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 miércoles, 11 de febrero de 2004

Charlas en el Café del Bajo

-Anoche me mantuve desvelado por varias horas pensando si en realidad debía hablar de este tema. Todo comenzó cuando hace unos días me escribió un lector haciendo mención a este éxito mundial que es el libro de Dan Brown, "El Código Da Vinci", y de cómo se sentía defraudado, después de haberlo leído, por los ocultamientos que la Iglesia hizo durante miles de años, el cambio antojadizo de ciertos dogmas primigenios. Hizo referencia al cuadro "La última cena", en donde Leonardo sugiere la presencia de María Magdalena sentada entre los discípulos y de que en el libro se establece (o se pretende) que María era la amante de Jesús con quien había tenido hijos. Como el libro, en mi opinión una novela de baja estofa en lo literario, comienza a ser un furor en nuestro país por las "revelaciones" que despliega el autor a través de sus páginas, me decidí a hablar del tema. La cuestión es amplia y no podrá ser concluido su tratamiento en una charla; de manera tal que, de aquí hasta el domingo lo dedicaremos a "ciertas cuestiones religiosas", a partir de este libro que causa furor en todo el mundo. Trataré el tema con absoluta seriedad y como siempre advertiré a mis lectores y amigos que la mía es sólo una opinión.

-Bueno..., se nos vienen días tempestuosos. Pero adelante.

-Todos saben el respeto que tengo por las distintas religiones y dicho esto comenzaré diciendo cuál es el mensaje de Dan Brown en este libro: 1) que Jesús no es Dios, ni el Hijo de Dios, sino un profeta y que la divinización se debe al emperador Constantino y a los padres de la Iglesia que adoptaron tal dogma antojadizamente en el Concilio de Nicea. 2) Que María Magdalena no era una prostituta (como yo mismo he escuchado decir lamentablemente a ciertos sacerdotes), sino la mujer de Jesús con la que tuvo descendencia. 3) Que tales hijos del matrimonio tuvieron a su vez descendencia y esta "Sangre real" permanece en nuestros días en familias nobles de Europa. 4) Que Leonardo Da Vinci pertenecía al secreto priorato de "Los hijos de Sion" (ya veremos de que se trata esto) que custodia el legado de Jesús aún en nuestros tiempos. 5) Que la Iglesia se ocupó durante ciento de años de ocultar toda esta verdad por altos intereses, etcétera.

-¿Y usted que cree?

-Aquellos que hemos dedicado, con mucha humildad, con lecturas y con oración, casi toda una vida a la búsqueda de la verdad lo que sostiene este hombre Brown no nos toma de sorpresa, porque no hace más que repetir lo que muchos exégetas ya habían escuchado y leído hace cientos de años y que transmitieron a la posteridad por canales herméticos. Exégetas bien intencionados unos y mal intencionados otros. Debo decir que cuando la verdad no es revelada como corresponde, más tarde o más temprano un insensato que la descubre a medias la hace pública (no siempre con fines nobles) y causa estragos. Después recomponer la verdad de las cosas cuesta. Y aquí, y con el respeto que me merecen "los padres de las iglesias cristianas", debo decir que durante siglos y aún actualmente han ocultado ciertas cosas y no solamente que las han ocultado, sino que se han afanado por impedir que se conocieran. Pero como Jesús mismo sostiene y profetiza: "No hay nada oculto que no haya de ser manifestado", la verdad se conocerá más tarde o más temprano y sería de desear que fuera a través de las propias iglesias, evitando así que advenedizos y aprovechadores hagan fortunas y desmoronen espíritus haciendo mal uso de verdades sagradas para la humanidad. Es una insensatez que Brown denoste al Opus Dei sólo porque está de moda hacerlo (en realidad muy pocos conocen la obra que hace el Opus Dei), pero es también una insensatez no aceptar que la Iglesia en el pasado se equivocó mandando a la hoguera a insignes hombres, sabios, como el domínico Giordano Bruno, entre otros miles, por no pensar igual. Es una insensatez que algunos sacerdotes y pastores hayan denostado la figura de María Magdalena, cuando hay bastantes indicios de que era de linaje sacerdotal y muy amada por Jesús. Basta con ir al Evangelio de San Lucas (cap. 10 vers. 38) o de San Juan (cap.11 vers. 24) para advertir de qué manera Jesús amaba a María Magdalena y cuánto respeto le tenía. Esto sin tener en cuenta los textos de Nag Hammadi, los Evangelios Apócrifos, especialmente el texto griego de la propia María Magdalena, en donde se ponen de manifiesto los celos que algunos discípulos de Jesús tenían por María y el temor de que ella les arrebatara (temor infundado) el liderazgo. Este celo se advierte cuando Jesús quiere ir a resucitar a Lázaro (hermano de María Magdalena) y ello consta en el Evangelio de Juan. Aquí comienza el desprestigio de María. Mañana seguiremos, si Dios quiere.

Candi II

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