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domingo,
09 de
octubre de
2005 |
[Primera persona] Carlos Antognazzi y Carlos María Gómez
Un mundo marcado por Kafka
El poder, el policial como género y la escritura desde el interior son temas dominantes en la práctica de dos novelistas santafesinos
Carlos Roberto Morán / La Capital
Los escritores santafesinos Carlos María Gómez (1938) y Carlos Antognazzi (1963) terminan de publicar sendas novelas. Gómez es autor de "Highsmith", un verdadero tour-de-force que además de significar su homenaje a la autora de "Extraños en un tren" y al personaje Tom Ripley lo ha llevado por un camino diferente a la mayoría de sus anteriores trabajos. Antognazzi, por su parte, con "Señas mortales" ha logrado el primer premio en el certamen español Tiflos, galardón que a su vez le posibilitó la publicación del libro en Madrid.
Aunque substancialmente diferentes, ambas admiten elementos en común, especialmente una visión concurrentemente "kafkiana" de la existencia. Para avanzar sobre los textos y las obsesiones de sus creadores, con Gómez y Antognazzi dialogamos en una tarde de viernes, en Santa Fe, próximos a la Plaza de Mayo, ese lugar donde se asienta y debate el poder.
-¿Qué significa escribir en Santa Fe?
-Carlos Antognazzi: Más allá de la marginación que tenemos en provincias, escribir es un acto de resistencia. Uno escribe porque tiene ganas, porque le gusta, más allá de los apoyos o las facilidades que pueda haber que acá son bastante escasas, escasas en la Argentina y más todavía en las provincias.
-Carlos María Gómez: Siempre escribí acá en Santa Fe. Hay una indiferencia respecto de los escritores del interior desde Buenos Aires, no lo voy a descubrir, es evidente, pero en mi caso nunca me sentí perturbado por eso, simplemente escribí y sigo escribiendo, tratando de publicar y nada más.
-¿Cuándo escriben, se están dirigiendo a un lector concreto?
-C. M. G.: No, para nada. Me interesa que alguien me diga "tu libro me pareció esto u esto otro, tu libro me pareció tal cosa", pero cuando estoy escribiendo no estoy pensando que va a gustar lo que yo hago, simplemente escribo.
-C. A.: Creo que la figura del lector aparece cuando uno empieza a corregir, uno corrige en función de la imagen estereotipada de lo que puede ser un lector, pero en realidad es un artilugio porque el lector hipotético es una proyección de uno mismo, tiene los mismos gustos literarios, las mismas lecturas, los mismos odios literarios.
-En sus novelas hay un debate sobre el poder real, que suele agazaparse, ubicarse detrás del poder aparente
-Uno no puede salirse del ámbito en el que vive, lo del poder y la corrupción están, uno los vive a diario, y de una u otra forma aparecen. En algunos textos míos aparecen en forma bastante clara el manejo y las construcciones falsas que se van haciendo en torno a un caso y en otros trabajos se muestran en forma más velada, pero es una cuestión que uno vive desde siempre. Tengo 42 años y desde que empecé a pensar el poder y la corrupción están presentes.
-C. M. G.: Siempre me referí al poder que está alrededor nuestro. Acá mismo (rodeando a la plaza de Mayo) están la Casa de Gobierno, el colegio de los jesuitas, el Arzobispado, los Tribunales, pero en realidad al poder al que yo me refiero no es local, creo que el poder está en todas partes y parece innato al mundo, por lo menos al mundo que yo conozco. Uno se mueve y ve que hay un poder que está por encima de la gente. Personalmente soy muy kafkiano, lo siento así, no es que lo diga para parecer no sé qué cosa, sino que todo lo de Kafka me ha parecido una cosa actual.
-¿Podría ampliar más la idea del "mundo kafkiano"?
-No es fácil explicarlo, por eso uno escribe, pero si nos retrotraemos a la historia argentina que conocemos, que fuimos viviendo, no casualmente personajes civiles que actualmente detentan poder, como magistrados o en alguna sociedad industrial, comercial o rural, también estuvieron en esos gobiernos. No es casual y yo creo que ese es el verdadero poder.
-¿Por qué en "Señas mortales" se volcó tan decididamente al género policial?
-C. A.: Creo que se dio. La novela que se lee es tal como fue escrita, cronológicamente. Yo abrí el fuego, digamos, con la primera imagen que tuve: ¿Qué pasa si en el medio de un parque, a plena luz del día, se descubre un cadáver? Alguien que está muerto, en ningún momento se dice quién o quienes fueron. Empecé a jugar con eso de entrada y después procuré seguir con cierta lógica viendo como se trataba de resolver cada paso.
-¿Forma parte de una trilogía?
-Esto forma parte de una tetralogía o por lo menos de una trilogía. Trilogía seguro, porque las otras dos partes ya están escritas. No son los mismos personajes, no es la misma historia.
-En "Señas mortales" se dice que la idea es jugar con la elusividad de la realidad y la verdad. ¿Ese sería el meollo?
-Claro. Es un poco eso, aunque los estilos son diferentes.
-¿Es decir que no necesariamente las otras partes son policiales?
-No. O son policiales pero no necesariamente con policías. Hay una investigación, hay una determinada atmósfera.
-¿Qué lo decidió a escribir una "nueva" aventura de Ripley?
-C. M. G.: Cuando a uno le gusta mucho determinado autor puede decirse que lo ha influenciado, pero en el caso de Patricia Highsmith y particularmente con el personaje de Tom Ripley, que protagoniza cinco de sus novelas, para ser bien sincero, porque lo he pensado bastante, realmente yo hubiera querido escribir la sexta novela. Como no podía o no me animé se la hice hacer a otro. Con Marcos Dellepiane, el personaje de la novela, traté de mostrar a un tipo como tantos que está perdido en medio de una sociedad muy terrible y que imaginativamente quiere escaparse. Porque un poco lo de él, con la idea de escribir una novela de Patricia Highsmith, venderla e irse a vivir a Europa, es una fantasía. Pasa que el tipo está harto, de la mugre en la que vive, de la hipocresía, de toda esa cosa que vivimos acá en la Argentina. Dellepiane admira a Ripley y está enamorado de Eloise (la mujer de Ripley)
-Porque no hay datos de la realidad de los que se pueda enamorar
-Claro. La realidad no lo conforma para nada, entonces de pronto es capaz hasta de no ver a una persona cercana.
-Pero además a Dellepiane la realidad se le va degradando.
-Y termina encerrado en sí mismo y no tiene salida.
-¿Qué le interesó o inquieta de Patricia Highsmith?
-Lo que siempre me interesó y capturé de ella es que en sus novelas hay una lectura y un análisis muy duros de la clase media norteamericana. Dejando de lado a Ripley, la mayoría de las novelas de ellas transcurren en pequeñas poblaciones norteamericanas con, generalmente, protagonistas de la clase media profesional, y pone al descubierto esa sociedad que no va a ningún lado. Incluso cuando ha escrito novelas que transcurren en otros países traslada esos personajes de la clase media norteamericana, pero siempre con sus mismos problemas. En todo caso se enfrentan con problemas que no entienden.
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