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 miércoles, 05 de julio de 2006  
El caballo como puente de rehabilitación física y emocional
La equitación adaptada o equinoterapia brinda efectos positivos a chicos con discapacidad. La importancia del trabajao interdisciplinario

Florencia O'Keeffe

La relación con el caballo fomenta el bienestar general, ayuda a superar los miedos, favorece la autoestima y el control emocional, fortalece la musculatura y mejora el equilibrio. Por eso, para niños y jóvenes con problemas físicos, neurológicos o psíquicos, la equitación adaptada o equinoterapia, se ha convertido en una actividad terapéutica cada vez más buscada. En Rosario, un grupo interdisciplinario formado por una profesora de equitación, un médico y una preparadora física trabaja desde hace varios años en profesionalizar la actividad y fomentarla, ya que la experiencia local -así como en otras partes del mundo- da cuenta de los beneficios de esta práctica. En octubre, y por primera vez, chicos rosarinos representarán a la ciudad en las tradicionales Olimpíadas Especiales.

Los miembros de la Asociación Argentina de Actividades Ecuestres para la Discapacidad, que junto a nueve ONG de la zona conforman la Federación de Deportes Adaptados de la ciudad de Rosario, hacen hincapié en la necesidad de la interdisciplina en la equitación adaptada: "Para obtener buenos resultados tanto en el área mental como física es imprescindible trabajar la equitación sobre una base científico médica", explica Alberto Gatti, médico clínico que trabaja en la actividad.

"Es un deporte y por eso lo vinculamos con el juego; los chicos lo viven con alegría y a medida que lo practican con continuidad observamos respuestas desde el punto de vista de los vínculos y en cada una de las actividades cotidianas, como por ejemplo en la escuela. Los resultados terapéuticos de esta práctica en niños con retraso mental, parálisis cerebral, hipotonía, autismo, hemiplejia, síndrome de Down, problemas neurológicos o de motricidad están probados científicamente", destaca Liliana Fornés, directora de la Asociación y profesora de equitación.

Los movimientos tridimensionales del caballo estimulan los músculos y las articulaciones y hasta la temperatura corporal del animal (alrededor de los 39º) favorece el contacto y proporciona beneficios tanto en lo físico como en lo psicológico. "Un niño que siente que puede dominar al animal, que observa que maneja las riendas en algún aspecto de su vida, se siente fortalecido en su autoestima", agrega Fornés. "Hasta se logra que arriba del caballo no se perciban diferencias entre los chicos", ejemplifica Gatti.

En definitiva, lo que buscan los profesionales que trabajan en esta área es ofrecer una mejor calidad de vida a niños y jóvenes con dificultades, lo que además se traduce en mejores condiciones para toda la familia. "Es estimulante escuchar a los papás o a los hermanos hablar sobre la evolución de un chico a partir de la equitación adaptada. No sólo vemos efectos en la postura, en la elongación muscular o en el tono muscular", destaca Fornés.

"El otro día nos emocionamos al ver cómo un chico ayudaba a su hermanita que tiene problemas de salud en los ejercicios de elongación, palmo a palmo con la profesora de educación física", agrega Gatti.

Para practicar equitación los chicos no necesitan requisitos especiales pero sí la autorización de su médico de cabecera y una posterior evaluación por parte del médico que integra el grupo interdisciplinario.


Una rutina probada
Antes de iniciar la práctica propiamente dicha con el animal, se establece una rutina de ejercicios y juegos, adaptados a las posibilidades de cada alumno, por parte de una preparadora física. Mariela Alaniz, que se dedica a la entrada en calor, dice que desde el juego en el piso se va fomentando la confianza, para que luego, sobre el caballo, el niño se sienta a gusto y seguro.

Los especialistas destacan, que en general, los chicos no le temen al caballo. "Esto se vincula con la reacción de los padres frente al animal, si ellos son temerosos pueden transmitir estos miedos, por eso es tan importante que detrás de esta práctica haya un profesional que brinde seguridad a los padres y que posea animales adiestrados para estas tareas, bien alimentados y con libreta sanitaria", puntualiza Gatti.

La recomendación es que la equinoterapia se practique una o dos veces por semana porque la continuidad es esencial en los resultados. Los integrantes de la Asociación hacen aquí un paréntesis ya que sufrieron hace dos años el robo de varios animales entrenados cuando funcionaban en el Hipódromo. Luego tuvieron que trasladarse hasta las actuales instalaciones de Ovidio Lagos al 6100, lo que dificultan la llegada a chicos de distintos puntos de la ciudad. "Tenemos padres que se toman hasta tres colectivos para traer a sus hijitos. Eso no se puede sostener en el tiempo, es demasiado esfuerzo", dice Alaniz.

Por eso solicitan a las autoridades municipales para que analicen la posibilidad de otorgar un espacio público, en un área urbana, dedicado a todos los trabajos vinculados con chicos discapacitados, una propuesta que por el momento no tiene fecha de concreción. "Necesitamos un galpón, aunque sea pequeño, para que los chicos puedan trabajar con el caballo los días de lluvia y mucho frío; también arena para hacer algunas prácticas específicas. Lamentablemente muchos de los niños que concurrían al Hipódromo han dejado de venir y los papás nos dicen con tristeza que habían avanzado y ahora han dado marcha atrás", confiesa con pena Fornés.


En la historia
Cuatrocientos años antes de Cristo, Hipócrates, ya recomendaba la equitación "para regenerar la salud y preservar el cuerpo humano de muchas dolencias". También hacía referencia al impacto de este deporte ya que "la práctica con el caballo al aire libre mejora el tono muscular", decía. Pero fue sobre fines de la década del 50 cuando la equitación adaptada o equinoterapia empieza a funcionar como disciplina sistematizada. Lis Hartel, de Dinamarca, sufre a los 16 años una forma grave de poliomielitis al punto de trasladarse sólo en silla de ruedas y al tiempo con muletas. Ella practicaba equitación antes de la enfermedad, y contrariando a todos, continuó con esa práctica. Ocho años después, en las Olimpíadas de 1952, fue premiada con la medalla de plata en adiestramiento, compitiendo con los mejores jinetes del mundo. Este ejemplo de autoterapia despertó interés por el programa de actividades ecuestres como medio terapéutico, tanto que en 1954 apareció en Noruega el primer equipo interdisciplinario formado por una fisioterapeuta y su novio, psicólogo e instructor de equitación. En 1956 fue creada la primera estructura asociativa en Inglaterra.

En la Argentina, la equitación como terapia comenzó a utilizarse hace 25 años.

F. O´K.
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Compañerismo. Los chicos disfrutan el contacto con la naturaleza y el caballo.

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