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 sábado, 21 de octubre de 2006  
El disgusto de una chica que no obtuvo ayuda contra su asaltante
Huyó de un chico armado que quiso robar su moto. Dice que fue desoída por ocho policías de calle "que tomaban mate"

"Me pusieron una navaja en la panza y me robaron. Tuve que salir a buscar a los ladrones y cuando me encontré con una patrulla estaban tomando mate". Si Gisela Toledo, una mujer de 22 años, no lo contara como enfurecida, el relato podría tomarse como parte de un chiste de mal gusto. Pero sucedió ayer a la hora de la siesta en barrio Las Heras. Gisela y una amiga fueron asaltadas en la plaza ubicada en Buenos Aires al 4500 por un chico con un cuchillo. Huyeron, fueron a la seccional 15ª y les prometieron que enviarían una patrulla. "Pero nunca la mandaron", recordó. "Entonces salí en la moto a buscar a los choros y detrás del Distrito Sur me topé con dos chatas y un móvil de la policía. Eran ocho o diez policías que estaban tomando mate. Les dije lo que me había pasado... Y siguieron tomando mate", recordó la joven mujer todavía encolerizada.

"Soy una persona normal a la que la robaron. Eso pasa todos los días a cada rato. Pero no puede ser que le pida ayuda a la policía y ellos se queden tomando mate", expone Gisela. Poco después de las 14.45 de ayer, se encontró en la plaza de Buenos Aires y Azara con su amiga Victoria. Llegó con su moto Motomel (marca nacional que se produce en San Luis y en San Nicolás), de 50 centímetros cúbicos. Ambas se sentaron en un banco de la plaza, bien en el centro, y se pusieron a conversar. La moto quedó estacionada a sus espaldas.

"Estábamos charlando y vimos a una parejita que se levantaba y empezaba a caminar. Cuando pasaron por detrás nuestro, el pibito, que tendría 15 años, sacó una navaja tipo puñal y me la puso en la panza", rememoró Gisela. Las dos mujeres coinciden en que en ese momento en la plaza había chicos jugando a la pelota, gente caminando y hasta un pochoclero. Nadie vio en la escena algo extraño. "Cuando me paré, el pibito me abrazó y me dijo: «Estoy reloco y te estoy asaltando». Y la pibita agregaba: «Mi novio está reloco. Ya no lo aguanto más»", recuerda Gisela.

Para los que andaban por la plaza, la escena -como de una película muda- era la de un pibe que se había encontrado con una amiga. "Pero se enloqueció cuando no pudo hacer arrancar la moto: «Ponela en marcha que te pongo un tiro», me decía. Y cuando agarré el manubrio como para ponerla en marcha, se la tiré en las patas y salimos a correr", recordó Gisela. Y así zafaron, tras perder los dos celulares, anteojos y dinero en efectivo.

Cegada por la furia, Gisela se subió a la moto y fue hasta la seccional 15ª. "Entré y había dos policías. Les grité que me habían robado y me dijeron que esperara. Después salió uno, que parecía el comisario, y llamó por celular: «Enviame un patrullero a la plaza de Buenos Aires al 4500 que robaron a un chica», dijo. Pero el patrullero nunca llegó", contó la mujer. Con más bronca aún, la muchacha y su amiga siguieron recorriendo el barrio para ver si encontraban al ladrón.

Había transcurrido menos de media hora del atraco, cuando al pasar por la cortada La Bajada (paralela a Uriburu), detrás del Distrito Sur, lo que vio Gisela colmó su paciencia. "Había dos chatas y una patrulla de la policía. Eran ocho u diez en total. Me acerqué y caliente les dije: «Ustedes están acá, tomando mate, y a mí me acaban de robar. A ustedes les parece», les grité. Y una agente que estaba mandando mensajes de texto con el celular me respondió: «Señora, tranquilícese». Y seguía cebando un mate, como si yo no estuviera", rememoró Gisela. La cortada La Bajada está a tres cuadras de la plaza donde asaltaron a las muchachas.

"¿Si voy a hacer la denuncia? ¿Para qué? El celular o los lentes, no los voy a ver más. ¡Y la plata! Menos. Lo que más bronca me dio es que le pedimos ayuda a la policía y no nos dieron bolilla".
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Gisela Toledo y la moto que le quisieron robar.


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