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 domingo, 21 de octubre de 2007  
Los chicos de la escuelita policial
Entran a los 6 años. Aprender a desfilar y el “saludo 1” son sus desafíos. La mayoría se suma a la fuerza

Lisy Smiles / La Capital

Tienen entre 6 y 18 años. A ellos les encanta el fútbol y a ellas, hacerse las coquetas. El juego para los más chicos es lo más importante, mientras que los más grandes esperan los fines de semana para salir. Pero los sábados a la mañana tienen un compromiso impostergable, aunque llueva o el sueño los retenga, buscan en su ropero la remera y el pantalón azul y frente al espejo se calzan la gorrita que los identifica: son los integrantes de la Agrupación Policial Infantil (API).

Cuando franquean el ingreso de la Jefatura de Policía saben que deben aceptar órdenes, aprender a desfilar y a saludar, y estar dispuestos a recibir instrucción “para servir a la comunidad”. Son “los chicos de la escuelita policial”, como muchos los llaman.

Todos los sábados entre las 8 y las 13 más de doscientos niños y adolescentes se entrenan bajo la atenta mirada del suboficial mayor retirado Juan Carlos Olmos. “Son mis chicos, disculpe, así les digo yo. A los padres se los aclaro: cuando entran acá pasan a ser mis chicos”, dice al borde de la emoción este policía que abandonó la actividad hace un año, que trabajó en la comisaría sexta y luego en el área de adicionales para finalmente dirigir la agrupación infantil (ver aparte).

La escuelita funciona en la sede actual de la Jefatura de Policía de Rosario (Ovidio Lagos 5250). Los antiguos talleres de la fábrica militar de armas hacen de sede de la agrupación.

Dentro de ellos, los chicos reciben charlas variadas, dictadas en la mayoría de los casos por oficiales en actividad. No existe un cronograma reglado de las disertaciones, ya que muchas veces los disertantes se suman a pura voluntad, cuando tienen franco en el servicio.

Muchos de los que asisten son hijos de policías o de agentes de otras fuerzas. La mayoría, tanto los más chicos como los más grandes, dice que se ve a futuro vistiendo el uniforme. Quizá por eso muestran cierto orgullo al calzarse la gorrita o la remera azul con el logo de la URII. Y aceptan que sus pares les ordenen cómo marchar o saludar.

“¿Y vos por qué no desfilas?”, pregunta Señales a un pequeño que mira a sus compañeros de compañía marcar el paso. “Es que todavía no lo aprendí bien, y entonces no me dejan”, dice con la mirada medio triste. Después confiesa su real preocupación: tres de sus dientes le estaban anunciando que van a caerse y no sabía si El Ratón Pérez pasaría por ellos. “Se los voy a dar a mi abuela con una cartita para el Ratón”, promete.



La compañía

Los que integran la agrupación están divididos en compañías, con un jefe a cargo. También hay ayudantes instructores que colaboran con la jefatura. Los mismos chicos ocupan los cargos, a los que acceden por su desempeño. “Ella es jefe”, señala una adolescente. Prefieren no hablar. De todas formas, cuando la charla logra hacerse informal casi todas aceptan conversar.

Celeste tiene 16 años, y hace 7 que se sumó a la API. Es jefa de compañía y algo tímida al momento de hablar sobre sus gustos personales.

“Vengo por que me gusta, tenía 9 años cuando empecé, me trajo mi hermana que es policía”, cuenta, para luego explicar las tareas a su cargo. “Son siete compañías, y yo soy jefa de la tercera. Todos los años cambia, no siempre soy jefa de la misma, mi tarea es supervisar a las ayudantes instructoras, a quienes les brindamos apoyo para que puedan explicar bien los «saludos 1», los desfiles y a formar”, detalla.

Dice que algunos se acercan para hacer amigos, otros porque quieren ser policías y un tercer grupo llega indeciso aunque con el paso del tiempo “define al final sumarse a la fuerza”.

Rodeada de sus “subalternas” que no paran de reírse, aclara: “Novios acá no”. Y las chicas asienten con su jefa, es más una casi murmurando agrega: “Está prohibido, si enganchan a algunos besándose, los sancionan”.

Y al respecto la jefa explica: “Primero corresponde un apercibimiento, que es un aviso; se da un papelito donde se dice lo que pasó y lo tienen que traer firmado por tus padres. La segunda vez es suspensión, y la tercera corresponde la expulsión”.

