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 domingo, 10 de abril de 2005  
Los trenes, una atracción desde el principio
El ferroviario Atilio Reati narra la historia del ferrocarril en Rosario en el libro "Caminos de hierro" y devela anécdotas

Los trenes fueron para los rosarinos una atracción desde el principio. Eso es lo que se evidencia a través de la historia ferroviaria en la ciudad y que con pasión desmenuza Atilio Reati en su libro "Caminos de hierro", recientemente publicado por la Editorial Municipal y UNR Editora. El libro mezcla datos históricos con un reguero de anécdotas que transitan los distintos mundos donde impactó la existencia ferroviaria.

Tras más de un siglo de actividad, los trenes de pasajeros dejaron de circular por Rosario cuando se estrenaban los 90. La ciudad cambió, ahora mira al río con ambición pero las huellas ferroviarias la cruzan sin cesar. Muchas de sus edificaciones, trazados viales, barrios y clubes nacieron de la mano del ferrocarril, incluso localidades vecinas como Roldán, Cañada de Gómez o Tortugas fueron parte de la colonización planteada por las compañías ferroviarias.

La historia del tren en Rosario se remonta a mediados del 1800. Y desde entonces las crónicas dan cuenta de que su existencia marcó el pulso de la ciudad. El acto de inauguración de las obras que permitirían unir Rosario con Córdoba fue una muestra de ello. Fue presidido por el entonces presidente Bartolomé Mitre, cuando Nicasio Oroño era intendente. El domingo 20 de abril de 1863, los habitantes de Rosario esperaron con ansiedad el momento. Hubo un acto formal con discursos, se repartieron medallas alusivas, los invitados fueron recibidos en un lunch y por la noche estallaron fuegos artificiales en el cielo de la ciudad. Los festejos continuaron al día siguiente con un gran banquete y un baile de gala.

Era lo que se dice todo un acontecimiento . En agosto de 1864, los festejos se trasladaron a la llegada de los primeros materiales para la construcción del ferrocarril. Vecinos luciendo sombreros de copa, esperaron el arribo del buque "Englishman" que trasladó los elementos. "Desembarcaron el primer riel y lo plantaron a modo de mástil en la barranca, colocándole en el tope el pabellón nacional", cuenta Reati.

En mayo de 1866 rodó el primer tren del Central Argentino que unió Rosario con Tortugas; ese año 4.345 personas se convirtieron en usuarios del flamante servicio de transporte.

Y mientras las obras avanzaban no sólo Rosario cambiaba su aspecto. Es que las concesionarias de los servicios a su vez colonizaban las tierras por donde pasaba el tren. Así surgieron colonias como Roldán, Cañada de Gómez o Tortugas. "Entre mediados de 1869, cuando el Central Argentino comenzó la colonización, y 1880 se afincaron en la provincia de Santa Fe 80 colonias", precisa Reati.

Los rosarinos comenzaron a acostumbrarse a utilizar el tren para llegar a localidades vecinas, incluso en algunas había atractivos extra, como carreras de caballo a la inglesa que diferían de las autóctonas cuadreras por realizarse en una pista ovalada, antecedente de los actuales hipódromos. El ferrocarril hacía correr para los amantes de ese entretenimiento un tren especial que incluso se promocionaba a través de avisos que su publicaban en La Capital. Pero hay más, ir a Roldán para despejarse y disfrutar de un fin de semana o feriado no es una moda reciente. En 1874 el entusiasmo que despertó esta posibilidad, en la que además se ofrecían eventos atléticos, hizo que los usuarios del servicio pidieran rebajas en los pasajes para los domingos y días festivos.

Ya en la ciudad el moviemeinto de los trenes fue una atracción y ni que hablar si entre los pasajeros venía un invitado especial. Reati narra en su libro el paso de Albert Einstein por Rosario Norte, en parada relámpago, en abril de 1925.


Los clubes
A tal punto el tren se mezcló en la ciudad que al menos nueve clubes fueron creados en torno a la actividad ferroviaria, según detalla Reati en su libro. Alberdi 23 bis era la dirección donde existía un bar donde un grupo de parroquianos ferroviarios decidió fundar un club de fútbol una víspera de Navidad en 1889. Se llamó entonces Central Argentino Railways Club y fue el origen del Club Rosario Central. El sitio donde ocurrió esta fundación era propiedad del Central Argentino.

Isaac Newell llegó a Rosario en un barco en 1869 con una carta de presentación para William Wheelwright, contratista del ferrocarril. Y así obtuvo un trabajo. Luego se trasladó a Córdoba, regresó a la ciudad y fundó un colegio en la casa donde había vivido su protector. En noviembre de 1903 el hijo de Isaac fundó el Club Atlético Newell's Old Boys y los primeros partidos de fútbol de la entidad se realizaron justamente en un terreno ferroviario.

El tren siguió acompañando a los fanáticos del rojo y negro, ya que cuando el club estuvo en un terreno sobre Provincias Unidas, entre Córdoba y Rioja, los hinchas lo usaban como medio de transporte para llegar a la cancha.

Pero no sólo el ferrocarril se coló en la historia fundacional de los dos clubes de fútbol más importantes de la ciudad. También influyó en la creación de los clubes Atlético Rosario (Plaza Jewell) o Central Córdoba que en sus inicios adoptó el azul marino para sus camisetas, el color que usaban los guardas.

Y la historia se repite en distintos barrios. Un grupo de ferroviarios fundó el Club Atlético Tiro Federal, otro el Bartolomé Mitre de Pérez e incluso el Náutico Sportivo Avellaneda que nació por una fusión con una entidad similar ubicada en Refinerías. También en Villa Gobernador Gálvez surgió una entidad deportiva de la mano del tren que es el actual Club Atlético Villa Diego.

Así, Reati detalla un sinfín de anécdotas que permiten hilar la historia del tren en Rosario y su propia historia. "Recuerdo a mi padre, en noches de intensa niebla, despertar a los peones en horas de descanso para ir a colocar petardos sobre las vías, con el fin de alertar a los conductores de locomotoras que no podían divisar las señales", narra Reati en el prólogo de su libro donde se descubre que el hierro ferroviario también circula por sus venas al haber sido no sólo empleado del ferrocarril durante 45 años sino además hijo de ferroviario.
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