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 miércoles, 18 de octubre de 2006  
Una cirugía intraútero minimiza las consecuencias del mielomeningocele

Florencia O'Keeffe / La Capital

Uno cada 30 recién nacidos vivos padece algún tipo de malformación. Entre ellas, la más compleja y seria es el mielomeningocele o espina bífida, en la cual la médula espinal no se desarrolla completamente y la espalda del bebé permanece abierta debido a que los huesos, músculos y piel que la recubren también lo están. Ahora, una intervención que se realiza dentro del útero materno ofrece la posibilidad de reducir las consecuencias. "Hicimos dos intervenciones, en ambos casos, los chicos caminan", afirma Graciela Zuccaro, jefa de Neurocirugía del Hospital Garrahan, y una de las disertantes del Congreso Latinoamericano de Neurocirugía que se desarrollará esta semana en Buenos Aires (ver aparte).

Los niños que nacen con mielomeningocele -una patología que se detecta en la segunda ecografía durante el embarazo -son intervenidos usualmente en las primeras horas de vida, sin embargo, al quedar el sistema nervioso central en contacto con el líquido amniótico durante meses, el daño es irreversible, y la mayoría tiene serias dificultades para caminar, entre otras complicaciones serias como las urológicas.

"Se demostró que si se cubre a la médula lo antes posible, con piel sana, se evita la acción nociva del líquido amniótico", destaca Zuccaro. La intervención intraútero se realiza, preferentemente en la semana 16º del embarazo, pero puede hacerse entre la 19º y la 25º.

La cirugía fetal se practica en mujeres mayores de 18 años que no tengan amenaza de parto prematuro, ni HIV y que estén emocionalmente estables. "Lo más complejo es que la madre es sometida a dos cesáreas en poco tiempo, una para que se practique la operación al feto, y la otra para que nazca", explica la médica.

La intervención se realiza de la siguiente manera, según describe Zuccaro: se abre el útero materno -no se "saca" al bebé completamente sino que se deja al descubierto la espalda-, el bebé es sostenido durante el procedimiento por el obstetra ya que el feto intenta meterse nuevamente en el útero. Los cirujanos hacen la operación de una forma clásica, y como la criatura no tiene piel, se usa membrana de la madre para cubrir la lesión.

Finalizada la cirugía, el feto se introduce nuevamente en el útero; la mamá queda internada una semana en reposo y en 15 días puede iniciar sus actividades normales. En la semana 37º se realiza la cesárea para que nazca el bebé.

"Los chicos que operamos no desarrollaron hidrocefalia (una complicación frecuente en el mielomeningocele) y la malformación de Chiari, que acompaña siempre a esta patología, desapareció; uno de ellos camina normalmente y el otro lo hace con aparatos. Ambos están muy bien", relata la especialista.

La intervención intraútero para contrarrestar los efectos del mielomeningocele no es reconocida por las obras sociales en la Argentina. Zuccaro y su equipo están trabajando para que la misma sea incluida dentro de un programa público que podría implementarse el año que viene.

"La incidencia de malformaciones es alta: se da en 1 de cada 30 recién nacidos vivos y 1 de cada 10 nacidos muertos. Como en la Argentina el aborto terapéutico no es legal y son muchos los nacidos con este problema, se imaginarán cuánto nos preocupa. De allí que la cirugía fetal sea una necesidad en nuestro medio", afirma la especialista del Garrahan.

Zuccaro insiste, además, en la prevención. "Podemos, en gran medida, reducir la cantidad de niños con mielomeningocele si la futura madre cuenta con elevados niveles de ácido fólico, antes de la concepción. Niveles normales tenemos todos, pero una mujer en edad fértil debe consumir como mínimo 1mg por día durante los seis meses previos a la concepción", detalla.

En la Argentina el problema de déficit de ácido fólico es grande debido a los índices de pobreza y malnutrición. Por eso, Zuccaro insiste en la necesidad de que se ponga en marcha en todo el país una ley que ya fue reglamentada y que exige que todas las harinas se adicionen con ácido fólico. En las provincias de Salta y Santa Fe se cumple con buenos resultados.
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