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domingo,
23 de
julio de
2006 |
Se vienen los trabajadores
Carlos Duclos
El anuncio del senador Carlos Alberto Reutemann de que no será candidato a gobernador, si bien es cierto provocó desazón entre sus seguidores, sirvió para aclarar las dudas y vacilaciones que existían dentro del justicialismo y adoptar decisiones en consecuencia. No obstante, posteriores rumores, en el sentido de que el cambio fuerte de un escenario podría hacer variar su tajante postura inicial, sumió en la confusión a gran parte del espectro peronista, quien parafraseando la letra del tango, “está desorientado y no sabe ahora que colectivo deben tomar para llegar”.
La verdad sea dicha, la irrupción del diputado nacional y referente kirchnerista en la provincia, Agustín Rossi, como posible candidato a gobernador, parece que comenzó a generar cierta urticaria en aquellos reutemistas de pura cepa, acostumbrados al referente único y de peso. La urticaria no estuvo exenta de desconcierto cuando las encuestas comenzaron a avisar que al presidente de la bancada oficialista de la Cámara baja los número le eran y le son largamente desfavorables “¿Para qué un desgaste partidario de tal naturaleza en las actuales circunstancias?”, se preguntaron algunos. Olvidaron la conocida respuesta, puesto que siendo viejos militantes algunos saben que no hay nada mejor que armar para después negociar. En este país el armado político con miras electorales es toda una cultura, pero el armado de proyectos contundentes para el bien social, eso es algo raro de encontrar. De todos modos y a pesar del viento en contra de las encuestas, Rossi sigue adelante fiel a la máxima aquella de, “persevera y triunfarás”. Por eso hace unos días aparecieron las primeras pintadas de “Rossi gobernador”, a la que parecen seguirle la organización de un acto que será, dicen, un cuasi lanzamiento de su candidatura y que tendrá lugar el viernes próximo en la sala de Luz y Fuerza.
Rush político
El “rush” de algunos reutemistas se vio incrementado, además, por la presencia de operadores nacionales en la provincia de Santa Fe (“¿qué tienen que hacer aquí?”, se les oyó preguntar), la urticaria fue “increscendo” con los intercambios de mimos políticos entre funcionarios del gobierno central con el candidato del socialismo Hermes Binner. Romance este último que parece haber terminado (parece) a estar por los fuertes cruces entre peronistas y socialistas en los últimos tiempos y que tuvo una coronación de perlas con el discurso de la señora Cristina al momento de fundamentar el sí a los superpoderes que alguna vez supo cuestionar con énfasis. Paradojas de la política nacional.
Pero hay otros factores que al reutemismo parecen haber molestado: por una parte la sensación de abandono que dicen recibir del gobierno provincial y la irrupción de un posible candidato inesperado, de fuste y lustre, como el ex canciller Rafael Bielsa. Es decir, parecería que para el reutemismo un escenario tan chico para tantos actores (aunque algunos sean de reparto, incluso en el seno del mismo sector que lidera Reutemann) no aseguran condiciones para una obra bien representada. Será por eso que el senador dijo no, aunque se sugiera ahora que el tiempo o el fusil AKA 47 que el presidente Kirchner pudiera ponerle en la cabeza al senador le haga cambiar la penúltima vocal por la antepenúltima y del no se pase al “ni” y más tarde sea un sí. La pregunta es si más tarde no será demasiado tarde para un Reutemann que —si bien conserva su prestigio— no se muestra en sociedad y al que los adversarios esperan para seguir socavándolo a veces con figuras sólo existentes en las estrategias políticas.
Lo que no tendrá en todo caso el presidente Kirchner, si el peronismo santafesino sigue en estas cavilaciones y especulaciones, será la varita mágica del triunfo en Santa Fe, porque como ha quedado demostrado en las últimas elecciones, el cayado presidencial es insuficiente para arrear al electorado santafesino. Semejantes nubarrones de incertidumbre, operaciones y divisiones políticas, idas y vueltas, dentro del justicialismo, que ya no pueden disimularse, y una confusión que apabulla a más de uno, no han logrado sino fortalecer más las posibilidades del socialismo. “Justo —dice un dirigente peronista y con razón— cuando el gobierno de la provincia había alcanzado niveles de gestión muy bueno y un marketing político aceptable”.
Se vienen los trabajadores
En este frágil marco, el próximo miércoles, en coincidencia con la celebración de un nuevo aniversario de la muerte de Eva Perón, ocurrirá en Rosario un hecho trascendente para la vida interna del justicialismo. Se relanzarán las 62 Organizaciones Peronistas, brazo político del gremialismo. No será un acto más, es posible que el episodio sea el inicio de un movimiento político decisivo puertas adentro y afuera de la comunidad peronista. La importancia del acto, que comenzará a las 18 en la puerta del Sindicato de la Carne, y sus consecuencias, estará dada por la presencia de los dirigentes que a él acudan. Según los organizadores estará presente nada menos que el ministro de Trabajo de la Nación, Carlos Tomada, el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, el secretario de las 62 a nivel nacional, Gerónimo Benegas; el gobernador Jorge Obeid, legisladores nacionales, entre ellos Graciela Camaño y José María Díaz Bancalari y figuras históricas, como Antonio Cafiero. Por otra parte, el acto será televisado para todo el país por un canal porteño.
¿Qué significa esto? Es mejor tener en cuenta lo que al respecto dice un militante no pertenciente a las filas gremiales: “Bueno, últimamente los muchachos fueron convidados de piedra para que algunos vivos, a quienes no se les cae una idea ni son votados por la mamá, se encaramen en el poder para beneficiarse ellos. Es hora de que en partido participen los trabajadores, que para Perón siempre fueron un sector fundamental”. La verdad es que a esta sentencia hay poco que objetarle, casi nada.
El justicialismo santafesino, en todos los sectores, muestra figuras ineficaces, ineficientes, verdaderos lastres políticos, que venden cajas con moño, pero sin contenido, y que si obtienen el voto de sus progenitores es un verdadero milagro. Y como dicen los venderos ambulantes y algunos militantes: “¡Y como si esto fuera poco, señores, hablan y son funcionarios!” Es así que se vienen los trabajadores y quieren tener voz y voto. Es bastante justo, porque si aquellos políticos que no alcanzan a reunir diez votos en el mejor de los casos, tienen protagonismo, ¿qué no tienen derecho a pedir aquellos que manejan estructuras importantes como los gremios?
Por otra parte, la sensatez y espíritu de acuerdo que no tienen algunos políticos peronistas por estos días parece sobrarles a los dirigentes gremiales. El flamante secretario general de las 62 Organizaciones de Rosario, Oscar Daniele, dijo que “en una primera etapa, nuestro propósito es instalar el pensamiento y la opinión política de los trabajadores, sin tomar parte en las líneas internas. Queremos hacer todos los esfuerzos para la unidad del justicialismo en la provincia”.
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