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| domingo,
13 de
mayo de
2007 |
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Café del Bajo
-Supongo, creo, que la visita del Papa a Brasil merece también otra reflexión no por la connotación política, ni siquiera religiosa en cuanto ella se vincule a la vida de la Iglesia Católica, sino por el mensaje y la cuestión humana. Para los creyentes, abstracción hecha de cualquier religión o fe, cuando todos los refugios temporales se desmoronan queda un último refugio y una segura salvación en este presente: Dios. Y en un mundo asediado por tantas dificultades, que son sufrimientos extras para tantas personas, muchos creyentes buscan ese refugio seguro. ¿Lo encuentran? A veces no. Y no porque Dios se esconda o no quiera saber nada de tribulaciones de su criatura, sino porque aquellos que tienen a su cargo el mostrar el camino, con mucha frecuencia han perdido la brújula espiritual y por lo tanto están tan perdidos y confundidos como sus necesitados seguidores. Me parece adecuado y en tiempo reproducir algunas palabras del Papa en Brasil: "Si las personas viven en una situación de pobreza -dijo-, es necesario ayudarlas como hacían las primeras comunidades cristianas, practicando la solidaridad para que se sientan verdaderamente amadas". En esta parte Benedicto XVI habla de pobreza; pero como se verá, más adelante usa el término indigencia y dice: "No es una novedad la constatación de que vuestro país convive con una involución histórica de desarrollo social, cuyos signos extremos son el vasto contingente de brasileños que viven en situaciones de indigencia y una desigualdad en la distribución de las rentas que alcanza niveles muy elevados". Podría decirse que esta realidad es la de gran parte de América latina. Pero sigue exhortando el Papa a que los políticos "asuman plenamente sus propias responsabilidades y sepan dar un rostro humano y solidario a la economía".
-Palabras fuertes para políticos y empresarios. ¿Verdad, Candi?
-Sí. Pero deseo hacer notar este uso de las dos palabras, pobreza e indigencia. Primero el Papa se refiere a la necesidad de amar al ser humano pobre. Y el ser humano pobre no es sólo el indigente, sino aquel que carece de lo necesario para vivir, para vivir en plenitud. Creo que un hombre tan culto como Ratzinger ha sabido bien en qué sentido usó el término pobreza, y no olvidó, de ninguna manera, la otra acepción que el Evangelio da a tal término. La pobreza no puede limitarse a la falta de alimento, de vestido, de cobijo. La pobreza es carencia de otras muchas cosas necesarias para vivir, al menos para vivir con cierta paz y con cierta dignidad. Y la mayor pobreza, la más trágica, la que devasta el alma y la sumerge en la desolación es la del no ser amado; la del extraviado en medio de la noche de la vida que no encuentra refugio. Por eso creo que, además de la preocupación del Papa por la desolación a causa de la mezquindad económica, está también esa preocupación por la desolación por la falta de amor. Por eso exhorta a que los pobres se sientan "verdaderamente amados". Amar no es sólo sentir, sino además actuar. Pues si tenemos en cuenta todo esto, creo que todos, en más o en menos grado, de una forma u otra, somos algo así como empresarios o políticos que no sabemos darle un rostro humano a la economía de la vida.
Candi II
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| ¿Considera que son creíbles las denuncias de las asociaciones de pilotos sobre los peligros de volar en Argentina?
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"Hoy se confía más en las personas que en los políticos, por más que intenten hacer pesar los aparatos".
Roxana Latorre
Senadora nacional y candidata a gobernadora de la provincia.
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