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 domingo, 01 de agosto de 2004

Tiburones y ostras en Bahía San Blas
Aventura y pesca deportiva en la isla bonaerense donde se refugian los cangrejos

En la localidad bonaerense de Bahía San Blas, cercana a Carmen de Patagones, el atractivo siempre fue la pesca del tiburón, pero ahora se agregó la visita a criaderos de ostras. La bahía es un pozo marino sin fuertes oleajes, rodeada por una extensa costa que tiene un talud de canto rodado y una playa de arena blanca en la que recalan los tiburones.

Las características de las aguas, en especial la temperatura, hicieron de bahía San Blas el lugar ideal para los bancos de ostras, de los que se extraen las semillas y se las somete a procesos de engorde. La maduración requiere de unos siete meses. Desde hace un par de años unas veinte familias trabajan en la cría de moluscos.


Isla Jabalí
El origen del pueblo de Bahía San Blas fue la isla del Jabalí, como la bautizaron los tripulantes que acompañaban al explorador español Basilio Villarino en 1780, luego de matar, con gran esfuerzo, uno de los chanchos salvajes que vivían allí. Dos rías, Jabalí al oeste y Guanaco al sur, separan del continente a esta isla atravesada por cursos barrosos en los que crecen juncos y se refugian los cangrejos.

En la isla en la que finalmente se erigió el pueblo hay dos asentamientos: Puerto Wassermann, en la costa, y Mulhall, hacia el interior, donde predominan los bosques de eucaliptus y acacias. Estos dos hombres dejaron su impronta en la historia de Bahía San Blas. Eduardo Mulhall fue fundador del diario "The Standard", quien en 1881 compró campos y construyó una estancia. Con el tiempo el establecimiento rural fue adquirido por Bruno Wassermann, un importador de papel que impulsó la forestación de la isla y ordenó construir para su esposa Berta la pequeña capilla de San Blas, el protector de la garganta.

El santo recinto, de mobiliario oscuro y austero, tiene en su altar una talla de mármol de la Inmaculada Concepción, obra que realizó en 1938 el escultor Joska, y un Vía Crucis de madera importado de Europa.

De los viejos tiempos también quedó en Bahía San Blas el nombre de una playa de suave declive, La Rebeca, que recuerda el nombre de la casa donde los trabajadores cambiaban los bonos de la paga.

También de esa época es la estancia de Alfaro, que fue juez de Paz en la cercana Carmen de Patagones. Se dice que para este rudo hombre de campo la isla era apenas un corral natural donde vivían los esclavos negros que cuidaban sus rebaños de ovejas.

Los nuevos aires a San Blas los trajo en 1904 la compañía salinera Anglo Argentina, instalada para explotar las salinas. De aquellos trabajos aún quedan los piletones donde se decantaba la sal y un trencito de trocha angosta que era el que llevaba las bolsas hasta el muelle.

Además de desafiar al tiburón, del que dicen que San Blas dio ejemplares de 180 kilos y tres metros de largo, los amantes del deporte del silencio saben que en estas costas bonaerenses está asegurada la pesca de corvinas, lenguados, lisas, pejerreyes y cazones, además de congrios, rayas, bagres y palometas.

En lo que respecta al alojamiento, la habitación doble con desayuno en la hostería San Blas cuesta 24 pesos por día y la misma comodidad en el nuevo Resort Tiburón, 200 pesos diarios.

Para más información contactarse con el teléfono 02920 462053 (interno 253), o con la página de Internet: www.bahiasanblas.com.ar, e-mail: [email protected]

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Además de tiburones se pescan corvinas y pejerreyes.

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