Mientras la charla avanza distintos grupos de chicos entran y salen de los antiguos galpones y forman afuera. La tarea, igual que el desfile y el saludo, es una práctica de rigor en la agrupación. También las clases de primeros auxilios o las de defensa personal.

"Todas las cosas que hacemos acá son lindas —comenta una adolescente—, nos enseñan a pensar, a defendernos, primeros auxilios, llegamos a tener danza folclórica, tuvimos coro, y el Día del Niño fuimos al Hogar del Huérfano”.

Lograr el saludo o el paso correcto en el desfile es todo un desafío. Y sin duda cuenta al momento de puntuar puertas adentro. Es que todos los años, la agrupación desfila para el 20 de Junio, y a la vez suele realizar exhibiciones en las escuelas. Según el director de la API, “muchas escuelas” los llaman, y tras esas visitas “siempre alguno quiere sumarse”.



El futuro es hoy

“Yo quiero ser policía, como mi papá”, advierte Nicolás de 7 años, apenas se lanza la pregunta de rigor: “¿Qué quieren ser cuando sean grandes?" Y del grupo de los más chicos sólo uno duda. La respuesta se repite entre los integrantes de las distintas compañías.

Las adolescentes tampoco dudan. Es más, no les preocupa que las carguen en el colegio. “Y si, cuando llego a la escuela siempre dicen: «Ahí viene la botona», pero a mí no me importa, yo quiero ser policía. Las miro y les contesto: «Sí, ¿y qué? Yo voy a ser mejor que vos»”, cuenta y se acomoda la gorra.

Entre los varones más grandes tampoco hay mucha incertidumbre vocacional, incluso en los que recién ingresan, como Rolando de 16 años que, aunque hace apenas un par de sábados que asiste, ya tiene decidido llevar el uniforme.

Obtener un cargo, a la vez, es una clara motivación. “Yo estoy desde 2002 y seguí ascendiendo, ahora soy ayudante instructor. Mi nombre es Fabián, tengo 14 años y quiero ser policía”, se presenta, mientras ordena a los más pequeños para que empiecen a desfilar.



Mi hijo el agente

Pero no sólo los chicos anuncian su vocación apenas se les pregunta, los padres que suelen acompañarlos en su entrenamiento también apoyan la decisión.

Hace un año y medio que Jaquelina lleva a su hijo de 7 años a la agrupación. Ella es ama de casa y su marido, vigilador. Se enteró de la existencia de la escuelita por un comentario de una vecina y dice que a su hijo “le hizo rebien en la escuela, porque charlaba mucho, y la maestra dijo que desde que empezó es como que quiere dar siempre el ejemplo. Creo que a la mayoría les cambia la forma de pensar, más que nada. Ven las cosas de otra manera, se hacen más responsables”.

María Laura tiene un hijo que empezó este año y también asegura que ve cambios en el pequeño. “El está rebien, más tranquilo porque era muy travieso, le gusta, trajo algunos chicos del barrio, que suelen estar en la calle, quiere seguir la carrera, como el padrino y el abuelo que son policías”.

El albañil Carlos Sosa está orgulloso de que su hijo de 11 años se haya sumado a la API. El es chaqueño y aún recuerda cuando era chico y participaba de una agrupación similar pero de Gendarmería. “Ojalá que mi hijo salga policía, quiero que tenga un trabajo seguro, que no tenga que pensar si tiene para comer. Yo voy a hacer todo por él, todo lo posible para que salga adelante”, se entusiasma.

Ese sábado algunos padres se quedaron junto a sus hijos para asistir a una charla sobre el uso indebido de drogas. Dos oficiales charlaron con los chicos. En uno de los antiguos galpones, podía leerse sobre un papel blanco cuáles eran las "drogas legales (cigarrillo, alcohol, medicamentos), las ilegales (marihuana, cocaína, paco) y las intermedias (pegamento, nafta)".

"¿Qué tienen que decir si les ofrecen un cigarrillo?", preguntaban las oficiales, "Noooooo", respondían los chicos.

Afuera, los ayudantes preparaban los sándwiches (un clásico de los sábados) para el almuerzo. Y unos metros más allá un patrullero hacía sonar su sirena. "Seguro que es mi papá", dijo uno de los más pequeños de la agrupación.
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