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miércoles,
05 de
julio de
2006 |
Viajeros del tiempo
¡Abajo los frailes! En la ciudad de Santa Fe las sociedades obreras se reúnen en un local denominado Centro de Estudios Sociales, especie de "Casa del Pueblo" de esa, donde hasta la fecha se predicaban ideas con toda libertad. Pero hace varias noches pretendió instalarse en ese mismo local la Liga Cristiana Democrática, y un numeroso grupo de obreros socialistas anarquistas prorrumpió en gritos de "¡Viva la anarquía!, ¡abajo los frailes!". Al día siguiente lo más selecto de la sociedad santafesina se reunió en el boulevard Gálvez con motivo de la inauguración de la escuela de Artes y Oficios, y nuevamente aparecieron los anarquistas al grito de "¡Muera Boneo!, ¡abajo los frailes!". La policía intervino y detuvo a 15 revoltosos a los que se agregaron voluntariamente otros diez, y al pasar el grupo por la plaza de España otros anarquistas allí apostados prorrumpieron en gritos de "¡Fuerza compañeros! ¡No van a poder encarcelar nuestro pensamiento", para finalizar con el consabido: "¡Mueran los frailes!". Nuevamente intervino la policía pero esta vez con toda energía y redujo a prisión a otros 25 más, y desbandó al resto. Luego, en la estación Inglesa, a la salida del tren en que partía el jesuita Juan Salaberry, otro grupo de anarquistas empezó a gritar "¡abajo los frailes!", y los numerosos acompañantes que habían ido a despedir al padre contrarrestaron los gritos vivando a la religión. La policía tomará medidas contra el Centro de Estudios Sociales.
Un destacamento de valientes. El correo de Río Grande da cuenta de un bárbaro hecho que comentan los diarios locales y que atribuyen a la escasa cultura de los riograndenses. Luis Longo, italiano, de 35 años de edad, afilador ambulante, sufrió un fuerte ataque de enagenación mental, y alarmada su familia dio cuenta a la policía para que lo condujeran al manicomio. Pero la autoridad, en vez de enviar enfermeros mandó a dos agentes uniformados, y ante la sospecha de que lo querían meter preso, el loco sacó un revólver y les disparó un tiro. Los agentes se retiraron pero poco después se presentó un destacamento completo armado de carabinas, se formó militarmente a pocos pasos de la habitación en que se hallaba encerrado el loco, y el jefe de la fuerza ordenó: "Apunten, ¡fuego!". Se oyó entonces una descarga formidable y Longo, sin intimidarse, comenzó a disparar con su revólver desde la ventana a pesar de la tremenda desventaja. Otra y otra descarga se sucedieron, y así por un lapso de media hora, hasta que dos paisanos mandados por el jefe del destacamento derribaron lo que quedaba de la puerta a martillazos. La fuerza penetró a la pieza atropelladamente y minutos después se retiraron en perfecta formación dejando al pobre loco acribillado a balazos. La colectividad italiana de ese lugar, que concurrió en pleno al entierro del infeliz sacrificado, se encuentra absolutamente indignada con lo ocurrido.
Empate. El viernes jugaron un reñido partido de foot-ball ante una numerosa concurrencia, por un lado el club Atlético del Rosario y por otro el colegio de Newell, quedando empatados en un goal cada uno después de varias alternativas.
Investigación y realización Guillermo Zinni ©
Ver La Capital de 1900, 1902 y 1904
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