Año CXXXVII Nº 49158
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales
Ovación Mundial


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 25/06
Mujer 25/06
Economía 25/06
Señales 25/06
Educación 24/06
Estilo 24/06
Autos 22/06
Página Solidaria 21/06

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 02 de julio de 2006  
Un lugar de aprendizaje
Es uno de los centros culturales más jóvenes y activos de la ciudad. Carlos Núñez, su director, explica los objetivos de la institución de barrio Tablada

Osvaldo Aguirre / La Capital

Desde fines de 2002, cuando abrió sus puertas en Virasoro 39 bis, barrio Tablada, la Biblioteca Popular Pocho Lepratti sostiene una intensa actividad. La publicación de un libro -"Pocho vive"-, la realización de talleres, la promoción de diversas actividades educativas, la organización de una biblioteca en rápido crecimiento, la apertura de un anexo para el funcionamiento de un taller de serigrafía y la organización de debates y conferencias son los principales registros de la institución, que tuvo como uno de sus impulsores a Rubén Naranjo, uno de los grandes hacedores culturales de Rosario, y que actualmente se encuentra bajo la dirección de Carlos Núñez.

El salón principal de la Biblioteca lleva precisamente el nombre de Rubén Naranjo. En la parte trasera del edificio funcionan los talleres, dirigidos fundamentalmente a niños y jóvenes de barrio Tablada. Y pintada en el frente, la figura de Claudio Pocho Lepratti, el militante social asesinado por un policía en una escuela de barrio Las Flores en diciembre de 2001, recibe a los visitantes. Carlos Núñez accedió allí a esta entrevista con Señales.

-¿Con qué objetivos comenzó la Biblioteca?

-Nosotros trabajábamos con unos talleres sobre desocupación que se hacían en ATE. Después de que lo matan a Pocho los propios integrantes del taller nos propusimos la realización de un trabajo social destinado a la comunidad. A partir de ahí se fueron conformando los primeros grupos de trabajo y se hizo un relevamiento del barrio, con unas 250 encuestas, para ver cuáles eran las necesidades. Tuvimos la suerte de que Rubén (Naranjo) aceptara ser director de la Biblioteca y de que nos ayudara a conformar este espacio y nos enseñara con su pensamiento tan amplio. Hay muchísimas cosas de esta Biblioteca que están consustanciadas con él y por eso lo sentimos como que está presente. Durante el primer año y medio se trabajó casi exclusivamente con los más chicos. Después se hizo un espacio de vinculación con los adolescentes. Cuando abrimos teníamos 400 libros. Hoy tenemos 13 mil, la mayoría producto de donaciones de la gente, de las instituciones. Ahora estamos catalogando esos libros para que estén a disposición no sólo de los vecinos sino de todas las organizaciones sociales. Tenemos unas cuantas valijas viajeras que salen para distintas instituciones que a veces tienen dificultades para contar con material.

-¿Por qué le pusieron el nombre de Pocho Lepratti?

-Por un lado fue un reconocimiento a una trayectoria en lo que nosotros consideramos que debe ser el trabajo social: un trabajo de hormiga, un trabajo que no se ve cotidianamente y se da de a poco, apuntando a transformaciones y a un proyecto colectivo. Pocho era un tipo super humilde, que nunca quería hablar de él sino del trabajo que hacía con los pibes. Es un ejemplo de los tantos trabajadores sociales que hay en muchos lugares, pero de los que no se tiene una dimensión de lo que son y de lo que hacen. Lo primero que hicimos fue invitar a los chicos que trabajaban con Pocho en Ludueña, los chicos de La Vagancia, y cuando se proyecta que la biblioteca debía llamarse Pocho Lepratti se lanza la idea de hacer un libro sobre Pocho. La biblioteca se crea en octubre de 2002 y en noviembre sale la convocatoria a escribir trabajos para lo que sería el libro.

-¿Los talleres se definieron a partir de los problemas que veían en el barrio?

