Fumar, una costumbre (II)

Quiero referirme a la carta de la lectora María Ferreyra, titulada "Fumar, una costumbre", en la que defiende que en los bares no se respete la prohibición de fumar porque el café y el cigarrillo forman parte de nuestra "idiosincrasia" y de nuestras "costumbres" culturales más "agradables". Pregunto: ¿la "idiosincrasia" y las "costumbres" de quién?, ¿"agradable" para quiénes? Respuesta: para los fumadores. La lectora generaliza los hábitos de un grupo con el que se identifica y pretende que todos compartan sus propios criterios. Ignora olímpicamente a todos los no fumadores que no tenemos ningún problema en que los fumadores ejerciten su vicio, pero siempre que no nos perjudiquen a nosotros. Continúa la lectora mencionando el hecho de que todos tengamos que soportar las emisiones contaminantes de vehículos que circulan por la calle. Segunda pregunta: ¿qué tiene que ver? Eso no justifica que se fume en lugares compartidos con no fumadores. ¿O aceptaríamos que los empresarios del transporte se escuden en el hecho de que se permita fumar en lugares públicos para desentenderse de la parte del problema de que son responsables? Con estos razonamientos no se soluciona nada. Por último, la lectora desacredita a los políticos porque opina que este tipo de leyes absurdas solamente justifica sus sueldos. Muy bien. Entonces, que no se legisle en absoluto. O que la lectora explicite qué considera absurdo, y se legisle de acuerdo a su criterio. El único acierto de la lectora dentro de su abundancia en falacias lógicas es que Argentina no es ni Suecia ni Suiza. No sólo por razones geográficas, sino fundamentalmente porque en esos países está fuera de discusión el hecho de que la libertad de uno está limitada por el derecho de los demás.

Andrés C. Argutti, DNI 23.674.666