Año CXXXVIII Nº 48896
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 02/10
Mujer 02/10
Economía 02/10
Señales 02/10
Educación 01/10

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 09 de octubre de 2005  
Pareja
Silvia Salinas: “Reencontrarse con el amor”
La psicóloga y escritora reflexiona acerca de los conflictos, los miedos y la pasión

“El amor de pareja es la capacidad de dar y recibir, es cultivar la magia del encuentro y de la sexualidad, demostrarle al otro que me importa y quiero su bienestar”, afirma reflexiva y precisa en cada uno de sus conceptos, la psicóloga y escritora Silvia Salinas, coautora con Jorge Bucay del best seller “Amarse con los ojos abiertos” y autora de “Todo (no) terminó”. Salinas visitó Rosario en el marco de una conferencia seguida de un laboratorio vivencial efectuado durante las jornadas de disciplinas integrativas y complementarias.

  En tiempos donde muchas parejas atraviesan conflictos, animarse a revisar tanto la propia historia como la capacidad de amar puede ser un buen antídoto. La licenciada en psicología con un marcado perfil gestáltico, se especializa en psicoterapia de parejas y dicta talleres y seminarios para terapeutas en Argentina, Uruguay, España y Méjico.

  En su nuevo libro “Todo (no) terminó”, Salinas aborda el tema de la separación; plantea el desafío de volver a enamorarse; los miedos y prejuicios; el riesgo de repetir la misma historia con una nueva relación y cómo enfrentar las dudas y los temores de los hijos.

  El 21 y 22 del actual ofrecerá un seminario vivencial “Los procesos del amor”, al pie del cerro Uritorco. El encuentro promete ser diferente e incluirá talleres de meditación y armonización corporal y ambiental.

  En el libro anterior, “Amarse con los ojos abiertos”, narra los enredos que se generan entre un hombre y una mujer a través del correo electrónico. Junto con Bucay, con quien comparte algunos talleres, ofrece una profunda reflexión sobre el sentido de la pareja.

  “Hay que permanecer abierta a las emociones y a la vida, experimentando esa sensación de alegría de saber que el otro existe, porque tener un compañero de ruta es maravilloso. Es hora de reencontrarnos con el amor aunque requiera de un trabajo previo, que es nada menos que el reencuentro amoroso con nosotros mismos”, resume la terapeuta.

— ¿Con qué características definirías el amor de pareja en las diferentes etapas de la vida?

— El amor es incondicional. El encuentro mágico entre dos personas es siempre igual, depende de la capacidad que cada uno tenga para abrirse y entregarse al otro. Es esa química donde es posible sentirse valorados, queridos y apreciados. Encontrar juntos un camino de crecimiento es parte del amor. Esto no cambia; sí el amor condicionado y los anhelos diferentes que se tienen a lo largo de la vida. Para sostenerlo y reactivarlo hace falta también coincidir en un proyecto y compartir las mismas cosas. A los veinte años, por ejemplo, es el descubrimiento de una primera pareja, del sexo, es el amor por el amor mismo. Más adelante, las parejas buscan sostener un proyecto de familia y tener hijos. El amor adulto de más de cuarenta es compartir gustos y disfrutar de las cosas de la vida.

— ¿Cuáles son los condimentos que no deben faltar en la pareja para que el amor sea duradero?

— Cultivar la magia del encuentro y de la sexualidad. Lo más importante es la capacidad de dar al otro, demostrarle que me importa y quiero su bienestar. Pero también ser correspondido. Es como un entrenamiento de dar y recibir.

— ¿Cuál es el gran enemigo en las relaciones de pareja?

— El miedo a sufrir, a ser vulnerables, a ser heridos, abandonados y manipulados. Por eso no hay que quedarse de brazos cruzados y trabajar todos los temores.

— ¿Por qué es en la pareja donde se reflejan los conflictos sin resolver?

— El primer vínculo que cada individuo establece en la familia y a través de los padres se revive en la pareja, porque es el lugar donde cada uno se vuelve a abrir y entregar. Por eso la relación de pareja a veces es tan difícil. Todo lo que no se resuelve con los padres aparece allí. Las personas se vuelven más vulnerables y terminan por aparecer viejos dolores y recuerdos. Es preciso resolver esta polaridad. Somos seres que aman, pero también tenemos un ego muy grande que limita, encierra y separa. El problema en el amor surge cuando chocan esas dos personalidades.

— Múltiples desencadenantes generan crisis en la pareja, ¿considera que estas problemáticas han variado a través del tiempo, por ejemplo, con la irrupción de la mujer en los ámbitos laborales, o por los cambios culturales que vienen aconteciendo?

— En realidad la idea de pareja fue cambiando, los problemas son distintos. En el siglo pasado se anhelaban cosas diferentes como formar una familia para estar dentro de un sistema. Por ejemplo, nadie esperaba tener intimidad, nadie hablaba de qué se trataba esto. En este momento, cuando el objetivo también es pasión, intimidad y sexo, todo se vuelve más conflictivo. Se convierte en algo nuevo que debe congeniar con la idea de familia, economía, hijos, y donde el desarrollo personal es un proyecto difícil de cumplir. A los hombres se les aceptaba tener sexo con mujeres fuera del matrimonio, pero una mujer que se preciaba como tal no debía tener deseo sexual. Entonces no había problemas porque resultaba normal que no hubiese pasión.

— ¿Qué es un laboratorio vivencial?

— Principalmente consiste en que cada uno se dé cuenta cómo se fue cerrando a lo largo de la vida, debido a los miedos, los dolores o las frustraciones. Estas personas son las que se quejan que no encuentran el amor. Desde hace unos años ayudo a la gente a que reconozca esta situación y pueda volver a abrirse. Cada uno tiene que asumir el riesgo de resolver estas cuestiones. El problema del amor es el miedo al dolor y a sufrir otra vez.

— ¿Cómo resultan las terapias de pareja?

— En general me gusta dar talleres porque los hombres, que al principio son más reticentes a aceptar este tipo de terapia, terminan interesados y logran soltarse. También ofrezco talleres para personas que están solas.

— ¿Cuál es la función del terapeuta: preguntar, sólo escuchar o también conducir?

— Intento enseñarles a escucharse, porque siempre cada uno quiere convencer al otro desde su punto de vista. La base del trabajo es darse cuenta que ninguno tiene razón, o por el contrario, que los dos la tienen. Lo importante es entender las razones del otro, no para pensar igual sino para aceptar las diferencias.

— ¿Vale todo si existe amor?

— A veces las personas aman mucho pero tienen que aprender a curar su propia neurosis, sus defensas, peleas y miedos para que el amor tenga paz.



Paulina Schmidt
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Salinas, autora de "Todo (no) terminó".

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados