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 sábado, 21 de enero de 2006  
Nueva huida. Fuga del Centro de Alojamiento Transitorio (CAT) de Dorrego al 900
El escape de seis chicos acrecienta la crisis en un instituto de menores
Cortaron una malla metálica y se fueron por los techos de viviendas vecinas. Hace dos meses se evadieron veinte. Y en diciembre hubo un incidente oscuro, por el que cinco policías están imputados por apremios ilegales

Andrés Abramowski / La Capital

Seis menores de entre 16 y 17 años se fugaron el jueves por la noche del Centro de Alojamiento Transitorio de la Policía de Menores (CAT). Los evadidos, que tienen antecedentes por delitos como lesiones, robo y robo calificado, violentaron con un elemento cortante una malla metálica y una reja del pequeño patio del pabellón 1 y huyeron por los techos de casas vecinas. La fuga, segunda en menos de dos meses, provocó el relevo de las autoridades de este instituto en el que todavía la Justicia investiga un incidente por apremios ilegales denunciados por menores hace poco más de un mes.

Cuando a la 0 hora de ayer un guardia se acercó hasta el pabellón 1 del CAT para un control de rutina detectó que donde debían estar diez menores había cuatro. Y en el pequeño patio del pabellón, lugar al que tienen acceso ilimitado e incluso deben cruzar para ir al baño, estaba la huella del escape.

"Cortaron una soldadura que se había hecho en la malla metálica y así llegaron al barrote, que no es tan grueso. Deben haber utilizado una sierra chiquita", indicó el comisario inspector Daniel Díaz, quien hasta ayer se desempeñaba como titular interino del CAT. El funcionario explicó que los seis fugitivos se treparon y huyeron por los techos de viviendas vecinas y afirmó que la última requisa se había realizado cuatro horas antes de detectarse la fuga.

"Hay cuatro requisas diarias, la última alrededor de las 20. No se había detectado nada raro. Ni ruidos", aseguró Díaz, quien no estaba presente al momento del escape. En cuanto a la herramienta utilizada para cortar los barrotes señaló: "Tal vez se las traen las visitas, hay familiares que son muy traviesos. Después los internos pueden guardarlas y esconderlas entre los colchones o en las ranuras de las paredes. Hay que tener en cuenta que ya se las traen cortadas".

Díaz, que pasaría a desempeñarse como subjefe de la División Criminalística, explicó que esta fuga no se asemejó a la anterior, ocurrida en el 27 de noviembre del año pasado. Es que aquella vez los evadidos estaban alojados en los dos pabellones y huyeron por el patio central.

En rigor, en esa ocasión se escaparon veinte adolescentes que, según la versión policial, habían violentado candados de los pabellones para ganar ese patio y luego escalaron un paredón de seis metros de alto con una soga hecha con sábanas. Una vez en los techos, huyeron hacia en varias direcciones hasta ganar la calle. Según contó Díaz ayer, de los viente fugados en noviembre "sólo quedan dos o tres prófugos".

Aquella espectacular fuga detonó suspicacias enseguida, al punto que casi instantáneamente se ordenó investigar si no había existido una ayudita del personal policial o civil que controla el establecimiento. En principio, porque a medida que los evadidos eran recapturados se iba cayendo la hipótesis de la soga interminable de sábanas, mientras que otros reconocían que habían sido presionados para escapar.

Pero había otro detalle para pensar en una interna en el CAT. Días antes de esa fuga había asumido un nuevo titular en el centro, el comisario Silvio Porto, en el marco de un proyecto para el tratamiento de los chicos diseñado desde la Dirección Provincial del Menor en Conflicto con la Ley Penal que contemplaba mayor participación civil en la gestión. Si bien al principio sustentó la teoría de las sábanas, Porto después admitió la posibilidad de una ayuda porque el flamante proyecto de tratamiento de los internos podía "molestar a algunas personas".

Sin embargo, grande fue la sorpresa de muchos -por ejemplo, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario- cuando el comisario Porto quedó entre los apuntados como partícipe de una golpiza a los internos veinte días después. La madrugada del 20 de diciembre último algunos vecinos de Dorrego al 900 escucharon desgarradores gritos de chicos que parecían estar siendo golpeados.

Ese hecho fue presentado por las autoridades del CAT como la consecuencia de un motín, pero el juez de Menores Jorge Cartelle no logró encontrar ningún elemento que diera por cierta esa situación. En cambio, un médico forense judicial logró constatar lesiones en nueve de los menores detenidos, de los cuales cinco debieron ser hospitalizados.

La investigación sigue su curso con cinco policías imputados de apremios ilegales, entre ellos el comisario Silvio Porto, que no fue relevado del cargo sino licenciado. Sin embargo, la nueva fuga ocurrida ayer terminó implicando un nuevo cambio en la conducción del CAT, que a partir de hoy estará comandado por el comisario inspector Alejandro Torrisi, hasta ayer jefe de la División Operaciones.
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En el patio del pabellón uno del CAT quedaron las huellas de la fuga de los seis chicos.

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