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domingo,
21 de
octubre de
2007 |
Inesperadas facetas de la desdicha
José y Mauricio Kulzcak eran transportistas de la firma Milenio, ubicada en Necochea al 2000, donde hacía fletes para la empresa Molinos Cañuelas. De allí lo despidieron a José a los pocos días de morir Mauricio.
“Me dijeron que les había ocultado que mi hijo era un ex preso y que por eso me echaban. Les contesté que había sido un error de los diarios. Y les mostré la rectificación de La Capital. Pero me contestaron que otros diarios (menciona uno de distribución nacional) no habían aclarado nada. Ahora esta empresa ya no está en Rosario”.
José, de 60 años, no volvió a insertarse en un empleo fijo. “Aunque puedo trabajar, vivo de la ayuda de mis cinco hijos”, dice. El camión Fiat que usaba con Mauricio está en el ingreso a su casa. “Es lo único que me queda. Lo voy a tener que vender. Así es la vida”.
Recuerda a Mauricio como su mejor compañero. “Le enseñé a manejar en Corrientes, en un tramo de ruta por donde no pasaba nadie, cerca de Ituzaingó. Ibamos él y yo en el camión, con la ruta vacía y los naranjos a los dos lados de la banquina”. Viajó con él hasta su muerte. “Sabía de mecánica el pibe. Era un espectáculo manejando. Buen trabajador fue mi hijo”.
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