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 domingo, 29 de julio de 2007  
La Municipalidad incautó licencias de conducir truchas

Lucas Ameriso / La Capital

Por torpeza o impunidad de los infractores, la Municipalidad logró incautar 134 licencias de conductor falsas confeccionadas en forma clandestina y entregadas a motociclistas, automovilistas, camioneros y hasta peones de taxis.

   La operación fraudulenta saltó cuando los mismos propietarios de los carnés ilegales concurrieron al Tribunal de Faltas a pagar multas o solicitar el libre deuda de sus vehículos. Los autores de la operación son personas que adulteraban el permiso por fuera de la estructura municipal y que habrían actuado en todos los distritos de Rosario ofertando sus servicios en las colas de aquellos que tramitaban la licencia.

   La falsificación del instrumento público y su correspondiente perjuicio al erario municipal quizás no sea lo más grave, sino la exposición de la gente a determinadas personas no habilitadas para estar al volante. Una verdadera bomba de tiempo que ahora la Justicia intenta desactivar con el procesamiento de 15 de ellos.

   Un hombre se acercó a otro en la cola del Distrito Oeste y le susurró: “Por 100 pesos te hago los trámites más rápido y sin rendir el examen”. Luego, le habló a una mujer de 45 años: “Traéme una fotocopia del DNI, tus datos, la firma en un papel, una foto carné con fondo blanco y 120 pesos”. Finalmente, se conocieron estos dichos: “Me metieron la moto en el corralón y fue entonces que un remisero me dio un teléfono de una tal Alicia que me pidió una foto y 130 pesos. Pensaba que era legal porque me dijeron que los datos se cargaban en la Municipalidad. Cuando me citó el juzgado, Alicia no me saludó más”.

   Testimonios como estos obran en el expediente a cargo del juez de Instrucción Nº 4 Jorge Eldo Juárez quien procesó a quince conductores truchos y les trabó embargo por unos dos mil pesos a cada uno. El magistrado los imputó “de falsificación y/o uso de instrumento público falsificado y fraude a la administración pública”. Aún debe establecerse si la torpeza que permitió detectar la maniobra esconde detrás una red clandestina dedicada a la confección de licencias apócrifas en Rosario.



Bajo la lupa. Hasta ahora los investigadores siguen varias pistas. Las de los gestores que se acercan a las hileras de quienes buscan obtener la licencia en los Distritos municipales, y las de los nombres y teléfonos aportados por los indagados en sede judicial. Se actuó sobre la base de la denuncia que la propia Intendencia radicó ante los hallazgos y que ingresaron al juzgado de Juárez en septiembre del año pasado junto a todos los carnés trucho incautados.

   ¿Cómo se llegaron a confiscar 134 licencias truchas? “Muy simple”, respondió el director de Investigaciones Administrativas del municipio, Ricardo Brunet, para agregar: “Los propios tenedores de los documentos falsificados los presentaron ante los jueces de Faltas, quienes acudieron al sistema de consulta para chequear la condición apócrifa de los mismos”.

   Lamentablemente, un mecanismo preventivo resulta en la actualidad de difícil concreción. La Municipalidad, que emite las licencias, no tiene en su poder la base de datos que permita controlarlas. Además, el llamado “sistema maestro” del registro de conductores habilitados en toda la provincia puede ser consultado por internet, pero sólo funciona de lunes a viernes y en horario administrativo. Esto impide que un inspector, al detener un conductor en la vía pública, pueda verificar la autenticidad del carné que le exhiban en el momento.

   Del total del material incautado se desprenden los siguientes porcentajes: un 44 por ciento eran de categoría motociclistas, un 51 por ciento automovilistas, un 22 por ciento camioneros y un 14 por ciento taxistas.

   

Diseminados. Por lo pronto, la distribución geográfica de aquellos titulares de los carnés truchos revela un accionar ilícito en todos los distritos.

   La magnitud del hallazgo demuestra la existencia de un jugoso negocio donde la inversión es mínima: una computadora, un scanner, el diseño idéntico al carné legítimo, una impresora de alta calidad y una máquina plastificadora. ¿Porqué resulta rentable y cuál es el perfil de los clientes? Si se tiene en cuenta que el valor de un carné auténtico ronda los 55 pesos, no tendría sentido pagar entre 100 y 200 pesos, como comprobó la Justicia. Sin embargo, existen varios ejemplos que confirman la “necesidad” del servicio.

   Tras un test de alcoholemia positivo, se dictan, por ejemplo, 6 meses de inhabilitación para conducir y la persona debe trabajar con su vehículo. Así, si se le retuvo el carné en otra jurisdicción encuentra en los “gestores” una opción valedera. También por no reunir las aptitudes psicofísicas que exige Tránsito, por remisión del auto al corralón, causas judiciales o porque la acumulación de multas hizo tomar este atajo para renovar el carné auténtico.
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