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 miércoles, 12 de septiembre de 2007  
Viajeros del Tiempo ©
Rosario 1905/1910

Por Guillermo Zinni / Fuente: La Capital

El descanso dominical y los cocheros. Repetidamente hemos lamentado que nuestros ciento treinta mil y pico de habitantes no merezcan el honor de contar con carruajes decorosos y con cocheros decentes. No está muy adelantada en civilidad una ciudad que consiente la circulación de vehículos prehistóricos, con caballos absurdos y con aurigas de indumentaria indigente. Y hasta ahora, a esa incorrección que no se observa en ninguna ciudad culta, se la sufría como un mal en donde nadie quería poner el dedo en la llaga, sobre todo porque la amenaza de los cocheros de adherirse al descanso dominical ponía en peligro los característicos paseos de las familias por los boulevares. Sin embargo, en la conferencia que los dueños de coches sostuvieron con el intendente, este manifestó que había una solución para evitar ese descanso dominical de los cocheros que más se parece a una actitud de insubordinación contra el público. La solución ofrecida por el intendente Pinasco es ésta: la tarifa a regir en los servicios de paseo sería de dos pesos por hora los días feriados y los de moda, comprometiéndose los cocheros a concurrir “con sus carruajes bien aseados y ellos decentemente vestidos”. Esto quiere decir que fuera de esos días los carruajes están habilitados para circular en estado de suciedad bastante apreciable y serán conducidos por cocheros decididamente inmundos, con la ventaja de que el feliz transeúnte pagará solamente un peso por hora y los que sean para que lo limpien a él a su fausto regreso. En vez de esta injusta iniciativa, ¿no se habrían evitado estas cuestiones con una ordenanza tal y como existe en todas partes? ¿No debería deshechar el público todo carruaje mal presentado y que no tuviera una tarifa prudente? La ciudad del Rosario, que es sin vacilación una ciudad dominguera, ¿es incapaz de asimilar los refinamientos de la vida social? (1906)

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