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 domingo, 01 de agosto de 2004

El Vaticano condenó el feminismo radical
La Santa Sede deplora que "se le haga creer a la mujer que tiene que convertirse en antagonista del hombre"

El Papa Juan Pablo II condenó ayer el feminismo radical, la lucha de sexos y la defensa de la homosexualidad en una carta de 37 páginas dirigida a los obispos de la Iglesia Católica. El Pontífice, de 84 años, rechaza con especial ahínco las tesis de algunos movimientos estadounidenses destinados a justificar nuevas formas de sexualidad.

El texto difundido ayer está dirigido a los obispos y se refiere específicamente al papel de las mujeres dentro de la Iglesia. Las invita a colaborar como siempre pero no habla en ningún momento de concederles el sacerdocio, como en cambio han logrado las mujeres en otras religiones.

El Vaticano condena el ultra feminismo, la lucha de sexos y la defensa de la homosexualidad, en el contexto de una advertencia sobre el peligro de una "sexualidad poliforma", que afecta seriamente la estructura familiar.

La advertencia fue plasmada en un documento de 37 páginas denominado "Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo", preparado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio, y presentado en el Vaticano.

El texto fue firmado por el cardenal Joseph Ratzinger, y el secretario, monseñor Angelo Amato y fue puesto a consideración del Juan Pablo II, que lo aprobó y ordenó su publicación.

La Iglesia Católica responsabilizó al "feminismo radical de los últimos años porque induce a la mujer a creer, que para ser ella misma tiene que convertirse en antagonista del hombre, llegando a una rivalidad extrema entre sexos, en el que la identidad y el rol de uno son asumidos en desventaja del otro".

Sobre este punto, el Vaticano advirtió que "afecta en forma nefasta en la estructura de la familia".

El documento preparado por el cardenal Ratzinger, encargado de velar por la ortodoxia de la fe católica, denunció que el ultrafeminismo tiende a cancelar "la diferencia corporal llamada sexos, pero considera primaria la dimensión estrictamente cultural llamada género".

"Esta antropología que pretendía favorecer la igualdad para la mujer liberándola de todo determinismo biológico inspiró ideologías que ponen en entredicho a la familia natural compuesta por un padre y una madre, equiparan la homosexualidad a la heterosexualidad, y abogan por un modelo nuevo de sexualidad polimorfa", se subrayó.

Otro punto relevante del documento menciona que "la Iglesia considera una equivocación el que, en aras de esa liberación de la mujer, se critique las Sagradas Escrituras, por considerar que transmiten una cultura esencialmente machista".

El documento remarca doctrina de la Iglesia, basada en el Libro del Génesis que dice "hombre y mujer los creó", insiste en la importancia de la diferencia sexual y afirma que el hombre y la mujer están llamados desde su origen no sólo a existir uno al lado del otro o simplemente juntos, "sino a existir recíprocamente el uno para el otro".


Una dimensión fundamental
En este punto, el Vaticano recuerda que "el matrimonio es la dimensión primera y fundamental" de esa vocación, condena las relaciones marcadas por la concupiscencia (apetito desordenado de placeres deshonestos), y la sumisión.

También reiteró su postura contraria al divorcio, al considerar que la "fidelidad es más fuerte que las debilidades y los pecados de la pareja".

Otra parte del documento justifica que la "mujer no es una copia del hombre en la capacidad que tiene ésta para dar vida, realidad que estructura profundamente la personalidad femenina". Pero aclara que "ello no autoriza en absoluto a considerar a la mujer exclusivamente bajo el aspecto de la procreación biológica".

Además, el documento analiza la incorporación de la mujer al mundo del trabajo y subraya la necesidad de que se le permita combinar la familia y el trabajo.

En este contexto, el Vaticano exige a los gobiernos que armonicen las legislaciones para que la mujer puede cumplir "con su misión dentro de la familia".

"Hay que buscar la forma de que la mujer pueda trabajar con horarios adecuados que no le obliguen a elegir entre alternativas que puedan perjudicar su vida familiar o padecer una situación de tensión que dañe su equilibrio personal o la armonía familiar", pidió el Vaticano. (Télam y AFP)

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Juan Pablo II, el miércoles último, durante la audiencia general.

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