Hostigamiento a fumadores II

La carta del doctor Roberto Feldman avalando la política oficial contra los fumadores en réplica a la mía anterior me obliga a volver sobre el tema. Justifica el replicante la intromisión del poder administrador en la relación entre fumadores y no fumadores, considerando que llega en auxilio de su salud cuando en realidad tiene como único objetivo ensanchar las arcas fiscales. Ayer, tras una campaña contra los efectos nocivos del tabaco, cayó sobre el mercado cautivo un formidable aumento de los impuestos al cigarrillo, de la misma manera que hoy previa campaña de alerta sobre el consumo de alcohol se ha creado un kafkiano sistema de tributos. En otro orden, considero bastante desafortunada su propuesta de que los fumadores nos confinemos a la intimidad para practicar nuestro hábito sin contaminar el aire que respiran los demás, lo cual me parece merecedor de una contrapropuesta que desde ya le sugiero y que consistiría en promover por parte de los no fumadores hipersensibles la creación de bares y comedores exclusivamente para ellos con aviso desde la fachada de la prohibición de fumar. Por otra parte, aún no me consta que se haya demostrado que el cigarrillo no tiene algún efecto favorable para la salud psíquica del fumador como tranquilizante al ser menos perjudicial que la ingestión de drogas ansiolíticas. Tampoco me consta que la empírica costumbre de provisionar de cigarrillos a quienes caen en prisión carezca de contenido científico al aplacar la ansiedad que provoca el encierro. No se me escapa, por último que cierto cholulismo político ha concurrido a imitar medidas vigentes en los Estados Unidos y promovidas por el puritanismo, sin tener en cuenta que no todo lo que allí rige es modelo de infalibilidad, como lo demostró la famosa ley seca y lo demuestran actualmente los absurdos juicios a las tabacaleras que sólo sirven para los grandes negocios jurídicos.

LE 3.166.879