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 miércoles, 11 de octubre de 2006  
A dos años del doble crimen de Parque Oeste
Pidieron perpetua para una mujer que mató a sus dos hijas
Un fiscal entiende que Eli Bárzola asesinó a las pequeñas, de 5 y 9 años, con premeditación y alevosía

Ariel Etcheverry / La Capital

La noche del 7 de octubre de 2004 María Elisa Bárzola actuó "con premeditación". Por la mañana, es decir unas doce horas antes de asesinar a balazos a sus hijas de 9 y 5 años e intentar suicidarse, escribió una carta en la que anunció su plan. También buscó en los días previos a la tragedia el arma de su marido. A partir de esos datos, el fiscal Nº2, Ismael Manfrín, entiende que la mujer comprendió la criminalidad de sus actos y descartó como atenuante una acción por emoción violenta. Por eso pidió que sea condenada a prisión perpetua por el delito de homicidio doblemente calificado por el vínculo y alevosía agravado por el empleo de arma de fuego. El caso está a consideración de la jueza de Sentencia Nº7, Carina Lurati, quien luego de recibir los alegatos del fiscal y de la defensa y de recibir en audiencia a la acusada, deberá dictar el veredicto.

El episodio ocurrió poco después de las 21 de un 7 de octubre de hace dos años en un departamento del barrio Fonavi Parque Oeste, en Cerrito al 5500. En aquel entonces Bárzola tenía 28 años, estaba embarazada de tres meses y vivía junto con Alberto Velázquez y sus pequeñas hijas: Daniela, de 5 años, y María Orán, de 9 e hija de un matrimonio anterior.

Armada con un revólver calibre 32 largo de su pareja, Eli, como todos la conocían en el barrio, mató a la menor de las nenas con un tiro en la sien y dejó gravamente herida a la mayor, que murió poco después. Tras ello agarró un cuchillo de cocina, se cortó las venas de las muñecas y se lo clavó en el vientre con intenciones de suicidarse y matar a la criatura que engendraba. Luego llamó a la policía.

Al momento de formular sus conclusiones, el fiscal Manfrín consideró que Bárzola "no actuó por emoción violenta" sino todo lo contrario. En ese sentido, el funcionario hizo hincapié en pericias balísticas que demostraron que el arma homicida tenía una falla en el mecanismo. "La acusada gozaba de la capacidad mental suficiente para concretar el acto porque para efectuar los sucesivos disparos debió sortear los desperfectos en el mecanismo que poseía el revólver empleado".

"Entre disparo y disparo, Bárzola debió efectuar complejas maniobras con el revólver para hacer efectivos los mismos. De las pericias surgen que algunos de los proyectiles percutados lo han sido en más de una oportunidad, es decir, ha repetido los intentos en varias ocasiones hasta lograr sus objetivos y desistiendo de su alegada autoeliminación, la cual podría haber concretado al contar con proyectiles intactos tanto en el arma cargada como en el resto del departamento. Tal actuación mantenida en el tiempo no aparece como la conducta espontánea desarrollada súbitamente por una persona sobre quien se pretende ampararla en el estado de emoción violenta", remarcó Manfrín.

Otra cuestión que destacó el fiscal al entender que la mujer comprendió lo que había hecho y que actuó premeditadamente, tuvo que ver con la utilización del arma y con una esquela hallada en un bolsillo de la ropa que llevaba puesta Bárzola al momento del hecho. En esa nota anunciaba lo que haría. "La premeditación del homicidio surge evidente. La acusada tenía pensada y programada la ejecución de su plan delictivo. Estas circunstancias chocan con las exigencias del tipo atenuado de la emoción violenta en orden a que para que tal estado sea aplicado debe surgir en forma inmediata a la ofensa y no como una reacción diferida en el tiempo".
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El drama se desencadenó en un departamento del Fonavi de Cerrito al 5500.


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