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domingo,
28 de
octubre de
2007 |
Historia de un vuelo hacia la poesía
Desde 2001 funciona en la Unidad de Detención Nº 3 un taller literario. Una experiencia luminosa dentro de un mundo de sombras
Facundo Toscanini
Los poetas suelen decir que “la poesía sopla donde quiere”. Allí se produce un vuelo. Y entonces, cómo contar la historia de un vuelo. Si primero fue pluma o antes aire. Si el yo hizo alguna vez la remuda en el nosotros. Entonces plumas, entonces aires. “Historial de soledades” no es un espacio terapéutico ni de recuperación. Es un taller literario, un espacio para la imaginación, la lectura y la escritura. La coordinadora es la poeta Susana Valenti, quien desde hace seis años concurre semanalmente a la Unidad de Detención Nº 3, donde junto a sus alumnos generan un espacio de reflexión en el que la palabra poética es un derecho, un recurso autobiográfico para expresar lo innominado, lo perdido.
El taller literario comenzó a funcionar dentro del penal en mayo de 2001. “En ese entonces yo coordinaba el área de Letras de la Sala Lavardén y hacía, entre otras cosas, un encuentro de poetas, una antología, una lectura de poetas rosarinos y de distintos lugares del país. "Cuando desde la Secretaría de Cultura de la provincia me propusieron dictar un taller literario en algún penal de Rosario yo acepté inmediatamente. Para mí era un desafío muy grande ver qué pasaba con un taller de poesía en un penal”, recuerda Susana Valenti.
Acercamientos
Al ingresar a la cárcel hay que atravesar cuatro puertas para llegar a uno de los patios centrales y ahí se encuentra el aula. Una vez allí comienzan a llegar sus alumnos, “los chicos”, como los llama Susana, quien recuerda que la primera vez que ingresó al penal y se entrevistó con ellos se presentaban a través de sus números de identificación y no con sus nombres. En esta condición fantasmática de estar fuera del mundo, el hecho escriturado imprime un camino dentro del camino, un sobremundo donde los internos construyen un ejercicio libertario, una expresión de supervivencia.
“Así fue como constituí un grupo básico con el que comencé a trabajar. Se fueron sumando algunos y yendo otros, no era fácil engancharlos. Porque la poesía es muy mágica, pero a mí no me interesaba entrar al penal con facilismos. Corregía los trabajos hasta el hartazgo, no perdonaba una coma, un punto. De pronto hay gente que no comprende o no le interesa, que dicen esto no es para mí, entonces es difícil atraparlos. Ese es el segundo gran desafío, el de atraparlos en este mundo de la poesía”, recuerda Valenti.
Trabajo en equipo
Si bien el grupo de alumnos que concurre al taller es bastante móvil, ya que muchos de ellos salen en libertad, el espacio poético se ha mantenido a lo largo de estos seis años. El trabajo en el aula es de un gran compromiso y responsabilidad. La coordinadora remarca “que todos se ayudan a progresar, ya que por ahí hay personas que tienen dificultades para leer. Ellos se viven apoyando mutuamente. Es decir esta solidaridad, esta cofradía tiene que existir entre ellos porque sino se los traga el grillete en serio”.
Una sola palabra puede dar pie al trabajo de taller en el que se intercambian preguntas, se dan búsquedas de sentidos con distintos vocablos, se hacen trabajos grupales y se comparten los escritos. Lo cotidiano, lo esencial, Dios, el misterio, el amor, lo profundo, lo terrible, lo oscuro o algún vestigio luminoso penetran en esa inmovilidad interior como un modo de acceder “al otro lado”, confirmación inmutable del mundo exterior.
No hay un método para trabajar porque la intuición es un factor importante para aprovechar las propuestas espontáneas que van surgiendo. Es un espacio donde todos se escuchan y opinan, respetando las apreciaciones del compañero.
“Los muros que nos rodean cotidianamente se vuelven invisibles con la escritura, con el hecho de pensar, de analizar, de reflexionar. La poesía es ese lugar que nos permite ir a otros lugares completamente insondables, son espacios misteriosos pero reales a la vez. Intangibles pero visibles. Es por eso que decimos que no existe un espacio más luminoso que la poesía en un lugar espantosamente oscuro”, aseguran los alumnos.
Los libros
El trabajo realizado en el taller literario finalmente pudo cumplir uno de los objetivos planteados en un comienzo por su coordinadora, que era poder publicar un libro. Y no fue sólo uno, ya llevan tres libros editados.
El primero de ellos vio la luz en 2002. “Ese libro fue anecdótico, porque ellos dijeron «vamos a ponerle de título Entre la Oscuridad y Susana». Automáticamente yo me opuse. Entonces votaron y pusieron Entre la Oscuridad y la Valenti-a, haciendo de esta manera un juego de palabras con mi apellido”, cuenta Susana.
“Condición circular” se publicó en 2003, y el título se relaciona con rasgos arquitectónicos del penal y con la misma condición de encierro. A la cárcel le llaman “La Redonda” porque hay un vestíbulo al que dan los pabellones que tiene esa forma. El interno tiene un camino circular, va al gimnasio, a los talleres y después vuelve a su celda, su recorrido es muy reducido.
“A centímetros del día” es el último libro y el más logrado, según Susana. “Este penal está prácticamente en el centro de la ciudad —explica—, no es Piñero ni Las Flores (Santa Fe), están a centímetros de la calle, ahí nomás está la vorágine cotidiana, está a centímetros del día”. En esta publicación hay voces masculinas y femeninas, ya que participaron a modo de experiencia piloto chicas internas de la Unidad Nº 5.
La presentación de los libros es un momento muy esperado, tanto para los internos como para la coordinadora. Es el instante en el que los alumnos están defendiendo su nombre personal en contra de su número, porque allí ellos son presentados con sus nombres, sus datos personales y sus proyectos para el futuro.
Cuenta Valenti, que “cuando terminan las presentaciones de los libros, la gente los espera afuera y los vuelve a aplaudir. Ellos salen esposados y entre sus manos llevan el libro en alto, entonces eso es un emblema de la libertad en serio. Cómo la palabra los libera de verdad”.
El vuelo
“Historial de Soledades” es una idea, son voces que soplan. Pluma o aire, primero, antes, cuando querían ser voz. Ahora mano, de trabajo y diferencia, de soledades y encuentros (muy de vez en vez), mano que vuela, convertida en ala. Entonces la mano se convierte en ala. Y el yo monta el potro del nosotros. Seis años después, aquella idea del comienzo, ya libre, ha crecido, sufrido, amado y peleado tanto, como cada uno de “los chicos”.
Valenti ha sido la madre de cada uno de ellos. Han escrito poesía, desesperados. Han sufrido como propia la condena ajena. Hoy, dentro de estos muros, la poesía le ganó la pulseada a la oscuridad. Y tal vez, estos “chicos” que mantienen viva la llama de la poesía en las sombras, también sean más libres y dignos que en 2001. Lo cual demuestra que no todo está perdido.
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Fotos
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El ámbito donde dan clases es un pequeño triángulo, con unos pocos pupitres y una ventana tapiada.
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