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 domingo, 01 de agosto de 2004

Editorial
GUM: esperanza en marcha

Ya están recorriendo la ciudad. Son doscientos cincuenta hombres y mujeres cuya función es aportar orden y tornar más vivibles las tantas veces caóticas calles rosarinas. Claramente identificables a partir de sus coquetos uniformes en tono beige y sus audaces boinas bordó, los integrantes de la flamante Guardia Urbana Municipal (GUM) cumplen un rol trascendente y necesitan toda la colaboración de la ciudadanía.

En tal sentido, resultará muy importante la comprensión por parte de la gente de cuáles son las tareas que la GUM deberá cumplir, de sus atribuciones y también de sus limitaciones. Por ejemplo, se deberá entender que ante un robo en la vía pública la persecución del delincuente quedará en la órbita de las fuerzas de seguridad: el guardia urbano se limitará a la atención y contención de la víctima. Ante una gresca a la salida de un boliche nocturno su competencia pasa estrictamente por dar el aviso a la base de operaciones de la guardia, desde donde se establecerá la pertinente comunicación con la policía.

Más amplia resultará la gama de acciones que estarán autorizados a realizar en otros casos, como el depósito fuera de hora de basura en la vereda: aquí, si la actitud desaprensiva por parte del vecino fuera recurrente tendrán la posibilidad, tras la inicial advertencia, de labrar una multa. También podrán, por ejemplo, clausurar comercios y decomisar mercadería.

Como podrá observarse se trata de un accionar esencialmente preventivo y disuasivo, cuyo escenario primordial serán en principio los espacios públicos, paseos y plazas. También supervisarán la "movida" nocturna y los acontecimientos de carácter masivo, tales como la procesión de San Cayetano o el próximo Congreso de la Lengua Española. Uno de los datos fundamentales para comprender la naturaleza de la tarea que encarará la GUM es que sus miembros no portarán armas.

La experiencia -que sólo cuenta con antecedentes en Perú y Canadá- se plantea como potencialmente muy valiosa para la ciudad. La cultura media de los argentinos suele vincularse, por desgracia, con el escaso respeto por el prójimo y con el ejercicio de la transgresión como conducta cotidiana, en hechos que van desde lo nimio hasta lo más grave.

Es de esperar que la GUM cumpla con éxito el difícil objetivo para el que fue creada. Será para indudable bienestar del conjunto de los rosarinos.

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