-Al principio hicimos esa encuesta para ver cuáles eran los problemas mayores del barrio y con qué recursos contábamos. Había cosas para las cuales tampoco teníamos material humano para trabajarlas. Tenemos unos diez talleres abiertos, pero la mayoría están dados por vecinos del barrio o compañeros que no es que tienen una formación pedagógica y son docentes, sino que con ellos venimos trabajando en formación y capacitación en educación popular. Eso va determinando lo que podemos trabajar. En apoyo escolar tenemos a Natalia, que es maestra rural y se viene todas las veces que están los talleres desde Capitán Bermúdez, con mucha voluntad, con muchas ganas. Las otras compañeras en apoyo escolar son estudiantes de la facultad o del Polimodal, del barrio, que ayudan a los chicos. A veces tenemos dificultades con la demanda de las madres que vienen o de las maestras. Preguntan si esto es particular, y no, no es particular, es un espacio donde queremos apoyar a los chicos en aquellas actividades donde tienen dificultades y donde queremos que puedan pensar cómo resolver sus problemas en conjunto. Ahora estamos trabajando en el armado de un equipo de comunicación popular, algo que apunta por un lado a cómo difundir lo que se produce en la Biblioteca, para que vayan acercándose nuevos sectores, y a cómo comunicarnos con los socios. También estamos trabajando en proyectos audiovisuales con un grupo de chicos de entre 14 y 20 años, que ya hicieron un video sobre el tema de la memoria. Por el otro lado está la cuestión de pensar espacios de comunicación alternativos donde la gente del barrio pueda sentirse reconocida en cosas que a veces no se encuentran en los medios masivos.

-¿Cómo les fue con el libro sobre Pocho Lepratti?

-Se agotaron la primera edición, de mil ejemplares, y la segunda, de dos mil. La mitad de la primera edición se regaló a organizaciones y espacios comunitarios. Ahora la última reserva que hay se va a usar para una presentación que se hará el 4 de agosto en Buenos Aires. en el anfiteatro de Ate con el video "Pochormiga", de Francisco Matteozzi y el cedé que reúne las canciones sobre Pocho.

-¿Cómo funciona internamente la Biblioteca?

-Todos los jueves tenemos un taller de reflexión interna. Los distintos grupos comparten el funcionamiento de la Biblioteca, cómo viene, qué cosas hacemos bien, qué cosas no hacemos bien, qué pasa en cada taller, de qué manera podemos trabajar colectivamente. Es una especie de asamblea abierta donde a su vez vamos viendo y pensando las distintas acciones y hechos a seguir. Ese espacio nos permite repensar nuestras prácticas y crecer juntos, para que lo que se desarrolla en un taller no sea algo desprendido de lo que ocurre en el resto de la biblioteca y funcionar con objetivos comunes, con ideas elaboradas entre todos.

-¿Cómo definirías la concepción de la Biblioteca?

-Básicamente, hay tres líneas articuladas entre sí. En primer lugar, la cuestión de la subjetividad. El modelo actual, la época actual, condiciona para que las cuestiones subjetivas apunten hacia el individualismo, la no participación, el éxito y nosotros pensamos, humildemente, en una construcción de subjetividad donde se generen posibilidades de personas más solidarias, más activas, más participativas, para pensar los proyectos colectivamente y en función de intereses grupales. Lo otro que tiene que ver con esto es lo político, pero lo político no entendido como lo partidario sino en el sentido de cómo pensar que el ejercicio de la política no queda en manos de los políticos tradicionales sino que todos tenemos la posibilidad de transformar nuestras vidas en distintas cosas. Política es también cómo nos vinculamos, qué cosas queremos, cómo planteamos distintas maneras de relacionarnos. Y el otro punto que para nosotros es muy complejo es el del conocimiento. Parece que el conocimiento siempre ha estado en manos de los que supuestamente saben. Acá tratamos de rescatar el saber que trae cada uno y de alguna forma ir pensando entre todos otra forma de articulación de los conocimientos, entre lo que cada uno trae, entre los compañeros que se acercan desde otros lugares, como la facultad o el campo docente, y ver de eso que se produce cómo se va construyendo un nuevo conocimiento. Nosotros pensamos a la Biblioteca como un espacio de aprendizaje, no de aprendizaje para los que vienen de afuera sino donde todos tratamos de aprender. No hay un programa que baje ya armado sino que queremos ver de qué manera podemos ir construyéndolo.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Un taller de apoyo escolar con chicos del barrio. La biblioteca apuesta al trabajo colectivo.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados