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 miércoles, 05 de julio de 2006  
Fraude nupcial. La insólita saga de dos ladrones que arruinaron a un matrimonio flamante en diciembre pasado
Procesan y dejan presa a una pareja que robó todos los regalos de una boda
Se llevaron hasta los pasajes a Cuba e impidieron el viaje de los recién casados. Pero compraron una cámara y se sacaron fotos con ropa de los novios. Cayeron por incautos: usaban tarjetas de crédito y celulares sustraídos

La madrugada del 14 de diciembre le arruinaron la noche de bodas a Diego y a Débora, una joven pareja de barrio La Florida. Aprovecharon cuando toda la familia se divertía en el casamiento para ingresar a la casa y llevarse todos los regalos, ropa, documentos, tarjetas de créditos, pasaportes y hasta los bauchers para el viaje de luna de miel a Cuba. Pero los aguafiestas se pasaron de rosca. A la mañana siguiente, con uno de los plásticos robados compraron en un shopping una cámara fotográfica digital. Después se fueron de vacaciones a Mar del Plata y no dudaron en retratarse luciendo prendas ajenas. Para colmo, una vez que estuvieron bajo proceso judicial exhibieron una factura para probar que habían adquirido de buena fue una cafetera cuando en realidad en el comprobante figuraba el apellido de uno de los invitados al casamiento. Ahora fueron procesados como presuntos autores de hurto calificado y estafa y por las características del delito deberán permanecer detenidos mientras el juicio llega a la etapa de sentencia.

El fallo recayó sobre Juan Carlos Domínguez y Carmen Díaz, pero no está firme ya que su abogado defensor está a tiempo de presentar una apelación ante la Cámara Penal. La pareja fue detenida a fines de enero, junto a otras cuatro personas, entre ellas un vigilador privado, a quienes no se les pudo imputar delito alguno y obtuvieron falta de mérito.

La resolución fue dictada por el juez penal de Instrucción Nº8, Juan José Pazos, y tiene relación con un robo de la modalidad escruche (atracos a viviendas cuando sus moradores no se encuentran), ocurrido la madrugada del 14 de diciembre pasado en Matheu 675. Esa noche se realizaba la fiesta de casamiento de Débora y Diego, una pareja que tenía previsto pasar su luna de miel en Cuba.

Mientras la reunión se realizaba, un grupo de delincuentes se introdujo en la vivienda y se apoderó de todos los regalos (vajilla, electrodomésticos, ropa y equipamiento electrónico), tres teléfonos celulares de la familia, documentación, sus pasaportes, el boleto del transfer hasta Ezeiza, los pasajes con destino a la mayor isla caribeña y todo el equipaje para el viaje.

La investigación del caso, que se desplegó en un expediente de siete cuerpos (unas mil fojas), comenzó con el rastreo de los celulares sustraídos. De ese cruce de llamadas surgieron las primeras puntas que condujeron hacia siete sospechosos, entre los cuales estaban Domínguez y Díaz. Los cinco restantes recibieron falta de mérito, ya que no se les pudieron probar sus participaciones en el golpe. Pero en el caso de la pareja, los primeros indicios llegaron cuando los investigadores descubrieron que habían comprado al día siguiente una cámara de fotos en un local del shopping El Portal valuada en 2 mil pesos.

El aparato fue adquirido con una de las tarjetas robadas y los sospechosos fueron captados por una cámara de video que los dejó la registrados para la posteridad. Pero esa prueba no fue la más contundente, ya que las imágenes no eran del todo nítidas. "Lo que terminó por confirmar esa compra fue una pericia caligráfica realizada con el cupón que firmó uno de ellos. Ese fue el indicio concreto que los vinculó con la compra", comentó una fuente judicial a La Capital.


Allanamiento
Otro dato fuerte de presunción de la participación de los imputados en el robo fue el allanamiento realizado en la vivienda que ocupaban en ese momento. Allí, según fuentes tribunalicias, apareció gran cantidad de electrodomésticos robados, todos reconocidos posteriormente por las víctimas. Con respecto a los aparatos secuestrados, una situación especial se dio con una moderna cafetera. Uno de los imputados, a través de su abogado defensor, presentó en el juzgado una boleta de compra para justificar que había adquirido de buena fe el aparato.

Lo cierto fue que en uno de los márgenes del documento comercial aparecían unas letras que a simple vista parecían un código de marca o de mercadería. En realidad se trataba del apellido de origen alemán de uno de los invitados a la fiesta de Diego y Débora, que estaba impreso a modo de registro o control en la lista de regalos. Esta persona declaró en la causa como testigo y confirmó que había comprado ese artefacto para los recién casados.

Otra cuestión que terminó vinculando a la pareja con el golpe fueron las vacaciones en Mar del Plata. Durante todo el periplo de descanso, la pareja se fotografió con la cámara comprada en El Portal y luciendo prendas que pertenecían las víctimas. Audacia les sobró, precaución no.
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No se salvó de la codicia de los ladrones ni la ropa de la boda.


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