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 sábado, 21 de octubre de 2006  
discos / novedades
Tangos melódicos abordados desde la libertad creativa de dos jazzeros
El dúo Olivera/Lúquez editó su tercer trabajo, "Mi refugio", y adoptó el tango-canción

"A nosotros nos tenían alucinados algunos solos de bandoneón de Piazzolla, de tangos que no eran suyos, y a partir de eso se nos ocurrió que, sin hacer estándares del género, podíamos tomar algunos tangos que eran más trabajables dentro de la estética con la que nos manejamos", indicó el pianista Leonel Lúquez, a propósito de la reciente edición, junto al saxofonista Mario Olivera del disco "Mi refugio" para el sello Blue Art.

Algo que se destaca en la placa es la elección de un repertorio tanguero de clara orientación melódica. "Eso fue una pauta que nos impusimos, aunque para la elección de los temas el método fue demasiado sencillo; nos juntamos con un montón de partituras y nos largamos a probar. Fue como si (risas) hubiésemos organizado un casting de obras", señaló Lúquez, quien agregó: "Siempre quedan cosas afuera y después de la grabación con Mario nos decidimos a incorporar al repertorio por ejemplo el tango «Después», que no lo habíamos tenido en cuenta, que se nos escapó".

Identificado como jazzero, el dúo Olivera/Lúquez se orientó desde los comienzos de su producción, a los estándares de jazz y bossa, grabando dos discos, "Contrastes", de 2002, y "Sentido único" , de 2003, en los que el dúo se volcó a una reinterpretación de obras poco conocidas de Astor Piazzolla, pero en "Mi refugio", se distancian de la obra del bandoneonista para recrear temas de Juan de Dios Filiberto como "Boedo" o "Flores negras"; Juan Carlos Cobián con el tema que da título a la placa, o Agustín Bardi con "La que nunca tuvo novio", entre otros, que confirman la apuesta a lo melódico del género.

"Lo del jazz es algo que está siempre flotando y la idea es abordar el tango desde allí. Nosotros no le preguntamos a los jazzeros su opinión, pero creo que esto de las fusiones ya no le llama la atención a nadie y a esta altura es algo que uno hace como una gimnasia", indicó Lúquez, para quien lo que finalmente predomina a la hora de armar el disco "no es ninguna cuestión técnica musical sino la subjetividad del gusto personal. Uno trabaja en la música, y un disco refleja la etapa que esta pasando, algo que no se puede reformular y menos regrabar, entre otras cosas porque no dan los costos", indicó.

El dúo Olivera/Lúquez no acata las leyes del mercado. "No queremos ni podemos hacernos millonarios con esto. Somos de los que no se preocupan por eso", dijo el pianista quien, respecto de la mecánica de trabajo del dúo, agregó: "Nunca necesitamos discutir demasiado sobre nuestro trabajo porque cuando algo no nos gusta se nota en los ensayos; te largás a tocar y por ahí ves que la cosa no funciona. Para este disco usamos como estudio de grabación el Auditorio Fundación Astengo y nos alcanzaron dos sesiones. Para hacer todo, algunas obras se grabaron de primera intención y otra con dos o tres tomas nada más, porque nos guiamos por aquello de que si no sale bien en el tercer intento, más vale dejarlo de lado", finalizó diciendo el pianista.
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Leonel Lúquez y Mario Olivera grabaron un tercer registro con tangos de notable belleza



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