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domingo,
23 de
julio de
2006 |
Adultos mayores: el valor de la amistad
De la definición de salud que da la OMS se desprende la idea de que no es solamente la ausencia de enfermedad, sino que incluye otras variables como el bienestar psicológico, físico y social. Por lo tanto, la salud del adulto mayor no debe pensarse sólo en relación con las condiciones físicas. De hacerlo así caeríamos en reducir a la persona solamente a un cuerpo que funciona bien o mal, sin considerar las otras instancias, es decir lo psicológico y lo social. Sería una visión reduccionista pensar al adulto mayor sólo como un cuerpo sano o enfermo.
Si bien en el envejecimiento se presenta un desgaste general de las funciones del organismo, esta situación no invalida el deseo de proyectos de vida e interacción con el entorno. Una buena salud implica un equilibrio entre estos pilares que cuando funcionan de manera armónica reflejan un envejecimiento positivo. No podríamos decir que un mayor con buena memoria, por ejemplo, que vive aislado y sin contactos sociales goza de una buena calidad de vida. Tampoco si físicamente su cuerpo lo acompaña en sus actividades diarias, pero la mayor parte del día se encuentra solo y sin compañía. En ambos casos el equilibrio biopsicosocial no se lograría.
Los contactos sociales son importantes a cualquier edad, pero en esta etapa tienen ciertas particularidades: son los mejores predictores de la salud y del bienestar subjetivo y ayudan a afrontar las dificultades. Además, permiten compensar las pérdidas que aparecen en este período ganando nuevos vínculos. Las personas que pertenecen a grupos sociales, ya sean voluntariados, clubes de jubilados e instituciones de enseñanza para la tercera edad mantienen un mejor estado de salud que quienes viven socialmente aislados.
Estos espacios son considerados promotores de salud en la vejez y formas de redes de apoyo social. Si bien la amistad se relaciona con la juventud, entre los adultos mayores tiene una vital importancia mantener y entablar, en lo posible, amistades nuevas. Los grupos sociales cumplen la función de apuntalamiento y contención emocional, refuerzan la autoestima, promueven un bienestar subjetivo y un sentimiento de pertenencia.
Uno de los factores de riesgo principales del deterioro en la calidad de vida en la vejez es el aislamiento social que conduciría a la falta de nuevos proyectos. El cine da algunos ejemplos como la película "Elsa y Fred" en la que se pone de manifiesto la importancia de la amistad entre dos adultos mayores. A través de las redes sociales los mayores confirman ser parte de la sociedad, al mismo tiempo que se amplían sus roles dentro de la misma. La primera red de apoyo estaría configurada por la familia, pero los vínculos sociales posibilitan asumir roles no familiares que la sociedad ofrece a través de la participación de agrupaciones diversas, y que enriquecen la propia identidad. Su "ser social" no se agotaría en el rol de "abuelo" .
El hecho de pertenecer a un determinado grupo posibilita al adulto mayor contar con un otro significativo por quien se siente reconocido, y que lo acompañará en este proceso de cambios que implica transitar la vejez. Los vínculos amistosos a esta edad funcionan como protectores de la salud y aumentan la expectativa de vida. Por lo tanto, contar con un amigo en esta etapa significará tener alguien en quien confiar y a quien escuchar, al mismo tiempo de sentirse escuchado lo que repercutirá positivamente en la salud integral.
María Cristina Burgués
Psicóloga
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