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domingo,
02 de
julio de
2006 |
Decisiones personales: tiempo de reflexión
Si bien la filosofía ha sido considerada con frecuencia como un saber abstracto alejado de lo real, otras orientaciones tanto antiguas como contemporáneas, también han mostrado su finalidad práctica vinculada con la búsqueda de la felicidad, o por lo menos de un buen vivir. Siguiendo esta línea de pensamiento, muchas veces las reflexiones nacen de aspectos pequeños y aparentemente triviales de lo cotidiano. Un correo electrónico que recibí en un momento en que estaba intentando poner en orden mi placard y mis papeles decía: "Perchas más, perchas menos: casi todos los guardarropas se parecen". Tomé el mensaje no sólo como una invitación a reordenar el placard, sino como una propuesta para reflexionar sobre las elecciones existenciales diarias.
El texto señalaba la contradictoria experiencia de no tener qué ponerse teniendo un placard lleno de ropa sin una percha vacía, los estantes atiborrados y los cajones desbordantes. Por supuesto que tal paradoja se resuelve contemplando el placard que suele estar lleno de vestidos que esperan un regreso de modas retro, prendas que nos recuerdan la silueta que alguna vez tuvimos y esperamos recuperar, atuendos que pretendemos hereden nuestros descendientes, indumentarias que simbolizan hitos vitales a las que les tomamos afecto y, que aunque sabemos que no las usaremos más, nos provoca dolor desprendernos de ellas.
Todo ese conjunto apretujado de vestuarios posibles está vinculado con el pasado o con algún futuro incierto, pero nos deja desnudos en el presente. Nos impide estar conformes con "nuestra ropa de hoy". Como el placard, nuestra vida es finita, tiene límite y siempre llega el momento de poner orden. ¿Cuántas cosas conservamos en el "placard de nuestra vida" que comienzan a convertirse en verdaderos lastres, en obstáculos que nos impiden avanzar y seguir con nuestra tarea esencial que es vivir y crecer? Si es costoso emocionalmente decidir qué ropa dejar y cuál descartar, con el temor de arrepentirnos de la elección que hemos hecho, mucho más difícil resulta poner orden en nuestra vida con respecto del pasado y del futuro para que quede un lugar para el presente que es el único tiempo real del que disponemos.
Las perchas, los estantes y los cajones liberados del peso de lo que no utilizamos ni volveremos a usar, es una promesa que nos abre posibilidades con respecto al futuro, nos deja ver qué nos falta realmente, lo que necesitamos y lo que podemos tener. ¿Qué guardamos en el "placard de nuestra vida" que nos impide estar "vestidos" como queremos en el presente; qué sentimientos que no han sido ni serán correspondidos; amores idealizados e imposibles; odios; deseos de venganza; rencores que nos atan al dolor y al sufrimiento; fracasos y frustraciones; culpas injustificadas; ilusiones que nos conducirán decididamente a la desilusión; prejuicios; prohibiciones; miedos paralizantes? Además de arrepentimientos tardíos por oportunidades que dejamos pasar, y pesares que cargamos en "nuestros estantes" que no nos dejan lugar para nuevos vínculos más sanos.
El semidios Orfeo perdió la oportunidad de traer a su amada Eurídice de vuelta a la vida por no poder resistirse a mirar hacia atrás. Hades, casi conmovido, estaba dispuesto a restituírsela con la condición de que al salir Orfeo no se volviera para verla hasta cruzar la puerta que separa el mundo de los mortales del reino de las sombras.
Si podemos superar la curiosidad de lo que sabemos que nos dañará, o si seguimos adelante sin preocuparnos del pasado, la recompensa podría ser una existencia plena que valore intensamente cada momento.
¿En qué puede ayudarnos la filosofía? Por ejemplo, en brindar herramientas para que haciéndonos preguntas reflexionemos sobre las emociones que se anquilosan en "el placard de nuestra vida" y que no dejan lugar para nuevas experiencias. ¿Por qué, para qué, qué consecuencias puedo prever; las puedo asumir y aun así decido hacer lo que voy a hacer? ¿Qué significa asumir las consecuencias; me hago cargo de mis intenciones y también de los efectos no previstos? Son algunos de los interrogantes ineludibles a la hora de tomar decisiones porque resultan el sostén de todas las acciones cotidianas, y remiten a la pregunta fundamental por el sentido de nuestra vida.
La felicidad que depende de otros no es auténtica. Un bien tan preciado tiene que estar en nuestras manos. Si hemos decidido ser felices nada ni nadie puede impedirlo. Se trata de una decisión personal.
Alicia Pintus
Filósofa y educadora
www.philosopher.tk
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