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miércoles,
05 de
julio de
2006 |
Un sueño hermoso
En ese sueño la Argentina era una de las principales potencias mundiales. El presidente era un hombre inteligente, educado y respetuoso, aun con los adversarios. Curiosamente, recuerdo que se llamaba José. Y los argentinos, sin divisiones ni rencores, disfrutábamos el presente y mirábamos al futuro con esperanza y con ilusiones comunes. Creo que por eso predominaba un clima festivo. Como todos los sueños, ese tuvo su despertar y debí volver a la realidad cotidiana. Me gustaría repetirlo, pero me parece que sueños tan felices e irreales se producen muy raramente, como máximo alguna vez cada cuatro años.
Roque Sanguinetti
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