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 sábado, 01 de julio de 2006  
Paro general. El partido que los médicos apenas vieron
Dos bebés nacieron en la Martin durante el gol del "Ratón" Ayala
Ezequiel, de parto normal, y Ludmila, de cesárea, sumaron sus voces a las de un país entero que gritaba de emoción

Cinco minutos antes de las 12 las escuelas estaban ayer tan vacías como las calles. La Capital recorrió varios establecimientos y comprobó que la mayoría de los alumnos habían huido de las aulas con el firme propósito de ver el partido de Argentina contra Alemania. En el bar del colegio Colegio San José sólo quedó frente al televisor el director, el sacerdote Pablo Kolomi, nacido en Eslovaquia como el árbitro del partido. Pero en los centros de salud, el panorama no era tan desolado. Los médicos de guardia de la Maternidad Martin vieron el partido como pudieron mientras nacían Ezequiel y Ludmila durante el gol de Roberto "Ratón" Ayala. Y en la empresa de emergencias Urgencias se instalaron una pantalla y televisores, pero no se dejaron de atender llamados y consultas que tuvieron su pico en el entretiempo.

Más de un argentino sintió que ayer vivió el encuentro por los cuartos de final como un parto. Pero para Solange y Mariela, dos madres primerizas que estaban internadas en la Martin, la cosa fue literal. Estaban en trabajo de parto desde hacía varias horas y justo en el cuarto minuto del segundo tiempo del partido, cuando Ayala venció la valla alemana con un cabezazo, nacieron sus hijos entre gritos y sorpresas.

Sucede que Solange se había hecho dos ecografías y esperaba a Camila. Pero de parto normal nació Ezequiel, con 3.550 kilos. La parturienta estaba acompañada por su propia madre mientras el marido de Solange, Eduardo, miraba el partido en la planta baja de la maternidad junto a otros familiares y empleados del centro de salud. Pero a pesar de los festejos que se vivían en esos minutos, Ezequiel no estaba para las fotos. Por precaución, el obstetra Mario Marchetti, pidió que se lo traslade a la incubadora.

Mariela, en cambio, vivió el momento con más preocupación. Por padecer un desprendimiento de placenta tuvo que entrar a cirugía de urgencia. Pasado el susto, llegó de cesárea y toda rosagante Ludmila, de 3.200 kilos. El padre, Gustavo, se enteró del inesperado nacimiento por teléfono. Y cuando llegó al final del partido, su suegra le hacía una broma: "No sé si llora de alegría por la beba o porque perdimos".

En la empresa de emergencias Urgencias, frente a la maternidad, los empleados miraban el partido en una sala adornada para la ocasión con guirnaldas albicelestes y vestidos con vinchas, gorros y pelucas. No obstante, nadie dejaba de trabajar.

Durante el partido hubo 18 médicos y ocho ambulancias en la calle. Apenas comenzó el cotejo alguien llamó por una urgencia y allí fueron los profesionales Hugo Torres y Claudia Rojas, y el chofer Roberto Vila, a suturar el mentón de una mujer que se había caído en la calle. Luego hubo dos urgencias más, y en el entretiempo, se recibieron muchos llamados de pacientes que advertían: "No es nada grave, pueden venir después del partido".

Los telefonistas señalaron que durante el cotejo de Argentina con México se habían recibido dos llamados por problemas coronarios, pero ayer a pesar del infartante partido, no fue necesario utilizar los móviles de alta complejidad. "Ahora nos van a llamar para atender depresiones colectivas", dijo un médico a manera de chiste al final del partido. Pero nadie se rió.


Deserción escolar
Cuando este diario llamó a varias escuelas preguntando quién estaba mirando el partido por tevé, la respuesta "prácticamente nadie" fue unánime. Es que los padres habían autorizado a sus hijos del turno mañana a abandonar las aulas poco antes del mediodía para poder ver el partido y la deserción era generalizada.

"Los chicos se fueron todos a las 11.15", precisó el director del San José, quien se quedó junto a algunos empleados del bar del establecimiento prendido a la televisión. Vestido con informal clergyman (cuellito blanco en la camisa) y una cruz en la solapa del saco, el sacerdote se mostraba nervioso, vaticinaba como todos los hinchas un resultado favorable del partido y también, como buen futbolero, admitía que insultaba durante los encuentros. "Total los jugadores no me escuchan", se justificaba el cura Kolomi, tal como lo conocen todos en el colegio a este sacerdote hincha de Vélez.

Eso sí, dijo que no tenía cábalas ni rezaba para que gane Argentina porque para él "no es necesario meter a Dios en esto". Y confesó haber nacido hace 66 años en Eslovaquia, como Lubos Michel, el referí del encuentro. "Vine a este país a los ocho años", dijo y por las dudas, a pocos minutos de comenzado el cotejo abrió el paraguas y pidió por lo bajo: "Si dirige muy mal, no lo pongas".
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Ludmila nació durante el partido.

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