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domingo,
21 de
octubre de
2007 |
Fertilización
El hijo que viene de la solidaridad
La donación de óvulos permite a muchas mujeres llegar a la tan ansiada maternidad
Silvia Lo Presti / Belén Travesaro
Hasta hace pocos años el ser humano tenía posibilidades de nacer sólo a partir del encuentro sexual. Hoy la fertilización asistida permite que las parejas con dificultades para concebir tengan hijos. Sin embargo, la posibilidad de engendrar un hijo va de la mano de la capacidad fecundante tanto de los óvulos como de los espermatozoides. Entonces la maternidad se convierte en un largo camino de búsqueda del hijo deseado. Hace sólo poco más de 20 años existen en el país los programas de ovodonación mediante los cuales una mujer dona sus óvulos y con ellos la posibilidad de la maternidad.
Con más de 20 años de experiencia en el tema (participó de la primera ovodonación en Argentina, en 1989) la doctora Stella Lancuba dice que las motivaciones que llevan a una mujer a donar sus óvulos están vinculadas a reparar el dolor propio o de un familiar o bien por una compensación económica. “Si bien la donación es anónima se considera una compensación para la donante por el hecho de someterse a un procedimiento que si bien no es riesgoso, implica tiempo y poner el cuerpo”, explica la profesional especializada en reproducción humana y ginecología que acaba de publicar el libro “Las 101 respuestas sobre fertilidad”.
Los niños nacidos de esas primeras experiencias tienen hoy más de 20 años y muestran increíbles similitudes con la receptora de los óvulos. ¿Por qué ocurre esto? Según Lancuba, porque la receptora modifica los genes de la donante. “La gestación tiene una carga afectiva”, confirma la médica, y lo ratifica con una explicación sobre los tres tipos de maternidad: la genética, la del útero o de sangre (ovodonación) y la del corazón (adoptiva).
La aceptación o rechazo de los óvulos de una donante exigen una serie de cuidados previos, tales como estudios genéticos e infectológicos, estado civil (no excluyente, pero si es casada se requiere el consentimiento del esposo), si ya ha tenido hijos (se prefiere que sí) y menor de 35 años. También se evalúan aspectos psicológicos y sociales. En general se busca respetar la similitud física entre la donante y la receptora. Algunas prefieren recurrir a la solidaridad de una hermana, amiga o familiar cercano (4%).
“Buscamos preferentemente alguien que haya tenido hijos porque pretendemos que este acto no signifique ningún perjuicio posterior en el caso que luego no pueda engendrar”, aclara la profesional.
Si bien no existe en el país una ley que regule la donación de óvulos, Lancuba aclaró que la maternidad se define por el acto de parir. “Nunca se suscitaron problemas legales”, remarcó. En el caso de hijos concebidos mediante la ovodonación lo aconsejable es en algún momento decir la verdad, dice Lancuba, porque según comentó, “les hace bien conocer la manera en que fueron concebidos”.
La implantación de óvulos en el útero de la receptora, previa fecundación con los espermatozoides de la pareja, se efectúa simultáneamente con la extracción a la donante. “Esto ofrece una efectividad de más del 50% comparada con la que brindan los óvulos congelados”. En las décadas de los ’80 y ’90 —cuenta la médica— el modelo predominante se basaba en la fecundación de mujeres con óvulos excedentes de los tratamientos de fertilización. En cambio, a partir del ’98 se impuso el paradigma de la mujer fértil que dona voluntariamente.
Para la mayoría de las mujeres el hecho de ser madre es un pilar fundamental de la identidad femenina. A veces, un acto de generosidad como la donación de óvulos ofrece el regalo de la vida. Algo que sólo las mujeres pueden entender.
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