El fascinante "fenómeno Wojtyla"

Como ningún otro Pontífice antes, el polaco celebró triunfos ante millones de personas en sus numerosísimos viajes al extranjero. Sin embargo, al final de sus días tan sólo pudo mostrar al mundo un largo sufrimiento.

“Nunca antes ha encontrado en el mundo tanto interés el destino personal de un sólo individuo como la lucha de Juan Pablo II entre la vida y la muerte”, consideró recientemente un vaticanista italiano. Incluso en países “apartados de la fe” como Alemania, el Papa acaparaba interés conforme envejecía y enfermaba. Es lo que algunos llamaron el “fenómeno Wojtyla”.

Pese a larga enfermedad y su lenta agonía final, Juan Pablo II vio colmado el íntimo anhelo que abrigaba desde que ascendió al Trono de San Pedro: introducir a la Iglesia en el tercer milenio y celebrar la Eucaristía en los lugares pisados hace 20 siglos por Jesucristo, en su histórico viaje a Tierra Santa en el Jubileo del año 2000.

Al principio de su pontificado, su actividad viajera, su jovial carisma y su peculiar sentido del humor hicieron que muchos lo creyeran un Papa “moderno”, pero pronto surgieron voces críticas que advertían que el nuevo Pontífice, en su fuero interno, era de una dureza intransigente a la hora de defender la autoridad de la Iglesia Católica y sus dogmas.

Incluso poco antes de morir, en su libro “Memoria e identidad”, comparó el aborto con el Holocausto y condenó nuevamente la homosexualidad, el “amor libre”, la píldora anticonceptiva y el preservativo.