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sábado,
01 de
julio de
2006 |
Paro general. Hubo quienes trabajaron, hicieron compras y pagaron impuestos
En una ciudad desértica, pocos intentaron seguir con su rutina
Un local de ropa femenina ofreció el 50 % de descuento
En medio de una ciudad parada por el partido de Argentina en el Mundial de fútbol, hubo algunas personas que trabajaron, otras que salieron a hacer compras y hasta unas pocas que aprovecharon para hacer trámites en el centro. En las calles casi vacías y silenciosas sólo se veían mujeres mayores de 50 años. Muchos de los locales comerciales céntricos tenían carteles en las vidrieras que decían "Cerrado hasta que termine el partido"; otros abrieron al público pero con el televisor encendido; y hubo uno que usó el desinterés femenino por la pelota como estrategia de venta: ofreció un 50 por ciento de descuento para las mujeres que compraran durante el partido.
El encuentro que Argentina y Alemania disputaron ayer en pleno mediodía atrajo la atención de la mayoría de los rosarinos, aunque hubo un resto que intentó seguir con su rutina. Por las calles circulaban más que nada mujeres y pocos hombres, todos mayores de 50 años, además de los choferes de taxis y colectivos.
Eran las 12 cuando largó el partido. Los bares estaban repletos, muchos locales céntricos tenían las rejas bajas, y las personas en las paradas del transporte se mostraban ansiosas por llegar a casa.
En medio de la expectativa colectiva, varias mujeres salieron a hacer compras. Lejos del nerviosismo, Susana se mostraba tranquila en un local de pulóveres Mauro Sergio (Córdoba casi Mitre), hacia donde se dirigió para comprar una bufanda. En el local de venta de sahumerios Los siete poderes (Mitre al 900), Keti Montesanto, de 60 años, hacía compras como si nada ocurriera, aunque contó que sale de su casa porque se pone muy nerviosa cuando ve el partido. "Pero no puedo evitar preguntar en los locales cómo va la selección", agregó.
Otro de los locales abiertos fue el de esencias La Porteña. Allí se encontraba Silvia Pandullo, de 49 años, quien contó que el partido no le interesa, por eso salió "a comprar moldes para hacer bombones"; y Claudio Maschio, de 49 años y cadete, quien indignado dijo: "A mí la selección no me paga el sueldo. Y hoy tengo el día de trabajo perdido".
Pero el negocio que mayor atención captó por parte de las mujeres fue uno ubicado en el shopping Del Siglo llamado Sólo marcas, que ofreció a sus clientas el 50 por ciento de descuento por la compra en efectivo de todas las prendas, excepto pieles y cuero. Siempre que comprasen durante el choque entre argentinos y alemanes.
Ana Pagura, de 57 años y comerciante, estaba chocha por la promoción. "Hice mi propio negocio: compré ropa de calidad y a mitad de precio", contó Ana, que compró una campera y tres remeras.
Además, hubo bancos que abrieron sus puertas y recibieron a algunos clientes durante el primer tiempo del partido. En dos bancos céntricos, el Itaú Buen Ayre y Macro Bansud, atendieron a siete clientes en promedio.
Y por más que resulte increíble para los fanáticos del fútbol, hubo unos pocos que aprovecharon para pagar los impuestos. Fue el caso de Gerónimo Zavolta, de 84 años, que pagó la boleta de la EPE porque se le vencía. "Creo que nunca me habían atendido tan rápido", contó el jubilado.
También hubo algunos taxistas que cumplieron con sus horarios. "Algo de laburo hay. Total está noche veo el partido por diferido", comentó Daniel Riboira, mientras subían clientes a su auto. Otro taxista, Néstor Pereyra, también salió a trabajar, pero escuchó el partido por radio. Por las calles la única compañía era la de sus colegas sobre colectivos del servicio urbano de pasajeros.
Por dos horas la fisionomía de la ciudad se modificó. Quedó casi vacía y silenciosa, y sólo se escucharon los gritos eufóricos del fútbol. Pero como en toda regla, las excepciones hicieron esta vez que el mundo siga girando.
B.T.
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