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 domingo, 09 de octubre de 2005  
[Lecturas]
Lo concreto es lo poético
Poesía. "Los Blues de la procreación y otros poemas", de Lawrence Ferlinghetti. Alción Editora, Córdoba, 2005, 116 páginas.

Osvaldo Aguirre / La Capital

Lawrence Ferlinghetti (Yonkers, Nueva York, 1919) es el último sobreviviente de la generación beat. Los perfiles más visibles que asumieron Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William Burroughs, miembros prominentes de esa corriente renovadora de la poesía norteamericana y con múltiples proyecciones fuera de su país, eclipsaron en cierto modo la atención hacia su obra. Al menos en la Argentina, donde ha sido mucho menos difundido que el resto de sus compañeros de ruta. El año pasado la antología "Poesía beat" (Editorial Colihue) ofreció una nutrida selección de sus poemas, en traducción de Elvio E. Gandolfo, y ahora el sello Alción acaba de publicar otra recopilación, en edición bilingüe y con versiones de Esteban Moore.

"El Blues de la procreación y otros poemas" ofrece veintidós textos. El recorrido se abre con "Perro", un poema quizá revelador de su particular visión, desenfadada y atenta al principio de que "lo concreto es lo más poético". "El perro trota libremente por la calle/ y ve la realidad (...) todo lo investiga/ sin los beneficios del acto de perjurio/ un verdadero realista/ una historia verdadera para contar", dice.

Ferlinghetti se radicó en 1953 en la ciudad de San Francisco, donde fundó la librería y editorial City Lights. Ese fue el sello en el que se publicaron varios de los títulos más importantes de los beats, entre ellos "Aullido" de Allen Ginsberg, aquel gran poema que invocaba a "los mejores mentes de mi generación destruidas/ por la locura". Ferlinghetti tuvo que enfrentar un proceso judicial como editor del libro. La historia resuena en "El Blues de la procreación" a través de "Allen Ginsberg muriendo", extraordinario poema escrito a la muerte del amigo, ocurrida en 1997.

El sujeto de ese poema está ante el mar, leyendo poesía griega. Pero la noticia llega a ese paraje aislado: "Allen Ginsberg se está muriendo/ Lo dicen todos los diarios/ Está en los noticieros de la tarde". Lo notable del texto es el tono contenido, y por eso más contundente, de la emoción, su prescindencia del dramatismo ("no hay nada/ que podamos hacer"). La muerte es presentada como "esa amante oscura" y Ginsberg cumple su acto de despedida, hablando por teléfono, "desde su cama en el Lower Manhattan", para contar a sus amigos lo que le pasa. Y como un desprendimiento de esa voz se afirma la voz sobreviviente del poeta, radicada en la tierra y en las olas que se deshacen en la playa.

Los poemas de esta selección muestran también a Ferlinghetti como un observador crítico de su medio. "Un buda en la pila de leños" alude al absurdo de la masacre de Waco, Texas (1993), cuando fuerzas policiales provocaron la inmolación de los fanáticos seguidores de David Koresh. A su vez, "Viajes por América desierta" expone una especie de profecía de la decadencia del imperio americano, algo que celebra "para que desaparezca/ la cultura de la TV" y "esta constipada vida de consumo". Una nueva era en la que advendrá también una nueva poesía, la de "una voz mestiza/ una voz políglota cantando/ tarde en la noche".

En contraste se proponen valores sustentados en la experiencia vital, que fundan lo específicamente humano, como se lee en "La vida sin fin", otro gran poema de esta selección, o en el poema que da título al libro. Ferlinghetti vuelve sobre el pasado con un guiño burlón, más que con nostalgia, y en cambio sitúa sus expectativas ante lo por venir: "son infinitas las puertas/ de la percepción que aún deben ser abiertas". Esta mirada en permanente expansión coexiste con la atención hacia pequeños misterios de lo cotidiano, como en "Esta noche el mar está en calma", donde la contemplación de los pájaros, sobre el horizonte, hace visible un secreto que no puede ser descifrado.

La escritura de los beats, dice Esteban Moore en el prólogo, apareció en un momento en que la literatura norteamericana estaba cargada de decoro y solemnidad. El leve tono socarrón de Ferlinghetti se revela como una de las formas más logradas de esa reacción.
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