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domingo,
02 de
julio de
2006 |
Lecturas: Esa lengua que incomoda
Lisy Smiles / La Capital
Mezcla de amuleto con moda, hoy urbano pero tan tribal como entonces, el piercing es un artefacto que, según los entendidos, produce más placer que dolor. Los hay estéticos (obligo, entrecejo) o sensuales (lengua o clítoris). En el mundo de Viviana Lysyj es el título de su novela que, justamente, intenta pivotear entre estas características.
"Piercing" es una novela actual, con cierto aire de coro, en tanto su estructura está armada desde los personajes que hablan y se rozan por lazos familiares o de vecindad. Todos intentan ser protagonistas, al menos lo son en cada capítulo que encabezan y que hasta pueden ser leídos por separado como relatos cortos. Pero cierta atmósfera de un tiempo crítico los une, los acerca.
En lo estético, esta novela podría compararse con un fresco o un mural, con cierto aire posmoderno, donde los caracteres fuertes de personajes o sus ribetes dramáticos están fuera de la trama. El registro que se observa es claramente eso: una observación, donde se mezclan historias de mujeres varias (hermanas y sobrinas) que bucean sin llegar al conflicto sobre cierta levedad impuesta desde un relato que las antecede. Ellas viven sus días en un momento crítico. En cuanto a los hombres de la novela todos buscan algo nuevo, aunque más no sea revivir en el mundo de Eros. Eso sí, ningún personaje tiene nombre, por lo cual sus identidades se autoconstruyen a medida que la novela avanza.
La iniciación sexual, ser o no parte de una tribu urbana, exhibir cierto progresismo ideológico o deseo siliconado, de acuerdo a la edad o historia de vida personal, hacen que los personajes en danza aporten a ese fresco o mural. En lo sensual, Lysyj se esmera por darle una oportunidad al erotismo, a veces tan sólo individual (como en el caso de la madre y el padre de dos niñas con las hormonas sueltas al viento, que buscan la posibilidad de sexo por fuera de la pareja) o con cierto tinte político, como el encuentro de una rubia (¿tarada?) con un piquetero. Ahí, por ejemplo, se cuela el folletín o la novela, todo condimentado con acertadas pinceladas de humor e ironía.
Entonces, una niña que dibuja lenguas con piercing mientras intenta develar si los besos dan asco o placer, una hermana que aprovecha que ya lo develó y los padres de ambas que intentan buscar nuevos horizontes ya que la revolución se alejó, integran el casting final. Junto a ellos, esa madre tiene dos hermanas que se las traen. Una cineasta, que rechaza el sistema y quiere ir por los bordes pero dentro de la estructura ideológica con un novio documentalista; y otra que, a pesar de sus años, conserva la virginidad como un tesoro que por momentos la atrapa y por otros la empuja a sentirse casi una diva sexual. Completa los lazos fraternos un varón que vive en el sur junto a una mujer rescatada, cual valiente caballero, de un puticlub de Amsterdam. Sobre ellos, los padres o los abuelos, depende de dónde se mire la historia.
Ellos son los encargados de recordar que hay un pasado, donde la mujer se bancó criar a sus hijos tragando angustias y un hombre al que, tras lo áspero de inmigrar a este país, nada le resulta demasiado dramático, salvo aquella partida. Como irse es volver, ese drama se retoma cuando llega la muerte.
Y esa muerte, que puede ser la de un país que ya no se sueña, se enmascara con un hallazgo de Lysyj, donde el realismo muestra su mejor cara en tanto invención pura. Ahí, se volverá ya no sobre la posibilidad de la revolución, pero sí de al menos la utopía solidaria, con aires de oposición y autonomía de clase. Todo, mediado por tics de la típica clase media, en un ambiente de diciembre de 2001 y con las lentes de las cámaras de TV que no disimulan construir la realidad. Casi, casi como la construye "Piercing".
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Los personajes deLysyj intentan revivir en el mundo de Eros.
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