Página Solidaria
Año CXXXVII Nº 49259
La Ciudad
Política
Economía
Opinión
La Región
Información Gral
El Mundo
Escenario
Policiales
Cartas de lectores
Mundo digital



suplementos
Ovación
Salud
Página Solidaria


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 08/10
Mujer 08/10
Economía 08/10
Señales 08/10
Educación 07/10

contacto

servicios
Institucional

 miércoles, 11 de octubre de 2006  
Decisión. El Día de la Madre, una oportunidad para reflexionar
Madres adoptivas y del corazón comparten el mismo sentimiento
No hay una experiencia igual a otra, pero en algo todas coinciden: la necesidad de compartir el amor

El Día de la Madre no sólo es la oportunidad de demostrar el amor por un ser querido sino también de reflexionar acerca de la posibilidad de adoptar un hijo y de ayudar a los chicos que no tienen una familia bien constituida. Varias entidades se dedican a asesorar sobre estos temas (ver aparte) y si bien cada caso es distinto, todas las madres coinciden en que se puede abrir un futuro mejor a través del cariño.

  Fernanda tomó una decisión ejemplar y su instinto maternal se reparte entre muchos chicos. Tiene dos hijos, uno de 7 y otro de 5, pero además dirige el Centro Comunitario Cultural Pocho Lepratti.

  Desde hace 21 años trabaja con otros tantos niños que no tienen el privilegio de que alguien se ocupe de ellos o que simplemente ven en ella a una madre más. “Lo que noto es que hay muchas necesidades de mis hijos que yo pude satisfacer, pero que hay otros que no tienen la misma oportunidad y por eso decidí ayudarlos”, dijo respecto del impulso que la llevó a esta actividad solidaria.

  La mujer dedica largas horas de su vida a brindar apoyo escolar a chicos carecientes de distintos lugares de la ciudad y trabaja para conseguir mejoras o soluciones sobre problemas que padece mucha gente. “Lo gratificante de esto es cuando ayudás a resolver problemas”, contó.

  Su familia no es sólo su marido y sus hijos, sino también el resto de los chicos que forman parte del centro comunitario. Fernanda aseguró que en el barrio todos saben que las puertas de su casa están abiertas para cuando alguien tiene alguna necesidad y que los chicos la llaman o pasan a saludarla en todo momento: “Los chicos a veces te ven como a una madre más y por eso me confían muchas cosas que les pasan”, remarcó satisfecha de poder contar con esa posibilidad.

Frutos para el futuro
El sentimiento de madre de Fernanda se multiplica por decenas. Sus hijos saben que su amor se extiende hacia otros pero igualmente ellos se sienten orgullosos, igual que ella cuando habló de sus sensaciones por ser madre: “Desde el punto de vista de la mujer es un acto de realización y de felicidad, porque sabés que estás dejando tus frutos para el futuro”.

  Nora, que es madre adoptiva (su hija tiene 16 años y está con ella desde los 3), constituyó un matrimonio cuando tenía 41 y su esposo, 48. Ambos estaban decididos a ser padres, tramitaron la adopción y en un mes se encontraron con su beba.

  La experiencia fue para ella algo fantástico desde el primer momento y no puede olvidarla, sino que la revive una y otra vez. “Sentí que era mi hija apenas la vi, fue indescriptible la sensación de tenerla entre mis brazos”, sostuvo, y agregó emocionada: “El instinto maternal es natural, espontáneo, surge de la misma forma en las madres adoptivas que en las biológicas, el sentimiento es exactamente el mismo, la emoción es inenarrable; la misma que experimenta una mamá biológica cuando se le pone su bebé en el pecho”.

  Nora deseó ser madre toda la vida y lo pudo lograr gracias a la adopción. Para ella todos estos años han sido de gran felicidad. “Esa sensación de tenerlo, besarlo, te invade desde el primer instante en que te encontrás con el que va a ser tu hijo”, dijo, y cerró orgullosa: “Con mi hija nos adoptamos mutuamente”.

La visión de una embarazada
“Está ahí, vivo, no lo veo ni lo escucho pero lo siento. No me hace falta nada más, eso es hermoso, es una sensación divina”. Así describe Mariana los sentimientos casi inexplicables que le surgen por ser mamá. Ella está pasando por el octavo mes de su primer embarazo y son muchos los cambios que está experimentando tanto en el plano físico como en el espiritual. “Me siento diferente, atravieso por una revolución hormonal, cambio de estados de ánimo con facilidad, estoy mucho más sensible”, cuenta. Y confiesa: “Tengo una felicidad que es difícil de explicar”.

  La futura mamá cuenta que está viviendo un momento único, es un sentimiento que no puede comparar con ninguno que haya vivido antes. Le cuesta encontrar palabras que puedan exteriorizar su estado, pero de algo sí está segura: “Esto es mágico. Fui feliz un montón de veces, pero por momentos esto es una felicidad diferente, se trata de una alegría permanente”.

  El embarazo hizo que Mariana vea las cosas desde otro lugar y aseguró que ahora logra entender a su madre. “Hoy veo de forma diferente, me pongo mucho en el lugar de mi mamá. Empiezo a entender cosas que no le comprendía e incluso detestaba. Pienso en cuando yo era chica y le contestaba de mala forma; ahora creo que si mi hijo me haría lo mismo me sentiría muy mal. Por eso hoy estoy arrepentida de muchas actitudes que tuve con mi mamá”.

  Pero esto sólo puede verlo ahora, cuando le falta un mes para dar a luz. Es en este momento cuando pude dimensionar lo que podía significar ese “dejame de joder”, el “no te metás” o su clásico “mi vida es mi vida” que tantas veces repitió a su mamá. Sabe también que esa rebeldía es parte de ser hijos y es inevitable, pero rescata que la vida le dé esta posibilidad de estar del otro lado.

De hija a madre
“Agradezco que hoy me pase esto, cuando todavía estoy a tiempo para decir muchas cosas, cuando puedo decirle a mi mamá todo lo que la quiero y agradecerle todo ese amor que me dio en forma incondicional”. Amor que aprendió y ahora Mariana está deseosa por transmitirle a Alvaro, el bebé que está esperando.

  “Alvaro para mí es la prolongación del amor, del amor que comparto con mi marido, de ese sueño que alguna vez imaginamos, este hijo es nuestro, nació de nuestro amor y esto va trascender cualquier situación, siempre nos va a mantener unidos. Es un ser que lleva cincuenta por ciento de cada uno, donde se conjugaron las sangres, los genes, los corazones. Es el fruto de nuestro amor y es maravilloso”, dice visiblemente emocionada.

  Mariana tiene noches en las que se le complica dormir porque su bebé decidió practicar algún nuevo paso de baile y no deja de patear su vientre. Entre risas cuenta: “Alvarito va a ser un buen bailarín como su mamá y su papá, a nosotros nos encanta bailar”. Aunque esos movimientos le resulten incómodos no dejan de ser maravillosos para ella, relata.

  Reconoce también que el sentir un hijo adentro no es garantía para ser una buena madre. Cree que las madres que no llevaron sus hijos en sus vientres pueden tal vez llegar a ser mejores que quienes lo llevaron nueve meses y después los abandonan. “Madre es estar presente siempre, dar tiempo, ocuparte de esas pequeñas cosas cotidianas a través de las cuales les vas enseñando a esa personita a amar y ser amado”, continúa. Cada una de estas historias son diferentes, pero todas tienen un mismo sentimiento que las atraviesa. El instinto materno surge en cada una de ellas más allá de la situación que las llevó a convertirse en lo que hoy son: madres. Dignas todas de ser honradas.


enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
El amor de una madre abre un futuro mejor.

Notas Relacionadas
Consultas




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados