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 miércoles, 05 de julio de 2006  
Fallo por un hecho que dio por tierra con la policía de Sargento Cabral
Condenado por robar y desguazar autos
La sentencia a 10 años de cárcel recayó en Juan Carlos Capriotti. A sus dos cómplices le dieron 5 años

Andrés Abramowski / La Capital

"En el pueblo están todos indignados porque hace lo que quiere. Está tan confiado, que patrocina un equipo de papi fútbol con el nombre Autopartes Capriotti. Incluso, la chata que tiene lleva una inscripción que dice Los pibes choros". Este es uno de los tantos testimonios mencionados en el fallo que condenó a un ladrón y reducidor de autos de la localidad de Sargento Cabral, detenido tres años atrás acusado de comandar una banda delictiva. Sin embargo, el delito de asociación ilícita no fue comprobado por el juez de Sentencia y las condenas fueron dictadas por el robo de cinco autos estacionados en calles de Rosario y otras localidades de la zona y el asalto a mano armada a un camionero.

En un fallo muy demorado en virtud de su complejidad -la Cámara Penal llegó a ordenar, la semana pasada, la libertad de uno de los ahora condenados porque había pasado tres años preso sin recibir sentencia - el juez Luis Giraudo condenó a Juan Carlos Capriotti a 10 años de prisión y a sus cómplices Sergio Omar Gerk y Gabriel Horacio Lezcano a 5 años. También fueron condenados otros tres hombres por su participación en el desguace de los vehículos y la venta de autopartes.

La punta del ovillo que terminó con el negocio montado por Capriotti fue el relevo de los policías que en enero de 2003 trabajaban en la comisaría de Sargento Cabral, pueblo del departamento Constitución donde estaba la base de operaciones del grupo que levantaba Fiat Duna y Uno desde Rosario hasta San Nicolás. Una de las víctimas de esos robos, residente en Fighiera, había denunciado que un policía de Cabral lo había coimeado para devolverle su auto sustraído en Arroyo Seco.

Esa denuncia desembocó en la remoción de la dotación policial de Sargento Cabral y en una investigación que semanas después concluyó con un allanamiento en la casa de Capriotti, entonces de 46 años, chapero de oficio y con acusaciones previas por robo de autos. En su vivienda y en otro taller del pueblo se encontraron unos 2.000 repuestos y autopartes de Fiat Duna y Uno. El hombre fue detenido en Villa Constitución, pero unos días antes habían caído en Coronel Bogado dos cómplices suyos: Gerk y Lezcano. Luego fueron detenidos como sospechosos de partícipes secundarios Esteban A., Juan M. y Darío B.

Capriotti, Lezcano y Gerk fueron condenados por diversos hechos. Uno de ellos fue el asalto denunciado por Angel S. el 26 de septiembre de 2002 mientras circulaba en un camión con otras dos personas por la ruta 90, cerca de Santa Teresa. El rodado, vacío, fue abordado cerca de un paso a nivel por los ocupantes de un Fiat Duna rojo desde el cual efectuaron dos disparos. Dos encapuchados armados bajaron del auto y despojaron al denunciante de su riñonera, en la que llevaba unos 6.000 pesos.

Gerk reconoció haber llevado en su Duna rojo a Capriotti y a Pirincho Lezcano, sabiendo de antemano que iban a asaltar un camión "con la complicidad de uno de sus ocupantes", aunque esta connivencia no pudo ser probada. Lezcano también reconoció su participación, pero luego declaró que la policía lo había obligado a firmar bajo apremios. Sin embargo, el juez no consideró verídica esa rectificación.


Impune
Meses después de ese hecho, el 28 de diciembre de 2002, Leandro C. sufrió el robo de su Duna gasolero en una calle de Arroyo Seco. Al día siguiente un hombre lo llamó para devolvérselo a cambio de 400 pesos porque "trabajaba con nafteros y no le servía", según consta en el fallo. El joven pactó con el desconocido, sin que éste supiera que el teléfono al que se había comunicado tenía un identificador de llamadas.

C. dejó el dinero en un puente de Theobald pero el auto no apareció, por lo que acompañado de dos amigos fue hasta Sargento Cabral y constató que lo habían llamado desde un teléfono público de la plaza, a media cuadra de la comisaría. El joven rastreó su auto por la zona y, en uno de los aspectos curiosos de la historia, terminó demorado porque a un policía de Sargento Cabral le pareció sospechoso. El muchacho respondió que él era en realidad víctima de un robo y pidió que corroborara su denuncia en la comisaría de Arroyo Seco.

Al día siguiente C. recibió otra llamada, pero de la comisaría de Cabral. Le dijeron que su auto había sido hallado y que fuera a buscarlo. Una vez en la seccional, un policía le dijo que para evitar las demoras burocráticas de la inminente feria judicial podía llevarse el auto a cambio de 500 pesos. El joven dijo que no tenía ese dinero y el policía respondió que debía incautar el auto. Finalmente, entregó esa plata y se fue en el Duna, previa recomendación policial de que nunca comentara la situación.

Mientras era demorado por la policía en la ruta 90, Leandro C. vio pasar una camioneta Fiat 125 azul que en el parabrisa tenía esta inscripción: "Los pibes choros". Según el fallo, en ese momento un policía le dijo al joven que el conductor de esa camioneta "robaba autos y que debía tener el suyo, porque se dedicaba a los nafteros".

Al parecer, no sólo la policía sabía del conductor de la Fiat. "Se dedica a robar autos y vender las partes, generalmente de Fiat Duna y Uno. Está tan confiado que patrocina un equipo de fútbol con el nombre Autopartes Capriotti", dijo un vecino, que agregó que el hombre "cuenta sus hazañas", "anda siempre con mucha plata" y "comentó en varias reuniones que ha tirado varios autos en un camino a Cepeda".

Los testigos sindicaron a quienes creían que trabajaban con él en los robos y desguace de los autos. "Capriotti sería el jefe; el del Duna rojo (Gerk), que es un panadero de Bogado, trae los datos de los autos a robar; Pirincho lo acompaña en los robos y Chuki los corta", comentó un vecino, que decía que esto se sabía en el pueblo porque ellos mismos lo contaban. "Todos (en Cabral) lo saben".

El robo del Duna de C. fue corroborado por Lezcano, cuando señaló al juez que además de levantar autos en Rosario una vez lo hicieron en Arroyo Seco.

Al parecer, según el testimonio de uno de los condenados -Juan M.- Capriotti desarmaba los autos en un galpón montado en la casa de la mujer con la que convivía desde hacía un par de años. Allí se cortaban algunos autos y otros eran puestos en marcha por M. a pedido de Capriotti, quien no ocultaba que eran robados.

La Justicia consideró probado que Capriotti y sus cómplices robaron al menos cinco autos a fines de 2002 y principios de 2003: dos Duna en Rosario y otro en Arroyo Seco (el de C.); un Fiat Uno en Rosario y otro en San Nicolás.

Por esta actividad, Capriotti fue condenado a 10 años de cárcel, mientras que Gerk y Lezcano a 5. Y en cuanto a los tres involucrados restantes, la pena fue de 2 años y medio de ejecución condicional. Eso sí: todos fueron absueltos del delito de asociación ilícita. Al parecer, el juez no encontró pruebas de una sociedad entre los seis, sino más bien de tareas coordinadas verticalmente por el que llevaba el volante de la camioneta que decía "Los pibes choros".
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En el taller de Capriotti la policía halló hace tres años numerosas autopartes.


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