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 sábado, 22 de julio de 2006  
Entrevista
Rafael Iglesia: "No digan que no les avisé"
La literatura y la experimentación forjaron y le dieron sustento a la obra de Rafael Iglesia. "Lo mío es la denuncia", afirma.

Aníbal Fucaraccio

Rafael Iglesia sigue acumulando premios y reconocimiento por el mundo. Las distinciones y los viajes signaron la última etapa de su carrera. El arquitecto rosarino llevó durante este año su conocimiento y su obra a facultades de México, Ecuador, Perú, Colombia y Noruega, sólo por citar los destinos más recientes. Y en octubre va a dictar un curso en la Universidad de Berkley. Indudablemente ha logrado cruzar todas las fronteras con su talento creativo. Pero eso tiene su precio. "Tuve 21 vuelos en 40 días y terminé muy estresado. Lo que me pasó es que estaba aceptando todo lo que me ofrecían y me pasé de revoluciones. Ahora voy a seleccionar los viajes", comentó.

Frontal e irreverente, Iglesia se ubica en una etapa analítica de su transitar. "Todo lo que me está pasando debería haberme sucedido diez años antes", reconoce. Su visión, forjada entre la literatura y la experimentación, comulga en la actualidad atrevimiento y madurez. Una combinación sugerente. Y algunas de sus obras comienzan a ser objetos de culto. "Lo mío es la denuncia", asegura.

-¿Por qué creés que sos el único arquitecto rosarino que tiene ese reconocimiento en el exterior?

-Porque lo que hago no lo hace nadie. Yo hago otra cosa, no sé si es arquitectura. Aunque no lo sé definir. Creo que lo principal es que no miro lo que hacen los demás, hago lo que quiero.

-¿Esa es la llave para trascender?

-Uno de los grandes problemas que tenemos es que nos estamos mirando demasiado entre nosotros, y todo es igual. Quizás por eso, cuando hago algo parece novedoso o una genialidad. Pero en realidad es una cosa primitiva que hace mucho que no se hace, nada más.

-¿Cómo son las respuestas a tus presentaciones?

-Siempre son diferentes, pero buenas. Donde más impresionó fue en México, porque ellos son también latinos. Y otro país que me sorprendió fue Noruega, allí me dí cuenta que mi trabajo es muy noruego.

-¿Por qué?

-Hay muchas cosas primitivas de ellos que yo las trabajé intuitivamente en mi taller. Pude observar techos de madera y formas de trabajar ese material que eran muy similares a las que desarrollé en maquetas. Por eso les dije que yo era la prueba de que los vikingos llegaron a América antes que los españoles. Me ofrecieron dar clases un año pero les dije que no porque perdería toda la clientela de acá y aparte me gusta mucho estar en Rosario. Así que arreglé ir dos semanas a fin de año.

-Desde lo disciplinar, ¿qué te piden cuando te invitan a esos lugares tan distantes?

-El decano de la facultad de Noruega me decía que me llevaba para que descontracture a los estudiantes. Entonces le respondí que para eso era la persona ideal. Pero si me pedía que los organice, le advertí que iba a tirar la plata.


Diez años de atraso
-¿El desgaste que sufriste es el precio de la fama?

-Todo lo que me está pasando debería haberme sucedido diez años antes. Eso es lo que le achaco a la facultad.

Porque un profesional que tiene condiciones, siempre va a terminar desarrollándose. Lo que pasa es que si hay una buena facultad te desarrollás a los 30, si no, recién te avivás a los 40 ó 50. Te hacen perder mucho tiempo.

Por eso les digo siempre a los estudiantes que se reciban lo antes que puedan porque después se autoeducan.

-¿Realmente es así?

-Recién me enteré lo que era la arquitectura a los 40. Llevo diez años de atraso. Y ahora estoy haciendo una vida que me cansa y entonces me tengo que cuidar. Debo dejar de fumar y otros vicios...

-¿Vinculás a algún hecho particular tu despertar arquitectónico a los 40?

-La literatura me produjo ese "clic". Todo lo que me motiva está fuera de la arquitectura. Yo no miro arquitectura. No voy a ver obras de nadie cuando viajo. No me interesa. Lo que me gusta es reparar en el diseño callejero, lo que no está catalogado, la utilización de la madera o exposiciones de arte.

-¿Tenés secretos en el arte de proyectar?

-Experimento todos los días. Hoy existe la formación constante. No te podés quedar con lo que sabés. Antes no era así, había un librito que decía lo que había que hacer, lo que estaba bien y lo que no. A mí me gusta diseñar. Ya sea un tenedor, un afiche, una casa o una ciudad. Me da igual. No existe el trabajo chico.

-Se te reconoce una obra compacta y muy sólida, ¿por qué no tenés más?

-Porque por mi personalidad no agarro cualquier trabajo y porque al rosarino no le gusta correr riesgos en cuanto al diseño.


"Rosario no tiene centralidad"
Iglesia es un observador agudo, ácido e irreverente. Su espíritu sobrevuela caprichosamente la incorrección. Atraviesa el límite de la formalidad sin complejos. Su bagaje intelectual le da sustento y rienda suelta a sus conceptos. Por eso, se anima a poner a Rosario y a sus profesionales bajo la lupa. "En esta ciudad hay arquitectos que miran las revistas de Buenos Aires, ven que lo edificios nuevos vienen con pileta en la terraza y lo copian. Otros suponen que un departamento es de categoría cuando le ponen carpinterías caras. Y en realidad, si hay cuatro departamentos por piso, ya no es de categoría. Es un Fonavi con vista al río. Por avenida Libertad, los edificios son de categoría. Pero por Weelwright son todos Fonavi con un palier de mármol y no tienen ni persianas.

