Año CXXXVIII Nº 48896
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 02/10
Mujer 02/10
Economía 02/10
Señales 02/10
Educación 01/10

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 09 de octubre de 2005  
[Memoria] Confesiones desconocidas de Ernesto Guevera
"Todavía no sé cómo se puede vencer a la burocracia"
El Che era ministro de Industria en Cuba cuando recibió en 1964 a una delegación argentina. Uno de sus miembros era rosarino y cuenta la historia de ese encuentro

Rodolfo Montes / La Capital

Ocurrió en La Habana, el 14 de enero de 1964, en el despacho del Ministerio de Industria del gobierno revolucionario de Cuba. Fue el último encuentro, la última reunión, entre un rosarino vivo y actual habitante de la ciudad, Lindolfo Lide Bertinat, y el rosarino Ernesto Che Guevara. A 38 años de la captura y muerte del Che en Bolivia -8 de octubre del 1967-, Lide Bertinat, el único en Rosario que puede relatar ese encuentro, contó en exclusiva para Señales detalles inéditos de aquella reunión con el apasionado ministro de Industria de la naciente revolución cubana. "Todavía no sé cómo vencer a la burocracia. Y sé lo mal que le está haciendo a los países socialistas", confesó Guevara durante el encuentro, y la frase aún se conserva fresca en la memoria de Bertinat.

Fueron tres horas y media de charla en un clima excitante. Se sabe, era un tiempo donde los grandes utopías se presentaban a la vuelta de la esquina.

"Ernesto era apenas cuatro años mayor que yo, pero la verdad, cuando lo vi, ya lo miré como a un hombre fuera de serie, ya había entrado en la historia y esa percepción estaba presente", recordó Bertinat.

En aquellos primeros años de los sesenta, Bertinat combinaba su militancia política en el Partido Comunista de Rosario con el impulso de un Comité de Solidaridad con la revolución cubana, que tuvo hasta local propio en Callao 618, y que funcionaba bajo su responsabilidad.

Si bien la heroica proeza alcanzada en Sierra Maestra despertaba curiosidad y admiración en buena parte de los argentinos, entre los gobiernos no había relaciones formales, y tampoco se podía comprar un boleto de avión ni gestionar una visa para ir a La Habana.

Pero la voluntad militante, el deseo por pisar la mítica Cuba, hacía que el Partido Comunista, junto a sus aliados católicos y de centro izquierda en el Comité de Solidaridad, se las arreglara para organizar dos viajes anuales a la meca de la revolución: uno para el 1º de enero, aniversario de la revolución, y otro para el 26 de julio, recordatorio del asalto al cuartel de Moncada.


CARA A CARA
El de enero del 64 fue el último contacto entre las delegaciones solidarias argentinas y Guevara. Al poco tiempo el Che se alejaría del aparato estatal cubano para llevar adelante sus incursiones militares por el mundo.

En 1965 va al Congo, una experiencia política y militar frustrada. Luego vuelve a Cuba, con total sigilo, y se prepara para lo que fue su último destino, Bolivia. Allí, en la selva, con un puñado de hombres, sin recursos materiales, sin lograr apoyo político de los campesinos y abandonado a su suerte por el PC de Bolivia, termina rodeado, y es muerto instantes después de que él mismo le diera la orden a su verdugo: "Dispara, vas a matar a un hombre", dijo un gigantesco Guevara. Entonces sonó la ráfaga de la ametralladora y hasta hoy, dicen en La Higuera, Bolivia, permanece el silencio.

Apenas tres años y meses antes de ese día trágico, Guevara trabajaba desmesuradamente desde su ministerio y controlaba, en persona, la novel industrialización de Cuba llevada adelante con el apoyo de soviéticos y alemanes del Este y con una formidable movilización popular.

"El Che controlaba toda la industria de Cuba, de manera personal, sabía qué estaba pasando en cada lugar, conocía los problemas, visitaba las fábricas. Sin aviso, te caía a las 7 de la mañana para ver cómo se estaban haciendo las cosas", detalló Bertinat, testigo de aquel iniciático fragor revolucionario.

