Año CXXXVII Nº 49158
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 domingo, 02 de julio de 2006  
Viajeros del tiempo
Rosario 1900-1905

Un ángel. -Papá, he de decirte una cosa: Fernández me ha pedido palabra de casamiento y se la he dado.
-Muy mal hecho hija mía; Fernández será muy rico pero para que pueda disfrutar libremente sus riquezas han de morirse antes su padre y su abuelo.
-Pero papá, si el Fernández de quien te hablo...
-¿Es el padre?
-¡No! El abuelo.
-¡Hija mía, eres un ángel!

El comisario taba. Cuando en la campaña se busca a un comisario, hay que poner de señuelo una taba. Es la única forma de que aparezca. En la comisaría no está nunca. Hay que rastrearlo en el rancho de la china, en la pulpería donde se juega al monte o al truco, en las carreras de tongo autorizadas por él mismo o en el corro donde la taba y el choclon dan cuenta rápida de los pesos que se dejan ganar los zonzos. En estas trifulcas la autoridad rural siempre está presente pero no como espectador. Muchas veces es ella misma la que tira el hueso o la que maneja el taco con su grupo respectivo de satélites que lo secundan en la tarea de desvalijar al prójimo. ¿Que más allá, a poca distancia, se asalta a un colono, se viola un domicilio o se atropella a algún vecino pacífico y honrado? ¡Qué le importa! El principio de autoridad sólo existe para encubrir las pasiones del funcionario; la garantía de los pobladores es un mito. Primero ellos; mucho después, los demás. Por eso la juerga y el juego los atraen y allí hay que buscarlos para exponerles cuitas y solicitar su apoyo. No es extraño entonces que los cuatreros den de vez en cuando algún golpe. Hay que expurgar y proceder sin contemplaciones contra la plaga de comisarios, subcomisarios, sargentos y hasta jueces de paz que con sus actos fustigan a los colonos y explotan a los buenos criollos. Sin ir más lejos, a juzgar por los informes de nuestro corresponsal en Armstrong hay allí un comisario que se pinta solo en eso de revolear la taba.

Presa por adúltera. Don N. N. se presentó hace algunos días al juez respectivo e inició acción criminal contra su esposa, C. M., domiciliada en el centro de la ciudad, por el delito de adulterio. Llenadas las formalidades, el juez de instrucción, doctor Tuels, ordenó ayer la prisión preventiva de esa esposa infiel.

Loca del susto. Dos vecinas tuvieron ayer a la tarde, en el conventillo de la calle Tucumán entre Balcarce y Moreno, un fuerte altercado al que puso fin una de ellas armándose de un ladrillo con el que persiguió a la otra, llamada Nicasia Mendoza. Esta, asustada, empezó a proferir gritos que continuaron aun después de haber sido la otra apaciguada. Se cree que del susto la Nicasia ha perdido la razón, por lo cual el médico de policía, doctor Murguiondo, la examinará esta mañana.

Más urinarios públicos. Los alrededores del edificio de la escuela Normal de Maestros se ha convertido en urinario público, algo que da una pobre idea de nuestra vigilancia policial.

Investigación y realización Guillermo Zinni ©
Ver La Capital de 1900, 1901 y 1904



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