que Polosecki comenzara a narrar.

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