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 domingo, 09 de octubre de 2005  
Tema del domingo
La escuela refleja miserias y virtudes de la sociedad

La masacre en la escuela de Carmen de Patagones —ocurrida hace un año— fue tapa de diarios y tema central en noticieros de radio y tevé durante diez días, pero el tema no se agotó ahí: trascendió la crónica del hecho puntual y se instaló en la opinión pública como un suceso que puede repetirse en cualquier establecimiento educacional de la Argentina.

   La muerte de tres pibes asesinados a mano armada por un compañero en el sur argentino operó como un reflejo del estado de violencia que existe en las comunidades de jóvenes estudiantes en cualquier provincia del país. Sucede que el hecho se integró a la saga de denuncias acerca de casos de menor trascendencia, como alumnos expulsados por golpear a docentes; estudiantes que concurren armados con pistolas o cuchillos a clases y maestros sospechados de maltratar a sus educandos. En definitiva, en un número indeterminado de escuelas argentinas se evidencia un estado de violencia insoslayable.

   En opinión de pedagogos concurrentes al Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas que organizó el

Ministerio de Educación de la Nación el martes pasado en Buenos Aires, la escuela es un espejo de la sociedad. En otras palabras, afirman que la violencia expresa el rechazo a las

normas de convivencia que se aplican para unos al tiempo que exceptúan a otros. Incluso lo plantearon desde situaciones cotidianas como que los estudiantes son sancionados si fuman en la escuela, si llegan tarde o si faltan en demasía y, en contraposición, a los docentes les permiten fumar, llegar tarde a sus clases y faltar sin avisar.

   Desde el foro de marras se diagnosticó que la violencia escolar refleja la relación de los ciudadanos con la ley: “Enumeran todas las obligaciones que tienen los estudiantes, pero no dicen nada de las obligaciones de los maestros como si la ley sólo regulara el comportamiento de los más débiles”, disparó Inés Dussel, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Para el sociólogo Gabriel Kessler “el desdibujamiento de la ley no es algo propio de los jóvenes, sino que atraviesa a todos los sectores sociales”.

   A título de salida de la encrucijada, plantean un camino de doble vía a través de un pacto social que fije normas de convivencia en escuelas y hasta en la comunidad toda. La propuesta se resume en una cita tan vulgar como cierta, y es que ley pareja no es rigurosa. Es posible sumar al análisis un ejemplo que aparenta ser vacuo pero que basta para comprender los cambios que demanda la sociedad: si todos los conductores de vehículos frenan en las esquinas disminuirán los accidentes de tránsito; pero también caerá esa fatal estadística si los peatones dejan de cruzar de vereda a mitad de la calle.

   En ese escenario, el ministro de Educación, Daniel Filmus, aportó que “la escuela debe ser el lugar más seguro para los chicos y donde trabajan por una cultura de la convivencia, de la no discriminación y de la no violencia”. En contraposición a la opinión de los expertos que sostuvieron que la violencia escolar es un reflejo del resto de la sociedad, Filmus especificó que las soluciones para erradicar hechos violentos de los establecimientos educativos “deben encontrarse desde la propia educación”.

   En el contrapunto Kessler señaló que “la escuela refleja una sociedad muy poco respetuosa de las normas”. En tanto, la psicóloga Elvira Martorell afirmó que es necesario establecer nuevos códigos, en sintonía con la época actual, y construir un nuevo pacto, entre alguien que quiera enseñar y alguien que quiera aprender. “Lo que está en suspenso es la ley simbólica, que es la que permite el ejercicio de las otras leyes. Sin esta subjetividad no hay enseñanza posible”, definió.

   Así las cosas, la escuela en general, y sin particularidades, muestra ser tan respetuosa de las normas como el resto de las instituciones de la Nación.
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