En la entrevista en el Ministerio de Industria, cara a cara con el Che, la delegación argentina descubrió a un hombre cordial, interesado por la Argentina, afable. "Pero cuando hablaba de su trabajo, de la revolución, era un tipo riguroso, certero en la cifras, claro, implacable, tremendamente convencido de sus ideas", recordó el abogado laboralista rosarino y único testigo vivo de la ciudad que puede contar historias del Che en primera persona.

Eran tiempos de épica revolucionaria, de trabajo voluntario. Tal vez, el más recordado fue el que se encaraba para las campañas de cosecha de caña de azúcar, donde iba todo el aparato burocrático del Estado y se mezclaba con los zafreros del campo, machete en mano.

"Ernesto nos dijo que las campañas de trabajo voluntario eran muy sanas para sus dependientes. «Cuando volvemos de los dos meses de zafra mejora el clima de trabajo, todo está bien, hasta que pasan los meses y empieza a decaer la voluntad y aparecen, otra vez, los problemas»", dijo Guevara en aquella audiencia del 14 de enero de 1964. Y continuó, con una frase de enorme valor anticipatorio: "Todavía no descubrí cómo vencer a la burocracia. Y sé lo mal que le está haciendo la burocracia a los países socialistas". Veinticinco años después, justamente la burocracia entre otras causas, terminó por horadar y derrumbar al bloque socialista del este europeo.

Con todo el afecto y temple de un militante inquebrantable, Lide puso a resguardo y conservó del salvajismo depredador de las distintas dictaduras argentinas la foto obtenida con el Che (publicada en esta nota) y su libreta de apuntes original, con la crónica del viaje, convertida luego en 18 carillas, gracias a una antigua máquina de escribir Remington.


TRES DÍAS PARA LLEGAR
El viaje de ida del comité solidario argentino llevó tres días, y tuvo varias escalas: Montevideo, Río de Janeiro, México Distrito Federal y finalmente La Habana. "Dimos toda esa vuelta porque de otro modo no se podía ir. En México esperábamos el avión de Cuba, que nos vinieran a buscar, pero no sabíamos cuándo llegaba, había que esperar. Llegamos el 30 de diciembre a la noche y nos instalamos en el hotel La Habana Libre. Yo dormía muy poco porque salíamos de noche y después a las siete de la mañana nos levantaban y nos llevaban a visitar fábricas", relató Bertinat, evocando la emoción de entonces. Con 32 años, y según le reveló a Señales, el militante cumplió el programa oficial de visitas, pero también sumó experiencias personales, fuera de agenda.

La delegación argentina de enero del 64 estuvo formada, además de Bertinat, por Pedro Boccoli (peronista), Oscar Tiseyra (dirigente demócrata cristiano) y, entre otros, el presbítero Héctor Ferreiros, un cura argentino que viajó con expresa autorización de un obispo.

Luego del viaje, y a modo de crónica y balance, Tiseyra publicó el libro "Cuba marxista vista por un católico". "Cuba es una perla que Dios ha colocado en el gran mar Caribe. Perla bulliciosa entre mambos y rumbas. Contoneos de camisas de colores que ahora, tomados de las manos, cual ola humana en su vaivén, entonan «La Internacional»", advertía el dirigente cristiano en el prólogo de su libro.

A propósito de la fuerte presencia del sector cristiano en la delegación argentina, Bertinat recordó que gran parte de la entrevista con el Che estuvo marcada por las preguntas sobre la cuestión cristiana en Cuba y la relaciones con la Iglesia y el partido, entre otras problemáticas. "Y no tanto sobre la discusión ética o filosófica respecto de la guerra de guerrillas, la opción militar. Hay que ubicarse en el clima de la época, con el Concilio Vaticano II y los curas por el Tercer Mundo, la lucha armada de la guerrilla se veía como algo casi natural, fuera de discusión, más aún ante una experiencia exitosa y seductora como era la revolución cubana", explicó.

Pasaron más de cuarenta años, pero el tiempo no pudo con Lide. Guardó la foto, la libreta de apuntes, la caja de habanos que le regaló el Che, y lo más importante, la memoria y su orgulloso relato. Lindolfo Bertinat, abogado y rosarino, estuvo con Ernesto Che Guevara y tiene una historia para contar.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
La Habana, 1964. Bertinat está sentado a la derecha del Che.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados