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domingo,
17 de
junio de
2007 |
Mirar en silencio
Juan Travnik
La presencia del horizonte pampeano en la obra de Frittegotto es recurrente, obsesiva, diría incurable. Como la empecinada coherencia temática de su obra, centrada siempre en sus raíces pero proponiendo, según los períodos, una variada búsqueda para representar visualmente la relación del hombre con la inmensidad de la vasta llanura, con su luz y su silencio.
Ese horizonte, siempre inalcanzable, sólo aparece uniforme y mudo para el ser urbano. El paisano ve en él —o adivina— el paso del camión por el asfalto, o la casa en un monte. Ese horizonte le permite saber del clima, o de la lluvia que vendrá. Frittegotto mira el campo desde adentro, y cada recorte que se superpone en las diferentes capas de esta serie, dan cuenta de la percepción de la distancia, pero también de la concentración de la mirada en un punto del paisaje. Como el baqueano, señala elementos o situaciones que en muchos casos pasarían desapercibidos. Como al baqueano, habrá que escucharlo. Y mirar en silencio.
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