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 sábado, 08 de octubre de 2005  
Está sucia, le falta luz y los maceteros son baños públicos
Arrecian las quejas por el mal estado de la plaza Montenegro
Allí se ubica el único espacio cultural público del centro. Es transitada por miles de rosarinos y visitada por turistas

Una plaza con historia y en franca decadencia. Así definen varios comerciantes y vecinos a la plaza Montenegro, ubicada en el corazón del microcentro, sobre la peatonal San Martín entre San Luis y San Juan. El lugar donde en 1904 se levantó el Mercado Central de frutas y verduras, que en 1978 fue sede del centro de prensa de Rosario para el Mundial de Fútbol, donde ahora funciona el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, el único público del microcentro, y que caminan cientos de rosarinos y turistas, se muestra sucio, con poca luz cuando cae la tarde y llena de maceteros que la gente ha adoptado como baños públicos. Una fea postal de la ciudad.

El directivo de la Asociación de Comerciantes y Amigos de la calle San Martín, Héctor Grant, sostiene que recibe semanalmente muchas quejas de vecinos y colegas por el "estado marginal" de la plaza. "Los viernes y los sábados por la noche esto es tierra de nadie, no hay control policial ni de la Guardia Urbana Municipal. Acá cualquier grupo se reúne a tomar alcohol, más de una persona orina y duerme en los alrededores del centro cultural, las mascotas defecan en cualquier rincón y hay perros sueltos. Si hasta en una oportunidad un señor se puso en slip a tomar sol. Esto es cualquiera", se rió Grant. Y algo más serio agregó: "Estos problemas antes se concentraban en la plaza Pringles, el municipio arregló las cosas allá y ahora hay que poner la mirada acá".

A la plaza Montenegro la rodean varios mundos además del comercial. Junto a los negocios de indumentaria y calzado de calle San Luis y los comercios tradicionales como el restaurante Rich (que el año que viene cumple 75 años), conviven los vendedores ambulantes (de pochoclo, comida para palomas y chipá), una decena de artesanos que tiran sus paños en la vereda, varios stands de venta de libros usados, un complejo de cines y cuatro hoteles, dos de cuatro estrellas y un par de dos.

El conserje del Hotel Plaza, ubicado en la cortada Barón de Mauá, se queja del mal estado de los adoquines de madera de la calle. "Llamé hace varias semanas a la oficina de Atención al Vecino del municipio, me tomaron el reclamo pero nadie pasó", aseguró.

Esta cortada también tiene historia. Cuando el espacio de la plaza era ocupado a principios del siglo pasado por el Mercado Central, en esta callecita, según cuenta el arquitecto José Bonacci "se instalaban afiladores, vendedores de pájaros, canillas, monedas antiguas, empanadas, y elementos sanitarios usados". Hoy aún hay de esos elementos, y más que sanitarios, porque los maceteros de los árboles de la cortada emanan un olor nauseabundo. Y más. Si bien hay un cartel que dice "Prohibido estacionar las 24 horas", muchos automovilistas hacen caso omiso a la presencia de las cocheras del Automóvil Club y tres playas de estacionamiento y dejan sus coches, con total impunidad, en la cortada.


Duermen y comen
Para uno de los empleados de la zapatería Borsalino, ubicada por la peatonal, el problema de la plaza es la falta de luz. Una crítica a la que se suma Claudio, el florista que hace 20 años está en la esquina de San Martín y San Juan. "No sólo falta luz, también falta higiene y esto no tiene que ver con los artesanos, como dicen muchos, sino con la gente que duerme y come acá".

Quién mejor para ratificar esta observación que el barrendero de Cliba que diariamente limpia el lugar. "Botellas de vino, de cerveza, papeles, pañales sucios, de todo recojo acá", aseguró el empleado que prefirió no dar su nombre y se quejó al añadir que "es una vergüenza, pensar que acá viene gente a sacarse fotos".

Es que el lugar reúne a un público cautivo de ferias y congresos que se organizan en el Bernardino Rivadavia, desde donde un empleado deslizó: "Hay mucha gente que duda en organizar algo porque les da vergüenza el estado de la plaza".

Una reacción que hay que cambiar, al decir del gerente del Rich, José Díaz: "Desde hace un año el aspecto es feo, pero es un lugar importante por donde transitan muchos turistas".
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La falta de mantenimiento afea una postal de la ciudad.

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