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 miércoles, 11 de febrero de 2004

No se conformaron con un robo e intentaron una extorsión
Cayeron presos por exceso de ambición
El asalto a una oficina céntrica y la exigencia de dinero a su dueña derivó en un operativo bajo el viaductoAvellaneda. Un maleante herido y otro detenido fue el resultado de un tiroteo frente a un supermercado

Los tiros resonaron bajo el viaducto de bulevar Avellaneda y sobresaltaron la siesta de los vecinos del lugar. Los empleados del supermercado allí ubicado se escondieron atemorizados ante la escena, salvo una promotora que durante escasos segundos fue tomada como escudo humano. Estampidas, carreras y gritos completaron la escena que habían montado los hombres de la sección Seguridad Personal de la policía rosarina para abortar el pago de una extorsión que algunas horas antes había pactado dos delincuentes con su víctima. Al final, cuando la zona recobró su habitual calma, el saldo fue el de un maleante detenido y otro herido de bala.

Todo se inició en horas del mediodía cuando dos jóvenes armados llegaron hasta el edificio de Moreno 1449 y en el palier apretaron a Diana Navarro, de 40 años, a la que obligaron a subir hasta su oficina del tercer piso. Allí, la mujer fue golpeada y encerrada en una habitación. Entonces le robaron 270 pesos en efectivo, una cadena de oro, el teléfono celular y otras pertenencias.

No contentos con ello, y con precisos datos sobre su hijo, los maleantes le dijeron a Navarro "que si no les daba mil pesos antes de la noche le mataban al pibe", contó un vocero allegado a la pesquisa. Y que la entrega del dinero debía hacerse a las 3 de la tarde en el anfiteatro que se encuentra en bulevar Avellaneda y Tucumán, debajo del viaducto.

Una vez que la mujer logró liberarse del encierro, dio aviso de lo ocurrido a los investigadores de Seguridad Personal, algunos de los cuales llegaron hasta su domicilio y se interiorizaron de los hechos mientras otros pesquisas, bajo la autorización del juez de Instrucción Carlos Triglia, armaban la escena a montar bajo el viaducto con el fin de atrapar a los delincuentes.

Así empezó la segunda parte de la historia. Dos agentes simulando ser una acaramelada pareja, otro durmiendo la siesta en un banco, y algunos más desparramados por allí con máquinas filmadoras y de fotografías dieron marco al encuentro de Navarro y los extorsionadores.

A la hora indicada, bajo la atenta mirada de los policías y en el silencioso anfiteatro, Navarro simuló llegar sola. Los delincuentes la esperaban junto a la bicicleta negra en la que se movilizaban y que luego dejaron abandonada.

Cuando la mujer entregó a los maleantes el sobre en el cual deberían estar los mil pesos exigidos, y dio algunos pasos hacia atrás para salir de escena, los sabuesos levantaron sus voces: "¡Alto, policía!".

Pero el grito no amilanó a los dos jóvenes maleantes, que con el sobre en sus manos salieron corriendo en distintas direcciones. Uno lo hizo hacia el norte con el propósito de alcanzar las vías que corren paralelas a la avenida Bordabehere, pero fue alcanzado y detenido por la policía. Su cómplice ingresó al supermercado Micropack, ubicado a pocos metros del lugar, después de atravesar a la carrera la playa de estacionamiento del comercio.

Pero una vez en el interior, el delincuente se detuvo al ver a un agente del Comando Radioeléctrico que cumplía con un servicio adicional y que se sorprendió tanto como los empleados y clientes del local.

"Todos nos asustamos y tratamos de escondernos rápido porque el tipo entró como un loco con el arma en la mano", relató una empleada aún atemorizada, que no quiso dar su identidad, al igual que muchos de sus compañeros que evitaron el contacto con la prensa. La única que no pudo zafar de la situación fue Nancy Dávalos, una promotora que fue tomada por el cuello por el maleante a modo de escudo humano.

Sin embargo, quizás asustado y acorralado, o tal vez persuadido por el agente de custodia del supermercado, el delincuente optó por largar a la joven Dávalos y salir nuevamente a la carrera hacia el bulevar Avellaneda. Pero esta vez lo hizo disparando su arma.

Al frente de la playa de estacionamiento lo esperaban los agentes de Seguridad Personal. Entonces se generó un enfrentamiento en el cual el maleante cayó gravemente herido. Junto a un árbol, momentos después, podía verse el revólver calibre 22 que había usado el ladrón junto a un guante de látex y gasas bañadas en sangre dejadas en el piso por los paramédicos que lo atendieron y lo trasladaron al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez.

Anoche, los dos maleantes habían sido identificados como Víctor García, de 20 años, quien recibió un disparo en la zona lumbar y fue operado en el Heca; y un menor de 17 años. En tanto, los pesquisas ampliaban las declaraciones de la mujer asaltada en horas del mediodía y de los testigos que presenciaron el hecho que rompió con la monotonía del barrio mientras la promotora del súper superaba su shock internada en un sanatorio céntrico.

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La policía montó un operativo para atrapar a los delincuentes.

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