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 domingo, 23 de julio de 2006  
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Ahora, el rosarigasino al alcance de todos
Chiquito Reyes acaba de publicar un libro donde explica cómo hablar el argot que difundió Alberto Olmedo

El rosarigasino, el argot que difundió Alberto Olmedo a través de la televisión, ahora tiene una guía de aprendizaje. La escribió Bernardo Chiquito Reyes, amigo del célebre actor, y acaba de ser publicada por Editorial Fundación Ross con el título de "Rosarigasino, el método".

Según explica el autor, el gasó es un lunfardo rosarino, que "integra el acervo cultural de nuestra ciudad y nuestro país". El libro es un "pequeño tratado porque los elementos que hay que manejar son muy pocos" y escribirlo fue cumplir "con muchos de mis amigos que quieren hablar el tan mentado gasó rosarigasino".

El origen del gasó parece un enigma. "Algunos eruditos, que para todo tienen una explicación, aseguran que el rosarigasino o gasó nació en la cárcel -dice Reyes-. ¿En cuál de ellas? Hay varias versiones. Una teoría es que nació en una cárcel de Villa Devoto y que algunos de los sopres que sabían el idioma fueron trasladados a tomar sombra en una cárcel de Rosario y les enseñaron el gasó a los sopres nativos; otros piensan que nació directamente en una cárcel rosarina. Creo que no es de mucha importancia para nuestro cometido".

No obstante, el gasó se impuso en la década del 50 en el café y restaurante El Nacional, de Mitre y cortada Ricardone, frente al teatro La Comedia. Allí fue donde Alberto Olmedo lo aprendió "de un gran maestro, Salvador Naón", para luego difundirlo a través de la televisión, en Buenos Aires.

"Ese bar estaba abierto toda la noche -dice Reyes- y allí se juntaban los artistas cuando terminada la función salían a comer, también los periodistas, la gente de la noche, y era clásico comer el puchero a la española y después de las tres y media de la mañana compartir el bar con alguna chica de los cabarets cercanos".

Según explica el autor, los términos gasá, gasé, gasí, gasó y gasú son "el alma del gasó rosarigasino", al intercalarse entre las sílabas de las palabras, después de la vocal acentuada.

En el prólogo, Roberto Retamoso señala que además de su naturaleza combinatoria, "el rosarigasino supone operar con el vesre, que no es como podría suponerse una mera inversión del orden convencional de las sílabas de las palabras; es mucho más que eso, el vesre es asimismo una compleja operatoria basada en distintas formas de composición fónica".

Según Retamoso, "lo que el autor de este tratado se ha propuesto lograr es poner el rosarigasino al alcance de todos y de cualquiera", por lo que el libro "de ahora en adelante permitirá a todos los que nos sentimos medularmente rosarinos contar con el conocimiento necesario para hablar ese lenguaje que, por obra y gracia de Alberto Olmedo, nos identifica ante el resto del mundo".

Y además de explicar el método del rosarigasino, en una especie de apéndice, Chiquito Reyes vierte al gasó textos de Federico García Lorca y Juan L. Ortiz y fragmentos del "Martín Fierro" y "Don Quijote de la Mancha". Toda una yagasapa.
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Especialista. Reyes fue el encargado de darle forma de libro al lunfardo rosarino.

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