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domingo,
09 de
octubre de
2005 |
Historias
Gelbard, el
burgués maldito
La semana pasada se cumplieron 28 años del fallecimiento en Washington, exiliado por la dictadura militar, de José Ber Gelbard, fundador de la Confederación General Económica y ministro de Economía del gobierno peronista desde el 25 de mayo de 1973 al 20 de octubre de 1974.
Prócer del intento de construcción de una "burguesía nacional", Gelbard fue homenajeado con un acto organizado por la CGE, del que participaron el subsecretario general de la Presidencia, Carlos Kunkel; el secretario de Industria, Miguel Peyrano; la presidenta del Banco Nación, FelisA Miceli, y el subsecretario Pyme, Federico Poli.
"Si Gelbard viviera este proceso de recuperación productiva, luego de treinta años de desindustrialización del país, compartiría nuestro propósito de refundar la CGE como instrumento vital para defender los intereses genuinos de las pequeñas y medianas empresas", afirmó Marcelo Fernández, presidente de la entidad empresarial.
El empresario textil confirmó que los abogados de la entidad presentarán "en breve" los últimos papeles necesarios para que restituyan al fundador de la entidad la nacionalidad que le quitó la dictadura, y que nunca le fue devuelta tras su muerte en el exilio en Washington.
Los orígenes del protagonista
Inmigrante de origen polaco, Gelbard había obtenido su carta de ciudadanía en 1949, pero fue despojado de ella en plena represión. En su libro "El burgués maldito", la periodista y escritora María Seoane destaca que además del contenido histórico y político que rodea la vida de Gelbard, su historia es igualmente atractiva como ejemplo de un ascenso social que hoy parece imposible en el país.
Gelbard emigró a los 14 años de su Polonia natal, en 1930, cuando el crecimiento del nazismo en Alemania presagiaba malos augurios para los judíos. Llegó hasta Tucumán, donde se ganaba la vida como vendedor ambulante. Su vida cambiaría con la llegada del peronismo al poder.
En 1950, cuando ya era titular de la poderosa Federación Económica de Tucumán, le propuso a Perón la idea de crear la Confederación Económica Argentina, en oposición a la opositora Unión Industrial Argentina (UIA). A partir de ese momento, Gelbard se supo ganar un lugar cada vez más importante en la agenda económica del peronismo, y con ella construir uno de los holdings empresarios más poderosos de origen nacional. Llegó a la cima cuando ocupó el ministerio de Economía el 25 de mayo de 1973. El pacto social que impulsó tuvo su éxito en dominar la lucha entre distintos sectores económicos y políticos hasta principios de 1974, cuando la puja distributiva y el enfrentamiento político se dispararon y el enrarecimiento internacional desembocó en una nueva crisis. En su libro "Retorno y derrumbe", Liliana de Riz señala que el "experimento Gelbard" de "redistribuir ingresos y simultáneamente acelerar la acumulación capitalista en el corto plazo" se encontró con límites propios y ajenos.
Gelbard negoció con personajes como Fidel Castro, Henry Kissinger, los Kennedy o Brezhnev. En "El oro de Moscú", Isidoro Gilbert lo menciona como uno de los integrantes del "Directorio", un secreto grupo de financistas encargado de gestionar el complejo empresarial-financiero del Partido Comunista Argentino, que llegó a dominar incluso el paquete accionario de la filial argentina de Coca-Cola.
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