España: Un palacio para el siglo XXI

Inauguraron ayer, en Valencia, un nuevo ícono arquitectónico, el Palau de las Arts Reina Sofía

Aurelio Alvarez

Ayer, 24 horas antes de celebrarse el Día de la Comunidad Valenciana, Valencia dejó inaugurado su nuevo ícono arquitectónico que la distinguirá en el siglo XXI: el Palacio de las Artes Reina Sofía. Magnífico proyecto ideado y dirigido por un hijo predilecto de esta tierra, Santiago Calatrava, que abrió sus puertas con un concierto ofrecido por 101 músicos nacidos aquí, algunos residentes, otros radicados en distintas partes del mundo.

El nuevo palau, como se lo conoce en valenciano, está ubicado en el marco de la llamada Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde ya funcionan el Oceonográfic (espectacular mundo marino), el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe y L'Hemisféric (virtual planetario, donde se proyectan diversas producciones).

Rodeado de un entorno ajardinado que supera los 69 mil metros cuadrados, más bellísimos espejos de agua que alcanzan los 11.300 metros cuadrados, el edificio tiene una forma lenticular -durante su construcción se le asignaba un dibujo semejante al ojo de un pez-, con un perfil náutico que remite a la cercanía del mar y su disposición en el antiguo cauce del río Turia.

La estructura se desarrolla bajo una gran cascada metálica, sostenida en dos apoyos situados en el punto oeste y otro intermedio. El extremo este de la cubierta queda en un voladizo de singulares características.

La altura máxima alcanza los 75 metros, uno y medio más que la ópera de París y 15 más que la de Sidney, Australia. Precisamente, una pluma o cubierta se extiende de extremo a extremo, logrando ese punto de elevación máximo, con una longitud de 237 metros. La superficie total es de 37 mil metros cuadrados. Las dos "cáscaras" que abrazan por fuera el majestuoso edificio se encuentran revestidas con recubrimiento cerámico, conocido como trencadis blanco.


Cuatro mil localidades
En total, podrá recibir cuatro mil personas que podrán ubicarse en las distintas salas. La principal, con capacidad para 1.750 plazas que se dispondrán en un patio central y cuatro niveles de palcos, es destinada a ópera, ballet y otras artes escénicas. Las butacas disponen de una pantalla de texto que permite el seguimiento en varios idiomas.

El foso donde se asentarán las orquestas es de 180 metros cuadrados -el tercero más grande del mundo- y puede adoptar disímiles configuraciones mediante cuatro planos móviles.

En el Anfiteatro podrán acomodarse 1.500 espectadores para ver otros espectáculos en directo. Este espacio posee avanzados sistemas de audición, cinematografía y video.

En la parte oeste del edificio, en tanto, se sitúa el aula magistral, donde entrarán 400 personas para oír a pequeñas formaciones musicales. Cerca, un coqueto restaurante en dos niveles, con capacidad para 472 comensales. Este salón de comidas se complementará en la oferta gastronómica con una elegante cafetería, para 131 comensales.

Un pequeño teatro de cámara, adyacente al Palau, contiene salas de exposiciones y será la sede de la denominada Academia de Perfeccionamiento. Su capacidad, 400 plazas.

Por supuesto, talleres, almacenes para el depósito de los escenarios, utensilios de escena, vestuarios, etcétera, también tienen aquí su sitio.

En cuanto a la accesibilidad, existen seis ascensores que conectan el tercer piso con la planta baja y permiten desalojar en siete minutos el aforo del auditorio y el restaurante. Es decir que en menos de 10 minutos podrá desalojar a mil personas. Calatrava, arquitecto valenciano consagrado ya a nivel internacional, ha explicado que las escaleras, los corredores y los múltiples ingresos al nuevo edificio responden a una concepción abierta, de tal forma que cualquier persona, sin necesidad de pasar por boletería, podrá visitarlo. La razón es que está concebido como una prolongación de los paseos que ofrece la Ciudad de las Artes.

El concierto inaugural estuvo a cargo de la orquesta Musics, integrado por 101 profesionales valencianos, muchos radicados en el exterior, dirigidos por el maestro Lorin Maazel.

De este modo, Valencia vivió una gran fiesta y no fue como cualquier otra, o mejor dicho sí, porque en los últimos años la tercera urbe española impulsa un cambio estructural de faraónicas dimensiones, propio de una sociedad que quiere traspasar las fronteras.

El arquitecto Calatrava concibió el espacio como prolongación de los paseos que ofrece la ciudad.