-¿Dónde está la buena arquitectura en Rosario?

-En las casas. En realidad, la arquitectura media de Rosario es buenísima. Es una de las mejores que he visto, incluso por arriba de muchas ciudades europeas. Pero hay pocos edificios buenos, sobre todo por la especulación inmobiliaria. Eso pasa en todo el mundo.

-¿Cómo ves la ciudad?

-Muchos la pintan como que tiene un enorme crecimiento y no es tan así. Nunca estuvo tan mal y no está tan bien. Cuando vengo en avión a Rosario, bajan cinco o seis personas. En Neuquén bajan 50 ó 100. Además, Rosario tiene cien mil habitantes menos que en el •95. Esa es una estadística de la Municipalidad que sale por Internet. Por otro lado, estamos aprovechando la soja que es un monocultivo, así que en algún momento va a venir una época de vacas flacas.

-¿Entonces no creés en el boom de Rosario?

-Es que Rosario no tiene centralidad. Y una ciudad que tiene atractivo se mide por ese aspecto. La centralidad no es la cantidad de habitantes que vive en el centro, sino la cantidad de gente que entra y sale de la ciudad durante el día.

-Entonces, ¿por qué se dice que anda tan bien?

-En realidad la ciudad anda bien porque ha tenido gobiernos honrados, sin distinción política. Y creo que a pesar de que se pueden hacer mejor las cosas, el intendente que tenemos ahora es el mejor porque tiene capacidad técnica y de trabajo. Además, esta administración tiene un concepto claro del espacio público.

-¿Por qué siempre hacés hincapié en la relación de la ciudad con el espacio público?

-Porque es lo que diferencia un caserío de una ciudad. Buenos Aires cuando tuvo la oportunidad, en vez de plantear el Scalabrini Ortiz hizo Puerto Madero. Rosario podría haber hecho torres en ese espacio propicio pero no lo hizo. No hizo negocios y pensó en la ciudad.

-¿Advertís un excesivo celo contra las construcciones en altura en los grandes espacios urbanos recuperados?

-La ciudad americana es heterogénea. Yo trabajé en las bases de Puerto Norte y pedía que sea una respuesta heterogénea. Así es este continente. Nueva York, la capital del mundo, también es así.

-¿Por dónde pasan los nuevos conceptos de ciudad?

-A la ciudad hay que repensarla en otros términos. Hay preguntas que corresponden al orden filosófico que los planificadores tendrían que rever. ¿Quién sabe cómo va a ser la ciudad dentro de 10 años? Sin embargo, viene un planificador y abre una avenida como si se fuera a circular más, cuando en realidad con Internet hay menos tránsito de personas y mercaderías y aumenta el flujo de información. Ya no hace falta trasladarse porque se maneja todo por internet.

-¿Qué análisis hacés de la nueva reglamentación sobre bulevar Oroño?

-Que en Oroño se quiera hacer propiedad horizontal es porque la burguesía se comenzó a expresar en los countries. Antes se expresaba en el bulevar. Ahora le permiten un poco más de altura a las casas. Entonces se van a ver las casonas con un firulete en la cabeza.

-¿No coincidís con la política de Patrimonio?

-Es que está equivocada. Los catalanes tienen la casa de Gaudí en pie, porque hay gente que paga cinco euros para entrar a verla. Si no, ya hubiesen hecho una torre. Es una ecuación económica. Si se consiguen mil personas que vean una obra de nuestra ciudad por día, no hay que tocarla, hay que restaurarla. Pero al Castagnino yo nunca vi a nadie que vaya a verlo.

-¿Qué obras de la ciudad te gustan?

-Las de Augusto Pantarotto, y algunas de Luis Caffaro Rossi, Gerardo Caballero y Marcelo Villafañe. Me gusta algo de cada uno.


"La arquitectura, sin rumbo"
La palabra de Iglesia es una voz autorizada para analizar lo que pasa en la arquitectura mundial. "La arquitectura está sin rumbo. Por eso nos están mirando a nosotros. Todo es igual. Todo es lo mismo. No hay nada que sorprenda", aseguró.

-¿Por eso se le dio el premio Pritzker a Paulo Mendes da Rocha?

-Creo que fue un premio muy merecido. Lo de Mendes es racionalismo y eso se terminó con él. Angelo Bucci lo lleva al extremo. Pero hace falta otra cosa.

-¿Ves en algún lugar una nueva semilla?

-Los arquitectos jóvenes mexicanos son muy buenos.

-No tenés una visión muy optimista.

-Es que esta es una sociedad que está tirando a hacerse medieval, con el aporte de la tecnología. El hecho de agruparse en los barrios cerrados lo confirma.

-¿La arquitectura tiene herramientas para cambiar eso?

-No sé si lo puede cambiar, pero estoy seguro que tiene el poder de denunciar. Porque todos los modelos se expresan a través de esta disciplina. Eso es lo que hago, lo mío es la denuncia. En mis obras siempre quiero decir: "No digan después que no les avisé".
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Iglesia ganó cinco premios La Capital/Arquitectura otorgadas a las mejores obras construídas en Rosario y su zona de influencia durante los últimos diez años. Las categorías en disputa fueron seis.

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