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domingo,
28 de
octubre de
2007 |
La gran decisión. Una larga carrera parlamentaria que se mixtura con su pasión por la alta costura
Cristina, una mujer dura y de tono crispado
“La reina” y “la Hillary argentina”, son algunas de las frases que utiliza la prensa para definirla
La candidata presidencial Cristina Fernández de Kirchner llegó a la máxima postulación a la que podría aspirar un político con una imagen de mujer dura a la hora de defender sus convicciones, que define como “progresistas”.
Además de ostentar una larga carrera parlamentaria, cultiva por igual su interés por la cultura y su atracción por la alta costura. “La reina Cristina”, “la Hillary (Clinton) de América latina”, “la Evita moderna”, son algunas de las frases que la prensa utilizó para definir a esta primera dama, senadora y candidata, que podría transformarse en la primer mujer electa presidenta de los argentinos por el voto popular. Aunque ella se identificó con “la Evita del puño crispado” que defendía a los humildes frente a “la oligarquía”, son conocidos sus gustos por un rico vestuario de diseñadores de alta costura y sus exclusivas carteras (que algunos medios llegaron a cotizar en miles de euros), y no se privó de someterse a liftings y tratamientos estilísticos en procura de conservar su imagen juvenil.
El compañero. Comenzó a estudiar abogacía en la Universidad Nacional de La Plata 1974, donde conoció a su esposo, el presidente Néstor Kirchner, a quien ella define como “compañero de estudios y de militancia”. Al estallar el golpe militar en 1976, ambos se fueron a vivir a Río Gallegos donde abrieron un estudio jurídico. Ella, según confirmó la UNLP, se recibió de abogada en 1979 con “exámenes libres”. En 2001, asumió la presidencia de la comisión de Asuntos Constitucionales del Senado, desde donde impulsó los cambios —cuestionados por la oposición— en la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de la Magistratura.
En 2003 se transformó en primera dama y dos años después fue electa senadora por la provincia de Buenos Aires, tras enfrentar al duhaldismo y quebrar el poder territorial de Eduardo Duhalde. Desde entonces comenzó sus giras por Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, que le permitieron ser recibida por los mandatarios de países como Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay, Venezuela, México, Francia, Alemania y España en plena campaña electoral.
Tras no dialogar con la prensa durante cuatro años, sobre el cierre de campaña concedió entrevistas a algunos medios porteños, tratando de destacar siempre “las bondades” de la gestión actual y presentándose como la presidenta que “profundizará el cambio”.
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