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 domingo, 03 de abril de 2005  
La guerra como manotazo de ahogado

"Malvinas surge como un manotazo de ahogado para convocar apoyo a un gobierno que no lo tenía, en una coyuntura de extrema fragilidad de la dictadura, con el resurgimiento de los reclamos obreros, algunas discusiones sobre los partidos políticos y la crisis económica encima". Ese contexto histórico describe la historiadora rosarina Miriam Stanley para el 2 de abril de 1982, cuando tropas argentinas desembarcaron inesperadamente en las islas. La junta militar presidida por el general Leopoldo Galtieri lanzaba un comunicado en el que declaraba la "recuperación de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur".

"Malvinas es un tema muy caro en la población, trabajado desde el discurso del nacionalismo pasado, a nivel colectivo, con hojas y hojas escritas en la escuela primaria diciendo «las Malvinas son argentinas», y todo el discurso sobre la usurpación de las islas por el poder del imperialismo inglés del siglo XIX -indica Stanley-. Por eso surge en un contexto en que la dictadura necesita obtener un concenso social importante".

Stanley describe el mecanismo utilizado por el poder en el gobierno. "Incorporaron Malvinas en esa coyuntura, para recoger apoyo a un gobierno que no lo tenía. Aunque sea difícil cuantificar el apoyo en gobiernos de facto, en el 82 la sociedad civil empezaba a manifestarse: había reclamos gremiales, una movilización de la CGT dos días antes, discusión en los partidos políticos. Había una fragilidad muy presente en el gobierno".

El acierto en la elección fue corroborado de inmediato, con miles de personas reunidas en plaza de Mayo para alentar la "recuperación de Malvinas, donde dos días antes había sido reprimida la marcha de la CGT".

En su visión, "la gente se reunió para apoyar a un dictador mediocre. Respondió a esa apelación al nacionalismo tejiendo calcetines o mandando chocolates para los soldados como defensa a la patria, sin preguntarse si había patria para defender".

A pesar de la vigencia del tema en el ámbito nacional, Stanley resalta que "Argentina nunca defendió la soberanía sobre las islas en foros internacionales. No fue un tema central, ni hubo una posición férrea que hiciera recordar al mundo que eran argentinas".

Fuera de los límites del país, la actitud argentina rozaba el absurdo. "Le declaran la guerra al Reino Unido, a un miembro de la Otan, sin ver las consecuencias, lo que habla de la mediocridad de los militares. Cualquier persona informada sobre relaciones internacionales podía prever que Estados Unidos no iba a dar apoyo a la Argentina. Y el Reino Unido no iba a permitir el bochorno internacional de que un paisito del fin del mundo desembarcara en un territorio que ellos ocupaban desde 1833. Todo esto independientemente de que las Malvinas son argentinas".

La falta de profesionalismo militar mostró sus puntos débiles. "Los militares argentinos se enfrentaron a una guerra en serio sin saber qué hacer. Sabían desaparecer civiles, encarcelar, torturar, reprimir, pero no hacer una guerra. No podían desconocer la falta de pertrechos, la capacidad para mantener una invasión por la fuerza", indica Stanley.

La supremacía militar británica y las tratativas realizadas dentro del marco internacional se impusieron finalmente el 14 de junio, con la rendición argentina. Esa noche, la movilización popular que se reunió en Buenos Aires contra la rendición, afectada por la desinformación y las mentiras sobre la guerra que llegaban desde los medios masivos nacionales, fue reprimida con violencia por la policía. La pretensión de la dictadura por concentrar el apoyo en la población comenzaba a desplomarse en un proceso que culminó con la convocatoria a elecciones para el 30 de octubre de 1983.
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