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 domingo, 01 de agosto de 2004

Difícil de explicar
Con tres más, Central Córdoba apenas empató

Elbio Evangeliste / Ovación

Hay circunstancias del juego o partidos que revisten un análisis mucho más minucioso para tratar de arribar a una conclusión más o menos coherente. El de ayer fue uno de esos casos. Porque lo que pintaba para un triunfo fácil y sin objeciones terminó en un empate inexpresivo frente a un equipo que terminó con tres jugadores menos y que llegó a la igualdad cuando se encontraba con nueve. Tal fue el desconcierto futbolístico de Córdoba que el fastidio pospartido de los hinchas, pese a que se trataba de la primera fecha, tuvo sus justificaciones. Claro que no todo es negro hoy en Tablada, pero sí quedó claro que el 1 a 1 ante Cambaceres se trató de apenas un empate.

Tanto se inclinó la balanza hacia el lado de la chatura y la bronca que puntos saludables como la actuación del Chango Cárdenas, con quite, proyección y buen manejo por el carril izquierdo; la sobriedad de Diego Acoglanis en la mitad de la cancha para quitar y distribuir con criterio; la velocidad e insistencia de Diego Avila en ofensiva; más el oportunismo del goleador Leandro Armani, todos en el primer tiempo, quedaron relegados a un segundo plano. Si todo esto había servido hasta para maquillar de la mejor manera algunas desinteligencias defensivas, especialmente a la hora de salir jugando con pelota dominada.

Con todo eso a Córdoba le sobró para marcar una clara supremacía, pese a la escasa diferencia en el marcador. Claro que nadie imaginaba lo que iba a ocurrir en el segundo tiempo. Porque con la expulsión de Balanda a los tres minutos todo el mundo imaginó un desenlace más sencillo. Más aún cuando seis minutos más tarde veía la roja Mengeón. Pero el error de pronóstico fue grande. Porque Córdoba se transformó en un carnaval de errores, en un cúmulo de imprecisiones que lo único que hacía era impacientar a su gente. Claro, mientras se estuviera ganando tampoco había grandes problemas. Nuevo error. Velazco se metió por derecha y sacó una mediavuelta que rozó en Meli y desairó a De Lemos.

Ahí sí los nervios fueron totales. Y encima todo salía al revés. Desde adentro, con jugadores que mostraron serias dificultades para hacer circular la pelota con criterio. Desde el banco, por no desarmar la línea de cuatro defensores e ir a buscar el partido más arriba. Es que era realmente increíble ver a Armani luchando solo contra tres defensores cuando los charrúas tenían dos jugadores más. Y por si faltaba algo llegó la expulsión de Ricardo Vendakis a siete minutos del final, que sumados a los cinco de descuento fueron 12 minutos más de cambalache charrúa.

Un cambalache difícil de explicar, pero que deberá desembocar inexorablemente en un análisis a fondo de parte de Isabella y sus muchachos para que no se repita. Ellos son los únicos que tienen la obligación de encontrar las causas para autoexplicarse lo que a simple vista resulta inexplicable.

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Farré intenta dominar el balón ante Meli y Benítez.

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